jueves, 5 de septiembre de 2024

Podcast La ContraHistoria: Breve historia del té

 

 

Es una bebida aromática y reconfortante y millones de personas la disfrutan a diario en todo el mundo. Se cultiva en los trópicos, pero no son sus frutos los que nos interesan, sino sus hojas. Como muchos ya habréis adivinado estoy hablando del té que, como le sucede al café, tiene una historia muy rica que se remonta miles de años atrás en el tiempo. Desde sus humildes orígenes en las montañas de China hasta su expansión por todo el mundo ya convertido como una de las bebidas más populares, el té ha dejado una huella indeleble en la cultura, la economía y la sociedad humana.

Del té sabemos que apareció en China, pero no exactamente cuando. Y ahí surge la leyenda para echarnos una mano. Una de las leyendas más conocidas atribuye el descubrimiento del té al emperador chino Shennong, un sabio y herbolario que vivió hace unos cinco mil años. Según la leyenda, Shennong estaba hirviendo agua bajo un árbol cuando algunas hojas cayeron en el cuenco creando una infusión aromática que le agradó mucho. Esta historia es legendaria, los primeros registros históricos del té datan de algo más tarde, tiempos de la dinastía Han, es decir, de hace unos dos mil años, pero sólo lo empleaban como remedio medicinal. Siglos más tarde, ya durante la dinastía Tang el té se convirtió en una bebida popular en toda China, y su consumo se extendió a otras clases sociales. Durante este período, el té pasó a integrarse en la cultura china, y su preparación y consumo se sofisticaron. Fue en ese momento cuando apareció el primer tratado sobre el té, en el que se detallaban todos sus aspectos, desde su cultivo, recolección y procesamiento hasta su preparación y consumo.

La costumbre no tardó mucho en adoptarse en Japón y Corea, adonde llegó de la mano de los monjes budistas que bebían té para prolongar sus meditaciones. Primero lo adoptaron las élites y luego poco a poco fue conquistando al pueblo. Nacieron así ceremonias muy elaboradas para tomarlo. Los primeros testigos occidentales de esas ceremonias tan refinadas fueron los viajeros medievales como Marco Polo, que todo lo más que pudieron hacer fue consignar por escrito que a los chinos les gustaba mucho aquella extraña infusión. No sería hasta algo más tarde cuando los comerciantes portugueses decidieron llevarse el té a Europa. En origen era algo exótico y muy costoso, por lo que sólo los ricos podían permitírselo. En Europa tenía que competir, además, con el café, que había conquistado ya el continente.

Pero, a pesar de su precio, consiguió abrirse camino y echar raíces, especialmente en Gran Bretaña, donde el hábito de tomar té lo llevó una infanta portuguesa, Catalina de Braganza, a quien casaron con Carlos II en el siglo XVII. Unos años después el té ya era la bebida más apreciada por los ingleses. Pero no se podía cultivar en Europa, había que traerla de extremo oriente. La Compañía Británica de las Indias Orientales empezó a importarlo desde China, pero pronto advirtieron que se aclimataba muy bien en la India y Ceilán, lugares que controlaban directamente. A finales del siglo XVIII ya era la bebida nacional hasta el punto de que la revuelta en sus colonias de Norteamérica empezó por un motín en el puerto de Boston a cuenta de los impuestos sobre el té.

Hoy el té es una infusión que se consume en todo el mundo de cientos de maneras. Se cultiva en tres continentes y se han desarrollado varias culturas del té nacionales y otras tantas internacionales. Es una bebida patrimonio de la humanidad que no ha dejado de transformarse hasta el momento presente.

Fuente: La ContraHistoria  

 

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