"Todos empezamos la vida como mujeres. Todos los embriones
humanos son femeninos durante la primeras seis semanas de existencia. Dado que
los fetos de los mamíferos están expuestos a unas dosis considerables de
hormonas femeninas de la madre, es más económico hacer que el sexo por defecto
sea femenino. En el caso de lo femenino, al cabo de las seis semanas el gen SRY
induce a la formación de los testículos y de las células de Leydig, que están contenidas
en aquellos y sintetizan la testosterona. Al cabo de un mes, la testosterona
sala a borbotones y desencadena la activación de unos genes concretos y la desactivación
de otros, y no pasa mucho tiempo antes de que surja la duradera disparidad en
el lanzamiento.
Mientras todavía están en el útero, los niños empiezan a desarrollar un antebrazo más largo que propiciará una sacudida más enériga en el lanzamiento. Y aunque las acusadas diferencias en las proezas arrojadizas sean menores entre los niños y las niñas que entre los hombres y las mujeres, ya son visibles en los niños de dos años."
Mientras todavía están en el útero, los niños empiezan a desarrollar un antebrazo más largo que propiciará una sacudida más enériga en el lanzamiento. Y aunque las acusadas diferencias en las proezas arrojadizas sean menores entre los niños y las niñas que entre los hombres y las mujeres, ya son visibles en los niños de dos años."
El gen deportivo. Un atleta excelente ¿Nace o se hace? Página 78. David Epstein. Indicios. Barcelona, España – 2014.
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