ANA FRANCISCA ABARCA DE BOLEA
(España, 1602-1685) Narradora, poetisa y religiosa cisterciense española, nacida en Zaragoza. En la línea de tantas otras religiosas españolas del barroco tardío que se significaron por su acusada vocación literaria, dejó una interesante producción que la reveló no sólo como una inspirada poetisa, sino también como una de las primeras novelistas de las letras hispánicas, junto a la madrileña María de Zayas. Criada con las monjas desde su más tierna infancia, ella misma tomó los hábitos en 1624, para profesar en el monasterio de Casbas que quedaba así definitivamente establecido como el principal y, prácticamente el único, escenario del transcurso de su vida. Mujer de gran inteligencia natural y sólida formación humanística, permaneció siempre atenta, a pesar de su alejamiento de los principales mentideros literarios del país, a la evolución de los gustos y las corrientes estéticas de su tiempo. Dio a la imprenta una curiosa narración que, publicada bajo el título de Vigilia y Octavario de San Juan Bautista (1679), puede considerarse la última de las novelas pastoriles de la literatura áurea española. A pesar de sus notables aciertos líricos, la religiosa bernarda no llegó a recopilar su producción poética en un volumen exento, por lo que los únicos versos suyos que han llegado hasta nuestros días están entretejidos entre los avatares religiosos y pastoriles de su citada novela. El resto de su obra en prosa se completa con algunos textos hagiográficos relacionados, por lo general, con figuras pertenecientes a su orden religiosa, como Catorce vidas de santas de la Orden del Císter (1655) y Vida de la gloriosa Santa Susana (1671). Además, la erudita e inspirada monja fue autora de una interesante Historia del aparecimiento y milagros de Nuestra Señora de Gloria, de una Vida de San Félix de Catalicio y de una Crónica de los hechos y vidas de las religiosas del Monasterio de Casbas. También compuso diferentes composiciones poéticas sueltas que, como rasgo temático común, suelen jugar con los valores mágicos o cabalísticos atribuidos al número siete. Cabe indicar, por último, que su pasión hacia su tierra natal, que dejó bien patente en la ambientación de su novela religioso-pastoril en la serranía del Moncayo, quedó también de sobra manifiesta en su elección, para una serie de composiciones poéticas menores, de un vehículo expresivo tan alejado de los lenguajes poéticos al uso como el dialecto somontano que hablaban los pobladores de su entorno oscense.
Fuente: http://epdlp.com
RECORRO EL PARLOTEO DE LAS HOJAS
Recorro el parloteo de las hojas,
pestañeante lluvia en flor de harina
que me abre en perspectiva repentina
la morada real en que te alojas.
Me invitas, y me siento entre las rojas
paredes de tu estancia masculina
donde en el ajedrez de tu retina
se juega el batallar de mis congojas.
Se juega, y no descansa de azotarme
la certidumbre de saberte herido,
ya muerto en el ayer de mi mañana.
Caballero en tu alfil, vienes a darme
la vuelta al manuscrito del olvido
porque es ya despertar, hora temprana.
pestañeante lluvia en flor de harina
que me abre en perspectiva repentina
la morada real en que te alojas.
Me invitas, y me siento entre las rojas
paredes de tu estancia masculina
donde en el ajedrez de tu retina
se juega el batallar de mis congojas.
Se juega, y no descansa de azotarme
la certidumbre de saberte herido,
ya muerto en el ayer de mi mañana.
Caballero en tu alfil, vienes a darme
la vuelta al manuscrito del olvido
porque es ya despertar, hora temprana.