martes, 6 de junio de 2023

Video 724: Holmes y la estafa de Theranos | Fernando Díaz Villanueva

 

 

La semana pasada ingresó en una penitenciaría federal situada en Texas Elizabeth Holmes, fundadora de la empresa Theranos y protagonista de uno de los mayores escándalos corporativos de los últimos años. Holmes fue declarada culpable hace año y medio por un jurado de engañar a los inversores de su empresa, una start-up californiana ya desaparecida que afirmaba haber revolucionado los análisis de sangre. Meses más tarde, en noviembre del año pasado, un juez federal la condenó a once años y tres meses de cárcel. Holmes recurrió la sentencia para retrasar su ingreso en prisión, pero de nada le valió, el juez decretó que antes del 30 de mayo tenía que presentarse en la cárcel. Aparte de eso tendrá que pagar 452 millones de dólares a las víctimas del fraude. La caída de Holmes, la empresaria de moda en Silicon Valley hace menos de diez años, estuvo provocada por una serie de reportajes que publicó el Wall Street Journal entre 2015 y 2016. El diario neoyorquino detalló como la máquina de análisis que había patentado Theranos no sólo no funcionaba, sino que además ponía en riesgo la vida de los pacientes. Theranos negó rotundamente lo que contaba el Journal y amenazó al periódico con acciones judiciales que quedaron en nada. Entre tanto hizo desaparecer pruebas y se apresuró a llegar a un acuerdo con los que habían invertido millones de dólares en la empresa y los reguladores federales. Pero el acuerdo no evitó el juicio. Holmes y su socio, el programador pakistaní Sunny Balwani, fueron encausados en junio de 2018 por nueve cargos penales y dos de conspiración. Ambos negaron de plano haber hecho nada mal, pero la empresa se vino abajo rápidamente. Sólo tres meses después se disolvió en medio de un gran escándalo ya que gente muy significada de la política y las finanzas había apoyado a Theranos y, especialmente, a su fundadora, a quien tenían como una especie de genio empresarial de nuestro tiempo al nivel de Steve Jobs o Jeff Bezos. La prensa adoraba a la empresa de Holmes y a la propia Holmes. En su mejor momento, justo antes de que estallase el escándalo, la revista Time la incluyó en la lista de las cien personas más influyentes del mundo. La revista Forbes le concedió un premio y la colocó en su lista de las mujeres más poderosas del planeta. La cadena Bloomberg no quiso quedarse atrás y le franqueó la entrada al exclusivo ranking de los 50 más influyentes cuando no había cumplido aún los 30 años. Holmes estaba muy bien conectada y se había fabricado incluso un personaje público. Se presentaba como una persona fría y distante siempre vestida de negro. Esa imagen cuidadosamente trabajada la catapultó a la fama. No era para menos, el sistema que había creado para hacer análisis de sangre era revolucionario, bastaba con unas gotas de sangre que una máquina diseñada al efecto se encargaría de analizar en poco tiempo y arrojar resultados. Los inversores se entusiasmaron empujando a la empresa a una valoración altísima, de más de 10.000 millones de dólares en su momento álgido. Gracias a eso Holmes se convirtió en una multimillonaria jovencísima. En 2015 su patrimonio ascendía a 4.500 millones de dólares y su compañía se la rifaban empresarios, periodistas, universidades, políticos y grandes inversores. Todo el dinero y la fama se evaporaron en sólo unos meses. Para hablar de este escándalo que tanta tinta ha hecho correr vuelve hoy a La ContraCrónica Andrea Martos, que está de visita en Madrid y que conoce el tema de Theranos muy a fondo.

Fuente: Fernando Díaz Villanueva

 

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