La elección del 14 de abril no es un capricho. De hecho, es un guiño directo a una de las cifras más importantes de toda la física: la constante de Planck. Esta constante, que se representa con la letra h, tiene un valor aproximado de 6,626×10−34 julios por segundo. Esta constante es fundamental porque aparece en casi todas las fórmulas que describen el comportamiento del mundo cuántico. Su expresión varía según las unidades que se utilicen, y cuando se expresa en electronvoltios por segundo —una medida habitual en física— comienza por 4,1356677. Es decir, sus dos primeras cifras son 4,14.
Por eso, el 14 de abril —escrito como 4/14 al estilo anglosajón— se convirtió en la fecha elegida para celebrar el Día Mundial de la Cuántica. Es un guiño directo a ese número que está en el corazón de toda la física cuántica: pequeño, casi invisible, pero capaz de cambiarlo todo. Además, esta constante no solo sirve para entender el comportamiento de las partículas más pequeñas. Es tan importante que incluso se utiliza hoy para definir el kilogramo, la unidad básica de masa. Un recordatorio más de que lo cuántico, aunque parezca lejano, está presente en los objetos más cotidianos de nuestra vida.
Obviamente, es una coincidencia con truco, una especie de broma de físicos para recordarnos que las constantes universales también pueden tener su pequeño homenaje en el calendario. Pero más allá de ese detalle curioso, el 14 de abril encierra un simbolismo más profundo: nos invita a recordar el nacimiento de una nueva física y el inicio de una aventura intelectual que todavía hoy está llena de misterios.
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