sábado, 7 de enero de 2017

Poeta 366: Jorge de Montemayor


JORGE DE MONTEMAYOR
 
(España, 1520-1561) Poeta y novelista español de origen portugués, creador de la novela pastoril, un género que supone la entrada del bucolismo en la prosa y que iniciará una moda que se extenderá por toda la Europa de su tiempo. Nació en Montemor-O-Velho, cerca de Coimbra; fue acusado de cristiano nuevo, es decir, de ser un judío converso. Según él mismo declaró, su lectura preferida fue la Biblia. Escribió siempre en español y castellanizó su apellido a partir del lugar donde nació. Estuvo al servicio de doña María, infanta portuguesa, a la que acompañó a Castilla cuando ella se casó con Felipe II (1543). Fue cantor y después aposentador de la corte. No hay datos seguros de que haya ido a Inglaterra, pero sí de que estuvo en los Países Bajos, en Valencia y en Córdoba. Los últimos años de su vida los pasó en Italia, muriendo probablemente en Piamonte. En lo que se refiere a la poesía se movió entre la escuela italianizante y la tradición castellana, y publicó un Cancionero (1554), con poemas de tema amoroso, y tres Autos de Navidad (1548). También tradujo libremente al castellano, y sólo en parte, los Cantos de amor, del gran poeta valenciano Ausiàs March. Su fama se la debe, sin embargo, a su obra Los siete libros de la Diana, editada en 1559, que en parte es una traducción literal de los Diálogos de amor, de León Hebreo, publicada en italiano en 1535 y traducida muy pronto al castellano. La Diana, como se conoce habitualmente, presenta peripecias sentimentales propias del mundo cortesano disfrazadas de bucolismo y con muchos elementos de la novela bizantina. De hecho, narra los amores de la pastora Diana “cuya hermosura fue extremadísima sobre todas las de su tiempo”. Amada por Silvano, a quien no corresponde, y enamorada de Sireno, que tiene que alejarse, termina casándose con el pastor Delio. Este enredo amoroso se complica con una dialéctica de conceptos eróticos, en la que, en verso y en prosa, se expresa una gran variedad de sentimientos, como fidelidad y gloria del amor logrado, o celos y desesperación del amor ausente y no correspondido. Para Montemayor el amor constituye un destino frente al que el enamorado no puede oponer resistencia dado que se encuentra más allá de sus fuerzas y se opone a cualquier intento de integrarlo en la razón. Algo que ya era típico en el amor cortés, la poesía del cancionero y de las novelas sentimentales del siglo anterior. La Diana incluye muy variados incidentes que se resuelven al beber los personajes el agua del olvido de la sabia Felicia que acoge a los pastores en el palacio de las ninfas. Pero la solución no se debe a la magia, sino que tiene un aspecto humano presentando unos cambios de sentimientos muy cuidados y psicológicamente convincentes. Algunos críticos son de la opinión que esta ficción pastoril, como tantas otras, encubría a personajes conocidos y que Montemayor probablemente se haya inspirado en un modelo real para crear su Diana. La obra, con influencias además de modelos clásicos como Teócrito y Virgilio, y más directamente italianos, como Petrarca y Sannazzaro, crea el prototipo de un género que cultivaron también Miguel de Cervantes en La Galatea (1585), Lope de Vega en La Arcadia (1598); y en Inglaterra Philip Sidney, con su Arcadia (1590), mientras en Francia alcanza altos nivelas con Honoré d'Urfé en los tres volúmenes de su Astrée (el primero de 1603).

 
LOS QUE DE AMOR ESTÁYS TAN LASTIMADOS…

Los que de amor estáys tan lastimados,
que el remedio buscáys en causa agena
y con ver mayor mal curáys la pena
a que os da causa amor y sus cuydados,

venid a leer mis versos, do pintados
veréys tormentos tristes más que arena,
que están vivos en mí, do amor ordena
que estén para este effecto diputados.

Y aunque suffrido ayáys pena y tormento,
y nunca podáys lo que esperastes,
o con ausencia estéys siempre lidiando,

en viendo la passión que amando siento,
todos confessaréys que nunca amastes,
o si algún tiempo amastes, fue burlando.

Cancionero, 1554.

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