El libro más reproducido de la historia es la Biblia, el texto sagrado
de los cristianos. El núcleo central de la Biblia son los cuatro
evangelios con los comienza el Nuevo Testamento. Evangelio viene del
griego “euangelion”, que significa "buena noticia”. Durante los primeros
tiempos esta buena noticia se transmitió de forma oral por los
apóstoles, testigos oculares de la vida, milagros y pasión de Cristo.
Tras su muerte fue necesario pasar a los relatos escritos que se fueron
componiendo en la segunda mitad del siglo I d.C. Estos escritos, a los
que los primeros cristianos se referían como Evangelios, no eran tanto
biografías como interpretaciones teológicas destinadas a comunidades
concretas.
El mundo del primer cristianismo es el del imperio romano cuya
infraestructura facilitó la difusión del mensaje cristiano. El judaísmo
del Segundo Templo, plagado de sectas como los fariseos, los saduceos,
los esenios o los zelotes, proporcionó el marco religioso. Las
enseñanzas de Jesús sobre la Ley, el Templo y su propia identidad
mesiánica dialogaron y chocaron con estas corrientes. La cultura
helenística también influyó, especialmente a través del griego koiné, en
el que se escribieron los Evangelios.
La transmisión oral inicial implicaba memorización, pero presentaba
demasiados riesgos para transmitir el mensaje. Fue en ese momento cuando
se escribieron los cuatro Evangelios canónicos: Mateo, Marcos, Lucas y
Juan. Se cree que fueron escritos entre el año 65 y el 110 por autores
que no fueron testigos directos de la vida de Jesús, pero que se
valieron de la tradición oral. Cada uno de estos evangelios es diferente
aunque tienen muchas similitudes, especialmente los tres primeros,
conocidos como sinópticos. El de Juan es seguramente el último en ser
compuesto y el más especial en todos los aspectos, tanto desde el punto
de vista literario como teológico.
En los primeros siglos del cristianismo, coincidiendo con las
persecuciones imperiales, cuando las comunidades eran aún pequeñas,
aparecieron muchos más evangelios a los que se bautizó como apócrifos.
Son mucho más numerosos estos apócrifos y los hay de varios tipos:
gnósticos, de la infancia, de la pasión etc. Fueron todos excluidos del
canon ya que no cumplían criterios básicos como apostolicidad, ortodoxia
y aceptación universal.
Uno de los problemas que tenían estos evangelios residía en la
transmisión. Los textos se copiaban a mano en papiro y posteriormente en
pergamino, lo que obligaba a ir copiándolos de nuevo pasado cierto
tiempo ya que ambos materiales se degradan. Este proceso introdujo
variantes en el texto que unas veces eran errores accidentales y otras
cambios intencionales. Esto ocasionó que los exégetas evangélicos
dedicasen mucho tiempo y esfuerzo a ir limpiando los textos para
estandarizarlos en la medida de lo posible. .
La canonización fue un proceso gradual que se extendió durante tres
siglos hasta que, ya a finales del siglo IV, quedó establecido el canon
de Nuevo Testamento con sus 27 libros y sus cuatro evangelios. Siglos
más tarde, el Concilio de Trento los fijó definitivamente para los
católicos y el sínodo de Jerusalén para los ortodoxos. Las iglesias
protestantes también mantienen el mismo canon. Hay cientos de millones
de ejemplares circulando en prácticamente todos los idiomas que se
hablan en el mundo y también en los que se dejaron de hablar. No hay
ningún otro texto que haya llegado tan lejos durante tanto tiempo.
Fuente: La ContraHistoria
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