La compañera José Arcadio les pidió que los dejaran tranquilos, y la pareja se acostó en el suelo, muy cerca de la cama. La pasión de los otros despertó la fiebre de José Arcadio. Al primer contacto, los huesos de la muchacha parecieron desarticularse con un crujido desordenado como el de un fichero de dominó, y su piel se deshizo en un sudor pálido y sus ojos se llenaron de lágrimas y todo su cuerpo exhaló un lamento lúgubre y un vago olor a lodo. Pero soportó el impacto con firmeza de carácter y una valentía admirables. José Arcadio se sintió entonces levantado en vilo hacia un estado de inspiración seráfica, donde su corazón se desbarató en un manantial de obscenidades tiernas que le entraban a la muchacha por los oídos y le salían por la boca traducidas a su idioma. Era jueves. La noche del sábado José Arcadio se amarró un trapo rojo en la cabeza y se fue con los gitanos.
Cien años de soledad. Gabriel García Márquez.
Seráfica
1. adj. Perteneciente o relativo a los serafines. Coro seráfico.
2. adj. angelical. Muchacho seráfico. Placidez seráfica.
Sin.: angelical, puro, espiritual, etéreo, cándido, plácido, candoroso, inocente, bondadoso.
3. adj. U. como epíteto para referirse a san Francisco de Asís, a su orden o a lo relacionado con ella. Orden seráfica.
Fuente: Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición.
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