¿Beber mucha gaseosa dietética lleva a una muerte temprana? Un nuevo estudio vincula las bebidas edulcoradas artificialmente con la 
muerte prematura. Algunos científicos sostienen que el análisis tiene 
fallas importantes.
Los adeptos a la Coca-Cola Sin Azúcar y a la Pepsi de dieta expresaron su angustia en los últimos días después de reportes noticiosos sobre un nuevo estudio,
 según el cual quienes toman frecuentemente esas bebidas edulcoradas 
artificialmente tienen una probabilidad 26 por ciento mayor de morir 
prematuramente que las personas que rara vez beben gaseosas sin azúcar. El
 estudio, publicado en la revista JAMAL Internal Medicine, dio 
seguimiento a 450.000 europeos a lo largo de dieciséis años con un 
registro de la mortandad entre todo tipo de consumidores de gaseosa, 
tanto los que prefieren bebidas azucaradas como aquellos que gustan de 
las versiones con sustitutos de azúcar.
Dados los consabidos efectos de consumir demasiada azúcar,
 no sorprendió que los autores encontraran que la posibilidad de morir 
joven era 8 por ciento mayor para la gente que bebía dos o más vasos de 
bebidas azucaradas al día en comparación con las personas que consumían 
menos de un vaso al mes.
Sin embargo, el 
tema que acaparó la atención y que creó un nerviosismo generalizado fue 
la insinuación de que beber Coca-Cola de dieta podría ser aún más 
mortífero que ingerir la versión clásica.
“Si ponemos en contexto nuestros resultados con otros estudios publicados, quizá sería prudente reducir el consumo de todas
 las gaseosas y remplazarlas con alternativas más saludables, como el 
agua”, sostuvo Amy Mullee, nutrióloga en University College Dublin y una
 de cincuenta investigadores que trabajaron en el estudio, uno de los 
más grandes de su tipo que se han llevado a cabo hasta la fecha.
El estudio no fue algo único. Durante el último año, otras investigaciones en Estados Unidos han encontrado una correlación entre las bebidas con edulcorantes artificiales y la muerte prematura.
El
 problema, sostienen los expertos, es que estos y otros estudios no han 
logrado responder una pregunta esencial: ¿Consumir bebidas endulzadas 
con aspartame o sacarina daña tu salud o sucede que la gente que bebe 
mucho Snapple de dieta o Sprite sin azúcar en general ya lleva un estilo
 de vida menos saludable? Algunos nutriólogos, epidemiólogos y científicos del comportamiento creen que suponer lo segundo es lo más acertado.
“Podría ser que 
la gente que bebe gaseosas dietéticas también come mucho tocino o quizá 
es porque hay gente que racionaliza su estilo de vida insano: ‘Si ya me 
tomé una soda de dieta, puedo comerme unas papas a la francesa’”, dijo 
Vasanti S. Malik, investigadora de la Escuela de Salud Pública T. H. 
Chan de Harvard y autora principal de otro estudio. Ese análisis, 
publicado en abril, señaló que el vínculo entre un consumo de edulcorantes artificiales y una mayor mortalidad en las mujeres no tenía una correlación concluyente.
Los
 autores del artículo de JAMA intentaron tomar en cuenta estos factores 
de riesgo respecto a la alimentación general al retirar del estudio a 
participantes con obesidad o fumadores; además, trataron de mejorar la 
precisión con modelado estadístico.
Pero
 David Ludwig, especialista en obesidad en el Hospital Infantil de 
Boston, dijo que estos supuestos estudios observacionales no pueden 
realmente determinar la causa y el efecto. “Tal vez los edulcorantes no 
son los que están aumentando la mortalidad”, comentó. “Quizá es que la 
gente con un riesgo mayor de mortalidad, como quienes tienen sobrepeso u
 obesidad, eligen beber refrescos de dieta, pero eso no resuelve sus 
problemas de peso y mueren prematuramente” indistinto.
Las
 preocupaciones sobre los edulcorantes artificiales han existido desde 
la década de 1970, cuando algunos estudios descubrieron que ingerir 
grandes cantidades de sacarina causaba cáncer en ratas de laboratorio. 
La Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA) 
emitió una prohibición temporal del edulcorante, pero investigaciones 
subsecuentes encontraron que el químico era seguro para el consumo 
humano. Los edulcorantes químicos creados más recientemente, como el 
aspartame o la sucralosa, también se han estudiado mucho; de acuerdo con la FDA, hay poca evidencia de que afecten de manera negativa la salud de una persona.
Algunos estudios han encontrado una correlación entre los edulcorantes artificiales y la pérdida de peso, mientras que otros han sugerido que es posible que incrementen el deseo de consumir alimentos dulces.
“No
 hay ninguna evidencia de que sean nocivos para la gente con una dieta 
saludable que intenta vivir una vida sana”, afirmó Barry M. Popkin, 
nutriólogo de la Universidad de Carolina del Norte, campus Chapel Hill. A
 él y a otros les sigue preocupando que dar bebidas dietéticas a niños 
jóvenes les provoque un gusto por lo dulce.
No
 obstante, muchos científicos afirman que se necesitan más 
investigaciones para determinar los efectos a largo plazo de los 
edulcorantes artificiales. La misma nutrióloga Mullee, advirtió que no 
se debían sacar conclusiones determinantes de los datos del estudio del 
que es autora, aunque también mencionó que los efectos nocivos de los 
edulcorantes artificiales no se pueden descartar. Hizo alusión a estudios que sugieren un posible vínculo entre el aspartame y los niveles elevados de glucemia e insulina en humanos. 
Para los consumidores, la falta de 
precisión puede ser confusa. Jim Krieger, el fundador y director 
ejecutivo de Healthy Food America, un grupo de defensa en Estados Unidos
 que aboga por establecer impuestos a las bebidas azucaradas, dijo que 
el nuevo estudio y otros como este generan más preguntas de las que 
resuelven. “A estas alturas lo mejor sería tomar agua, té o café sin azúcar y no arriesgarte con bebidas de las que sabemos poco”, opinó.
Fuente: https://www.nytimes.com

