La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores.
Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente. Había que desmontar las puertas; acudirían los operarios de Rumpelmayer. Y entonces Clarissa Dalloway pensó: qué mañana diáfana, cual regalada a unos niños en la playa.
¡Qué fiesta! ¡Qué aventura! Siempre tuvo esta impresión cuando, con un leve gemido de las bisagras, que ahora le pareció oír, abría de par en par el balcón, en Bourton, y salía al aire libre. ¡Qué fresco, qué calmo, más silencioso que éste, desde luego, era el aire a primera hora de la mañana. . .! como el golpe de una ola; como el beso de una ola; fresco y penetrante, y sin embargo (para una muchacha de dieciocho años, que eran los que entonces contaba) solemne, con la sensación que la embargaba mientras estaba en pie ante el balcón abierto, de que algo horroroso estaba a punto de ocurrir; mirando las flores mirando los árboles con el humo que sinuoso surgía de ellos, y las cornejas alzándose y descendiendo; y lo contempló, en pie, hasta que Peter Walsh dijo: .¿Meditando entre vegetales?..¿fue eso?., .Prefiero los hombres a las coliflores..¿fue eso?
Seguramente lo dijo a la hora del desayuno, una mañana en que ella había salido a la
terraza. Peter Walsh. Regresaría de la India cualquiera de estos días, en junio o julio,
Clarissa Dalloway lo había olvidado debido a lo aburridas que eran sus cartas: lo que una recordaba eran sus dichos, sus ojos, su cortaplumas, su sonrisa, sus malos humores, y, cuando millones de cosas se habían desvanecido totalmente .¡qué extraño era!., unas cuantas frases como ésta referente a las verduras.
Se detuvo un poco en la acera, para dejar pasar el camión de Durtnall. Mujer encantadora la consideraba Scrope Purvis (quien la conocía como se conoce a la gente que vive en la casa contigua en Westminster); algo de pájaro tenía, algo de grajo, azul-verde, leve, vivaz, a pesar de que había ya cumplido los cincuenta, y de que se había quedado muy blanca a raíz de su enfermedad. Y allí estaba, como posada en una rama, sin ver a Scrope Purvis, esperando el momento de cruzar, muy erguida.
Primeros párrafos de La señora Dalloway en Bond Street
La señora Dalloway (título original en inglés, Mrs. Dalloway) es la cuarta novela de Virginia Woolf, publicada el 14 de mayo de 1925. Detalla un día en la vida de Clarissa Dalloway, en la Inglaterra posterior a la Primera Guerra Mundial. La novela sigue a Clarissa Dalloway a través de un solo día en Inglaterra después de la Gran Guerra en una narrativa de estilo de flujo de consciencia. Construida a través de dos pequeñas historias que Woolf había escrito previamente («La señora Dalloway en Bond Street» y su inconclusa «El Primer Ministro») la historia de la novela son los preparativos de Clarissa para una fiesta que va a ofrecer esa noche. Usando la perspectiva interior de la novela, Woolf se mueve hacia atrás y adelante en el tiempo, y dentro y fuera de la mente de varios personajes para construir una imagen completa, no sólo de la vida de Clarissa, sino de la estructura social de entreguerras.
Debido a similitudes estructurales y estilísticas, comúnmente se cree que La señora Dalloway es una respuesta al Ulises de James Joyce, un texto que es admirado como una de las grandes novelas del siglo XX, algo que Woolf anticipó, elogiando la obra en su ensayo "Modern Fiction". Sin embargo la Hogarth Press, administrada por ella y su esposo Leonard, no pudo publicar el Ulises en Inglaterra debido, entre otras causas, a las restricciones de uso de lenguaje obsceno que regían en Inglaterra en la época. Fundamentalmente, sin embargo, La señora Dalloway explora en nuevos terrenos y busca presentar un aspecto diferente de la experiencia humana.
La revista Time incluyó la novela en su lista de 100 mejores novelas en lengua inglesa entre 1923 y 2005. La señora Dalloway es posiblemente la novela más conocida de Woolf, debiéndose en parte de su reciente popularización por la novela de Michael Cunningham, Las horas, y la película del mismo nombre de Stephen Daldry.
VIRGINIA WOOLF
Adeline Virginia Woolf (con apellido de nacimiento Stephen; Londres, 25 de enero de 1882-Lewes, Sussex, 28 de marzo de 1941), más conocida como Virginia Woolf, fue una escritora británica, autora de novelas, cuentos, obras teatrales y demás obras literarias; considerada una de las más destacadas figuras del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX y del feminismo internacional. Durante el período de entreguerras, Woolf fue una figura en la sociedad literaria de Londres y miembro del grupo de Bloomsbury. Sus obras más famosas incluyen las novelas La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931), y su breve ensayo Una habitación propia (1929), con su famosa frase «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción». Fue redescubierta durante la década de 1970 gracias a ese mismo ensayo, uno de los textos más citados del movimiento feminista, el cual expone las dificultades de las mujeres en el mundo intelectual y de la literatura.
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: El fantasma de Canterville. Pequeños tesoros de la literatura
- Libro: Lady Susan. Pequeños tesoros de la literatura
- Libro: Felicidad conyugal. Pequeños tesoros de la literatura
Autor(es): Virginia Woolf
Editorial: RBA
Páginas:
Tamaño: 13 x 20 cm.