domingo, 2 de junio de 2024

Libro: La cinta roja. Auschwitz nunca olvidar

DENTRO DE AUSCHWITZ SE ENCUENTRA UN
TALLER DE COSTURA COMO NINGÚN OTRO

 

 

Éramos cuatro: Rose, Ella, Mina y Carla.
En otra vida, tal vez habríamos sido todas amigas.
Pero aquello era Birchwood.

Costaba muchísimo correr con aquellos absurdos zapatos de madera. El barro era denso como la melaza. La mujer que iba detrás de mí tenía el mismo problema. Se le atasca ba uno de sus zapatos y se rezagaba. Mejor. Yo quería llegar primera.

¿Qué edificio era? Imposible pedir más indicaciones. Todas las demás corrían también como un rebaño de animales en estampida. ¿Allí? No, aquí. Éste. Me detuve enseco. La mujer de detrás casi chocó conmigo. Ambas miramos el edificio. Tenía que ser allí. ¿Debíamos llamar a la puerta? ¿Llegábamos demasiado tarde?

«Por favor, que no sea demasiado tarde.»

Me alcé de puntillas y atisbé a través de una ventanita alta situada a un lado de la puerta. No veía gran cosa; prácticamente sólo mi propio reflejo. Me pellizqué las mejillas para tener un poco de color y pensé que me gustaría ser mayor para darme un toque de carmín. Al menos, la hinchazón que tenía alrededor del ojo casi había bajado del todo, aunque el cardenal amarillo verdoso aún seguía ahí. Veía con claridad, eso era lo importante. Una espesa mata de pelo me habría servido para ocultar lo demás. Pero, en fin, hay que arreglárselas con lo que tienes.

—¿Llegamos demasiado tarde? —me dijo la mujer jadeando—. He perdido un zapato en el barro.

Cuando llamé, la puerta se abrió casi en el acto, lo que nos sobresaltó a las dos.

—Llegáis tarde —nos soltó la joven que apareció en el umbral, que nos miró de arriba abajo con dureza.

Yo le devolví la mirada. Ya llevaba tres semanas lejos de casa y aún no había aprendido a bajar la cabeza, por muchos golpes que recibiera. Esa chica prepotente —no mucho mayor que yo, en realidad— tenía una cara angulosa, con una nariz tan afilada que habría servido para cortar queso. A mí siempre me ha gustado el queso. El que encuentras desmenuzado en las ensaladas, o el queso cremoso, que está tan rico con pan recién hecho, o ese otro tan fuerte, con la corteza verde, que a las personas mayores les gusta comer con galletitas saladas...

—¡No os quedéis ahí! —dijo Caraafilada frunciendo el ceño—. ¡Entrad! ¡Limpiaos los zapatos! ¡No toquéis nada!

Entramos. Lo había logrado. Ya estaba allí..., en el pomposamente llamado Estudio de Alta Costura, también conocido como «taller de costura». Para mí, el paraíso. En cuanto me enteré de que había un puesto vacante, supe que debía conseguirlo.

Primeros párrafos de La cinta roja

 

"GUARDALA BIEN, Y RECUERDA QUE ALGÚN DÍA SALDREMOS
DE AQUÍ Y LLEVAREMOS TODAS LAS CINTAS QUE QUERAMOS"

A sus catorce años y en su primer día de trabajo, Ella se adentra en un mundo de sedas, tijeras, alfileres y bordados. Pero ése no es un taller de costura normal. Ni las suyas son clientas corrientes. Ella ha conseguido un puesto de trabajo en el taller de costura de Birchwood. Prisionera en ese campo de concentración, cada vestido que diseña puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Los recuerdos del pasado, la pasión por su trabajo y el mundo de la moda y los tejidos serán el refugio para superar esa realidad terrible.

 

LUCY ADLINGTON

Es una historiadora y novelista británica con más de veinte años de experiencia en investigación histórica. Es autora de siete novelas para adolescentes que han sido nominadas y preseleccionadas para la Medalla Carnegie de CILIP, el Premio del Libro de Manchester, el Premio del Libro de Leeds y el Premio del Libro de Rotherham. Su novela La cinta roja se ha convertido en un best seller mundial. También dirige History Wardrobe, una empresa que organiza charlas sobre historia con vestuario de distintas épocas.

 

MÁS INFORMACIÓN


Autor(es): Lucy Adlington

Editorial: Planeta

Páginas: 320

Tamaño: 15 x 23 cm.

Año: 2024