Con Tucídides comienza la historia política y crítica, una historia
austera y analítica en contraste con la perspectiva más amplia y
coloreada de Heródoto. La Historia de la guerra del Peloponeso se
convierte pronto en el paradigma del relato histórico que pretende
narrar con precisión los sucesos de una guerra que sacudió el mundo
griego y las conmociones políticas del propio tiempo, y luego inferir
sus causas y consecuencias en un plano profundo. La visión histórica de
Tucídides, su análisis y su reflexión son un documento inolvidable,
«clásico» en el sentido más riguroso del término.
CONTENIDO
TUCÍDIDES, LAS LECCIONES DEL PRIMER HISTORIADOR
Tucídides escribe apenas 20 años después que Heródoto de Halicarnaso, en
la Atenas de la segunda mitad del siglo V a.C., y sin embargo, hay un
abismo entre ellos. La ilimitada curiosidad de Heródoto, el llamado
“Padre de la historia”, por una abigarrada selección de pueblos (algunos
hasta míticos) es sustituida en el caso del historiador ateniense por
el relato riguroso de un solo acontecimiento,
estrictamente contemporáneo: la llamada guerra del Peloponeso (431-404
a.C.) entre Atenas y Esparta, al frente de sus respectivas ligas o
imperios. Una verdadera guerra civil de los griegos (o guerra mundial de
la época, si se quiere).
El método historiográfico
Con su Historia de la guerra del Peloponeso, en ocho libros, Tucídides dejó un magnífico modelo de historia científica,
es decir, una historia concebida como discurso racional, basada en
hechos conocibles y entendibles por la razón, y de historia política,
esto es, centrada en el hombre como miembro de una polis.
Se trata sin duda de una de las cimas de la historiografía antigua,
un prodigio de narración de hechos políticos y militares (aunque las
repercusiones económicas y sociales no le son ajenas), sin influencia de
las divinidades (si bien reconoce la instrumentalización que se hace de
cultos y prácticas religiosas), tan solo el crudo relato de los acontecimientos.
No obstante, en ocasiones vierte su opinión y deja entrever sus
simpatías o antipatías por uno u otro personaje (es honesto y ecuánime,
no objetivo, algo imposible, pues al fin y a la postre son sujetos
quienes escriben la historia). Tucídides dedica todo el primer libro a fundamentar su método de investigación. Dice al comienzo del mismo:
"Por
una parte, por lo que se refiere a los actos que tuvieron lugar durante
la guerra, no creí tener que fiarme para contarlos de las informaciones
del primer llegado, ni tampoco de mi opinión personal: o bien los
presencié yo mismo (autopsia), o bien he investigado cada uno con toda
la exactitud posible en cada caso. Por otro lado, la investigación tenía dificultades,
pues los testigos de cada hecho presentaban versiones de los mismos que
variaban según su simpatía sobre uno u otro bando, y según sus
recuerdos.
Tal vez la ausencia del elemento fabuloso (mythodes) en los
hechos relatados restará encanto a mi obra ante un auditorio. Pero si
quienes se proponen examinar la verdad de los hechos acaecidos y de los
que han de ser en el futuro iguales o similares a éstos, de acuerdo con
la condición humana (anthropinon), si éstos los consideran útiles, será suficiente. En definitiva, mi obra ha sido compuesta como una adquisición para siempre (ktema es aiei) más que como una pieza de concurso destinada a una escucha momentánea".
Por lo tanto, Tucídides declara que va a llevar a cabo un relato de hechos contemporáneos sin aureolas míticas, buscando la verdad,
seleccionando las fuentes, con precisión (establece un estricto orden
cronológico) y con deseo de trascendencia, es decir, con la esperanza de
que sea útil, para evitar que, dada la naturaleza humana, los hechos
puedan volver a repetirse. Porque entiende que el motor de la historia es el hombre, no la divinidad, y que son los hombres los que causan o motivan los acontecimientos.
El miedo como causa
Al mismo tiempo, está convencido de que
las leyes y las normas éticas son necesarias para el progreso y la
estabilidad de las comunidades políticas y que la guerra resquebraja e incluso anula ese orden basado en leyes y valores.
Su descarnada descripción de la guerra civil de Corcira entre
demócratas (por lo general de clase humilde) y oligarcas (de clase
acomodada) es paradigmática de la barbarie desatada por el hombre en
conflictos, entonces o dos mil quinientos años después.
En el asunto de la causalidad de la guerra, resulta de una asombrosa
actualidad su capacidad de análisis crítico al detectar que, por encima
de las llamadas causas inmediatas (aitiai) que “encienden la mecha”, subyace una causa más genuina y profunda (alethestate prophasis), que no era otra que el miedo espartano a que el imperio ateniense siguiera creciendo. Y su creencia de que la guerra era inevitable entre los dos bloques antagónicos condenados a enfrentarse ha dado mucho juego en análisis geoestratégicos modernos, desde la guerra fría hasta nuestros días. Es lo que se conoce como la "Trampa de Tucídides".
Cabe destacar también que en boca del Pericles tucidídeo encontramos el
primer elogio de una democracia en la historia de Occidente, un
ordenamiento político que hasta mediados del siglo XIX fue considerado
sinónimo de inestabilidad y de desorden. Frente al autoritarismo y
militarismo espartano, Pericles ensalza su propio régimen (“su nombre,
debido a que el gobierno no es para unos pocos sino para la mayoría, es
democracia”), al ciudadano, capaz de compaginar libertad individual y
servicio al Estado, disfrute y sacrificio (“amamos la belleza con
sencillez y amamos la sabiduría sin molicie”) y la misión de Atenas en
el mundo griego (“La ciudad entera es un modelo o escuela para Grecia”).
Y con el llamado “diálogo de los melios”, Tucídides deja patente el
triunfo y la preponderancia de las relaciones de fuerza, que imperan de
acuerdo a una lógica, la lógica del poder (Realpolitik),
en consonancia con la afirmación del sofista contemporáneo Trasímaco de
Calcedonia de que “lo justo es lo más útil (o lo más conveniente) para
el más fuerte”. En el debate se constata con crudeza la imposibilidad de la neutralidad deseada por un estado pequeño,
el melio, y el derecho a emplear la fuerza contra los más débiles por
la potencia hegemónica, que encarna una postura férrea, intransigente y
egoísta.
“Vuestro odio es prueba de nuestra fuerza”, dicen los
embajadores atenienses. El resultado será el arrasamiento de Melos:
ejecución de hombres, esclavización de mujeres y niños y ocupación de la
isla por colonos atenienses.
Una historia sin final
Tucídides vivió el final de la contienda en 404 (alude en más de una ocasión a la victoria espartana), pero no pudo contarla. Su relato se interrumpe abruptamente en el año 411,
por lo que se piensa que murió antes de acabarlo o de revisar sus
notas. Con todo, su estatura historiográfica llevará a que al menos tres
historiadores comiencen su relato justo en el momento en que lo dejó:
Jenofonte, Teopompo y el historiador de Oxirrinco.
Tucídides era irrepetible, pero su legado historiográfico marcó a los historiadores del futuro. De hecho, para el anónimo autor del tratado De lo sublime, Tucídides fue para la historia lo que Homero fue para la épica, Platón para la filosofía y Demóstenes para la oratoria.
Fuente: https://historia.nationalgeographic.com.es
Por: César Fornis es Catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Sevilla. Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.
TUCÍDIDES
(en griego ático, Θουκυδίδης Thūkydídēs: antigua Atenas, c. 460 a. C.-Tracia, c. ¿396 a. C.?) fue un historiador y militar ateniense. Su obra Historia de la guerra del Peloponeso recuenta la historia de la guerra del siglo V a. C. entre Esparta y Atenas hasta el año 411 a. C. Ha sido considerado, por algunos autores, como el padre de la historiografía científica,
debido a sus estrictos estándares de recopilación de pruebas y de sus
análisis en términos de causa-efecto sin referencia a la intervención de
dioses, tal y como él mismo subraya en su introducción a su obra.
También ha sido considerado el padre de la escuela del realismo político, que valora las relaciones entre las naciones en función de su poder, y no en razón de la justicia. Su texto todavía se estudia en academias militares avanzadas de todo el mundo, y el Diálogo de los melios continúa siendo una importante obra en el estudio de la teoría de las relaciones internacionales.[cita requerida]
El propio Tucídides consideró que el propósito de sus notas era dejar a la posteridad “una posesión para siempre”. El ejemplo más sorprendente del éxito de este proyecto es la distinción entre las diversas causas a corto plazo de la Guerra del Peloponeso
y sus causas a largo plazo, que se basaban en la rivalidad entre las
grandes potencias griegas de la época entre la potencia marítima Atenas y
la poder terrestre Esparta. El Diálogo meliano, que es ejemplar en términos de política de poder, también tiene su propia importancia atemporal.
MÁS INFORMACIÓN
Autor(es): Tucídides
Editorial: Gredos
Páginas:
Tamaño: 14,5 x 22 cm.
Año: 2022