Viejos vientos de polémica rodean al monumento ecuestre de Francisco Pizarro. Voces amigas, nacidas para conciliar, se enfrentan en el discutir. No es que yo crea tener la solución, pero sí anticipo que no tengo el problema.
Mi posición es clara. A Pizarro pueden dejarlo donde está o ponerlo donde quieran, porque, de todos modos, Pizarro tiene ya un sitio en la historia universal y en la historia del Perú. La conquista del Tahuantinsuyo es un hecho irreversible registrado por la historia; sin embargo, este hecho necesita comprenderse bien. Pizarro no nos conquistó a nosotros, sino a los hombres del incario que son nuestros antepasados cobrizos. Nosotros descendemos de los vencidos y de los vencedores, pero no somos vencedores ni vencidos. Somos el resultado de ese encuentro.
Podemos ser indigenistas e hispanistas, pero, por encima de todo, debemos ser peruanistas. El peruanismo une, cicatriza; el indigenismo y el hispanismo mal entendidos dividen, descuartizan. Nuestra obligación es integrarnos, no desintegrarnos. Ya no existen varias naciones como ocurría con este territorio en el siglo XIII o XV. Hoy existe un solo Perú. La identidad consiste en saber que yo soy yo y no otro. Identidad es esencia y la esencia es lo que hace que algo sea eso y no otra cosa. Por lo expuesto, la identidad mestiza del Perú es un axioma, no un enigma.
Pizarro es un conquistador, como lo fue Julio César en la Galia, Guillermo en Inglaterra, Rurik en Rusia u Omar en Egipto. Aun así, los franceses no repudian a César ni los ingleses a Guillermo de Normandía. Los reconocen como personajes de su historia, los iniciadores de su historia moderna que marcaron el final de una historia antigua, no por vieja menos nacional.
Aparte de esto, el Perú también debe a Pizarro la cultura occidental con todo lo que ella representa y, asimismo, el mestizaje al que pertenecemos, biológica o culturalmente, todos los peruanos, salvo aisladas minorías. Inclusive, el actual mapa del Perú se debe a dos conquistadores: el Inca Túpac Yupanqui, al que el Perú, por cierto, le adeuda un monumento en el Cusco, y Francisco Pizarro, que ya lo tiene en Lima.
Esto del monumento nos lleva a tratar del caballo. Erigir un monumento ecuestre a Túpac Yupanqui sería un anacronismo, porque el inca nunca conoció el caballo, pero el que lo tenga Francisco Pizarro es coherente porque no solo utilizó el equino, sino que fue inherente a su cargo de capitán general. Pizarro, pues, hasta el final de sus días, fue hombre de a caballo. Cada uno hace en su país lo que cree más conveniente. En otras palabras, que José de San Martín y Simón Bolívar estén a caballo, nos parece muy acertado. Sin embargo, y esto quiero subrayarlo, Lima le está debiendo un monumento ecuestre a José Gabriel Túpac Amaru.
Hoy, a Dios gracias, el indigenismo y el hispanismo han sido superados por el peruanismo. Ya no somos vasallos de Atahualpa ni súbditos de Carlos V. Somos peruanos, cholos, mestizos. La cultura occidental es nuestro género próximo y la cultura andina nuestra diferencia específica. La cultura occidental nos hace iguales a todos los países de Occidente, pero la cultura andina nos hace únicos entre todos los países del mundo. Por eso somos, simultáneamente, universales y singulares. Y por eso, finalmente, el Perú tiene cinco características: libre, uninacional, pluricultural, multilingüe y mestizo.
–Glosado y editado–
Texto originalmente publicado el 29 de abril de 1997.
Fuente: https://elcomercio.pe
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: Francisco Pizarro. El Marqués Gobernador
- Libro: Los Peruanos en la Antártida
- Libro: La Conquista del Perú
CADENA DE CITAS
- Antes - Cita DCCCXVI: "Él nació en el mundo andino, eso lo hace diferente a cualquier fotógrafo venido de afuera" Martín Chambi, el niño indígena que cambió la forma en que se retrataba Perú
- Después - Cita DCCCXVIII: Discurso de ingreso a la Real Academia Española de Javier Cercas "Malentendidos de la Modernidad. Un manifiesto"