La Quimera del Oro de Jack London es una colección de relatos que exploran la fiebre del oro en las heladas tierras de Alaska. A través de historias como "El silencio blanco" y "Amor a la vida", London retrata la lucha por la supervivencia, la avaricia y la capacidad de adaptación humana. Los personajes enfrentan desafíos extremos, desde el frío implacable hasta dilemas morales. La obra reflexiona sobre la naturaleza humana, la búsqueda de riqueza y el verdadero significado de la felicidad, destacando la valentía y la generosidad necesarias para sobrevivir en condiciones adversas.
Sin embargo, en cuanto Alaska se convirtió en tierra americana, miles de nuestros aventureros partieron hacia el norte. Fueron los hombres de los «días dorados», los hombres de California, Fraser, Cassiar y Cariboo. Con la misteriosa e infinita fe de los buscadores de oro, creían que la veta de oro que corría a través de América desde el cabo de Hornos hasta California no terminaba en la Columbia Británica. Estaban convencidos de que se prolongaba más al norte, y el grito era de «más al norte». No perdieron el tiempo y, a principios de los setenta, dejando Treadwell y la bahía de Silver Bow, para que la descubrieran los que llegaron después, se precipitaron hacia la desconocida blancura. Avanzaban con dificultad hacia el norte, siempre hacia el norte, hasta que sus picos resonaron en las playas heladas del océano Ártico y temblaron al lado de las hogueras de Nome, hechas en la arena con madera de deriva.
Pero, para que se pueda comprender en toda su extensión esta colosal aventura, debe destacarse primero la novedad y el aislamiento de Alaska. El interior de Alaska y el territorio contiguo de Canadá eran una inmensa soledad. Sus cientos de miles de millas cuadradas eran tan oscuras e inexploradas como el África negra. En 1847, cuando los primeros agentes de la compañía de la Bahía de Hudson llegaron de las Montañas Rocosas por el río Mackenzie para cazar ilegalmente en la reserva del Oso Ruso, se creía que el Yukón corría hacia el norte y desembocaba en el Ártico. Cientos de millas más abajo se encontraban los puestos más avanzados de los comerciantes rusos. Estos tampoco sabían dónde nacía el Yukón, y fue mucho más tarde cuando rusos y sajones descubrieron que ocupaban el mismo gran río. Poco más de diez años más tarde, Frederick Whymper subió por el Gran Bend hasta Fuerte Yukón, debajo del Círculo Ártico.
Los comerciantes ingleses transportaban sus mercancías de fuerte en fuerte, desde la factoría York, en la bahía de Hudson, hasta Fuerte Yukón, en Alaska —un viaje entero exigía entre un año y año y medio—. Uno de sus desertores fue en 1867, al escapar por el Yukón y alcanzar el mar de Bering, el primer hombre blanco que cruzó el pasaje del noroeste por tierra, desde el Atlántico hasta el Pacífico. Fue por entonces cuando se publicó la primera descripción acertada de buena parte del Yukón, efectuada por el doctor W. H. Ball, de la Smithsonian Institution. Pero nunca vio su nacimiento ni pudo apreciar la maravilla de aquella autopista natural.
Extracto de Los buscadores de oro del Norte de libro La quimera de oro.
JACK LONDON
(San Francisco, 12 de enero de 1876-Glen Ellen, 22 de noviembre de 1916) Escritor americano, Jack London fue el nombre escogido por el autor John Griffith Chaney para firmar su obra literaria. London abandonó la escuela a los catorce años, teniendo una formación autodidacta en base a la lectura en bibliotecas. Durante varios años London trabajó como marino y en otros oficios, cuando no se dedicaba a vagabundear. Asistió a la Oakland High School, y comenzó a estudiar en la Universidad de California en Berkeley, abandonando por razones económicas, y volviendo a realizar diversos trabajos. En 1897 comenzó a trabajar en una mina de oro, trabajo que dejaría afectado por el escorbuto. Regresó a Oakland comenzando a publicar historias cortas en The Overland Monthly y The Atlantic Monthly. Continuaría escribiendo historias para otros periódicos y adquiriendo popularidad. Trabajó también como corresponsal periodístico en Sudáfrica y en Corea. Perteneció al partido socialista americano y fue defensor de las causas de los trabajadores. De entre su obra habría que destacar no solo sus novelas y relatos de aventuras, donde brillaba especialmente su tratamiento de la naturaleza y la relación del hombre con lo salvaje, sino también sus ficciones con una fuerte carga política y reivindicativa. De ese modo son imprescindibles títulos como Colmillo blanco, El talón de hierro, El lobo de mar o Asesinatos S.L.
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: Drácula. Grandes novelas de aventura
- Libro: El fantasma de Canterville. Grandes novelas de aventura
- Libro: Las alegres aventuras de Robin Hood. Grandes novelas de aventura
Autor(es): Jack London
Editorial: Salvat
Páginas:
Tamaño: 13 x 20 cm.