domingo, 18 de agosto de 2024

Libro: Danza entre cenizas

 

 

La novela de Fabiola Pinel revela la cara oculta, la más humana, de la violencia política: Las razones por las que jóvenes de Lima se sumaron a la causa y a la lucha de Sendero Luminoso. Narra sus dilemas, sus avatares, sus ilusiones y sus desilusiones, con rostro juvenil de mujer. Desde los suburbios de la capital, asumirán progresivamente su compromiso lidiando con su vida cotidiana; ellas tampoco escaparán de los horrores que sufrirán por asumir esa postura ideológica existencial. Una mirada que intenta comprender, mas no justificar; y, con ello, ayuda a construir puentes entre los peruanos.

 

RESEÑA DE DANZA ENTRE CENIZAS DE FABIOLA PINEL

Danza entre cenizas, de Fabiola Pinel, es una novela que aborda el Conflicto Armado Interno o la época del terrorismo de una manera novedosa. Sin embargo, la originalidad de la obra no radica en sus técnicas narrativas, sino en la voz de su protagonista: Clara, una joven integrante de Sendero Luminoso. Este es un relato se aleja de lo “políticamente correcto” al presentar a sus personajes hablando desde su mundo, justificando sus acciones y, contrario a lo que se podría esperar, sin un ápice de arrepentimiento.  

No obstante, desde el punto de vista literario, la sencillez narrativa de este libro me ha fascinado. La autora sabe encaminar a sus personajes y develar el contexto que viven, cómo esto condiciona o dirige su actuar. El libro inicia con una protagonista de solo 14 años que vive el primer amor con un vecino, se preocupa por la celebración de su quinceañero, pero también en una situación de constantes apagones en Lima, la capital del Perú, debido a las actividades de Sendero Luminoso, que le molestan porque le impiden ver su telenovela. No obstante, su vida toma un giro drástico cuando su hermano es apresado y torturado por ser miembro de dicho partido comunista. Su deber de visitarlo al penal la obliga a penetrar en un mundo donde la ideología del partido fluye con muy pocos filtros y, a través de su voz, podemos aproximarnos de manera íntima a un posible recorrido de los militantes en el partido dirigido por Abimael Guzmán. Siendo ese punto, el centro penitenciario, el eje sobre el cual la vida de Clara empieza a girar y la lleva por el camino de la guerra popular, una vía que la mayoría de peruanos no ha podido comprender porque resulta muy difícil, incluso utópico, ponerse en la piel de un grupo que causó muchas muertes.

En este relato, a pesar de no lucir grandes recursos narrativos, manteniendo un plano lineal y un mismo narrador, Fabiola Pinel sabe brindar un potente opera prima, se nota que existe un arduo trabajo por condensar y marcar la pauta en el crecimiento de la historia. Aunque voy a explicar mi interés en esta obra desde distintos puntos, culminando con una pregunta sobre la necesidad de este tipo historias que un buen porcentaje de peruanos quisiera ignorar. 

La contraportada de este libro, así como una reseña que he leído, se centra en destacar la narración desde una perspectiva “con rostro juvenil de mujer”. Es cierto que Danza entre cenizas relata las vivencias de dos mujeres, Clara y Ñantika, incluso menores de edad, en su camino para unirse a Sendero Luminoso. Sin embargo, considero que el mayor valor de este libro no radica en tal enfoque.

Quienes han leído narrativa peruana sobre el periodo de la violencia política, por ejemplo, en autores como Santiago Roncagliolo, Alonso Cueto o Karina Pacheco, pueden percibir que en algunos casos la mirada sobre el conflicto es unidireccional, mostrando a los “terroristas” como un enemigo al que no es necesario entender. Dentro de estos autores, se destaca el trabajo de Pacheco en novelas como “La voluntad del molle” o “El año del viento” porque brinda miradas múltiples del periodo de la violencia, intentando comprender y conectando de manera brillante el contexto histórico con su trabajo de antropóloga y su talento narrativo. Es así que sus novelas reflejan también algo que la sociedad peruana no quiere asimilar: que la violencia vino de distintos frentes, no solo desde Sendero Luminoso. 

A pesar de sus destacables esfuerzos, en ninguno de estos autores he podido observar un personaje miembro de Sendero con voz propia. Claro, tenemos el caso de Liborio en “Rosa Cuchillo” de Óscar Colchado; sin embargo, el personaje que ofrece este autor sí cuestiona la metodología empleada por sus camaradas encabezados por Abimael Guzmán. Otro caso se encuentra en el personaje Santiago en «Criba» de Julián Pérez, aunque la obra contiene otros personajes que dirigen el foco a otro tipo de experiencias [1]. En Danza entre cenizas no existe ese cuestionamiento y la línea argumentativa es única, Clara y Ñantika siguen firmes en sus convicciones. Al menos en líneas generales. 

¿Por qué otros autores no han profundizado en esa perspectiva? Una posible explicación es la autocensura, la opción de mantener un discurso políticamente correcto. Una opción más plausible es que quiénes podrían darle voz a personajes senderistas son ellos mismos o quienes han sabido mantener un contacto con miembros de Sendero Luminoso. Son ellos quienes suelen ser reconocidos como los “vencidos” de la guerra y ahora pueden mostrar su visión frente a la de los “vencedores” en formatos como este, en una novela. Aunque esta dicotomía de vencedores y vencidos que emplea la autora en sus páginas finales, bajo mi criterio, impide analizar la complejidad de los hechos y las diversas perspectivas que existen. Por ejemplo, así como en otros relatos se muestra a los senderistas únicamente como seres sanguinarios, en Danza entre cenizas se presenta una visión igualmente radical de los miembros de las fuerzas del orden. 

Después de señalar las posibles razones por las que otros autores no han profundizado en la perspectiva senderista, se hace evidente que presentar una novela desde la voz de una joven senderista implica dificultades morales. A pesar de esto, el libro de Fabiola Pinel representa una apertura a un nuevo panorama del conflicto armado interno peruano. Al dar voz a estas mujeres, la autora  presenta su punto de vista y nos invita a reflexionar sobre la complejidad del conflicto, mostrando la importancia de aproximarnos a las motivaciones y perspectivas de ambas partes. 

A pesar de ello, no podemos negar que existen ciertos peligros. Algo que comparto con la novela es la deconstrucción de mitos, como la figura heroica de las fuerzas del orden, pero me enfrento a su postura de crear otros. Por ejemplo, este libro presenta un aura de proeza libertaria en los miembros de Sendero, exaltando su lucha por la igualdad y presentándolos como personajes sacrificados que entregaron lo mejor de sus vidas por fines mayores. Pero seamos sinceros, un gran número de las víctimas de la violencia política fueron producto de actos violentos/terroristas perpetrados por los seguidores de Abimael Guzmán. De acuerdo a las cifras de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, las víctimas fatales del conflicto superan las 60 mil personas, siendo Sendero Luminoso el responsable de al menos el 54% de estas muertes.

Desde un punto de vista de análisis social, la novela de Fabiola Pinel resulta valiosa para entender los diversos factores que llevan a una persona a enrolarse en Sendero Luminoso. Podemos observar elementos estructurales, como la pobreza y la injusticia social, así como factores de atracción en individuos que se vuelven referentes para la protagonista; en este caso, su hermano Abel que cayó preso por ser miembro de Sendero Luminoso. ¿Existe una admiración hacia su hermano que condiciona la visión de Clara sobre este tipo de acciones? La novela no es clara al respecto, pero es cierto que las visitas al penal donde se encuentra Abel conectan a Clara con un mundo totalmente nuevo, donde las ideas de Sendero Luminoso no tienen ningún filtro social o familiar. Si Clara no hubiera visitado el penal de Canto Grande, probablemente no se habría involucrado en el partido y no se habría convertido en la camarada «Grace».

También podemos ver un aspecto poco conocido de los miembros de Sendero Luminoso. En el caso de Clara y Ñantika, se observa cómo la prisión se convierte en un eje para conocer espectáculos artísticos relacionados con la ideología del partido, así como para participar en marchas, entonar canciones, realizar coreografías y participar en obras de teatro afines a la ideología del partido. Además, su camino se enrumba cuando son reclutadas para formar parte de una escuelita popular en Canto Grande, a la que asistían durante las visitas a sus familiares y que luego deberán implementar fuera de la cárcel.

Es así como ambas se acercan a los planteamientos de Mao Tse Tung, mientras que otros miembros del partido les informan sobre las novedades de la lucha armada, las directivas del «Presidente Gonzalo», la organización del partido y las diferentes etapas que atraviesa la «revolución». Poco a poco estas chicas asumen nuevas responsabilidades hasta llegar a integrar un destacamento del Ejército Guerrillero Popular, lo cual significaba dejar a sus familias y estar 100% comprometidas con la “revolución”. Siendo este un punto que sirve también para comprender que la visión de la autora, desde su protagonista, es mostrarnos la perspectiva de una senderista desde un panorama netamente limeño pues Clara solo se mueve en esos límites:

“De los alrededores de Canto Grande, Motupe, Montenegro, San Juan de Lurigancho y su tierra árida, pasaría a la zona de San Juan de Miraflores, San Gabriel, Villa María del Triunfo, Villa El Salvador, hasta Pachacámac y su arena seca por todos lados”.

La narrativa de Fabiola Pinel permite adentrarnos en la convivencia entre los propios senderistas, conocerlos desde una perspectiva más allá de la violencia. Además, nos da pie para abordar en la cita al inicio de esta reseña “Cuán diferentes podían ser los senderistas uno de otros […]” porque si bien suelen ser retratados como seres sanguinarios, en Clara no se ven indicios de recurrir a la violencia. En algunos pasajes del libro, se describe su cuestionamiento interno al evitar llegar a acciones violentas. El simple hecho de no poder lanzar una piedra, hasta objetar los asesinatos a traidores del partido, muestra los límites que no está dispuesta a traspasar. Hay algo que a mí me llama la atención al leer la novela: la protagonista desconoce, o al menos no lo menciona, los actos de Sendero Luminoso en comunidades al interior del país. Entonces, los objetivos del partido se presentan ante ella como una oportunidad utópica de cambiar el panorama de muchos peruanos, reivindicarlos, pero cayendo o construyendo los ideales del partido desde su personalidad y compromiso. 

Por eso ella misma tiene «dudas» acerca de la autoría del atentado en Tarata, ya que no puede concebir la escala de violencia a la que podían llegar los senderistas más radicales:

“¿Se lo merecían, acaso? Le dio cólera. No, mierda, no. Seguro no había sido el partido, seguro fue la CIA o algún comando estilo Rodrigo Franco o el grupo Colina, para desprestigiar al partido. Sí, seguro. Trató de convencerse, Luego vio las fotos. Nunca antes había visto una explosión así en lo que iba de la guerra”.

Esta es una cita que permite comprender que incluso entre los miembros de Sendero Luminoso hubo quienes no estaban dispuestos a cometer este tipo de atrocidades o las que se infligieron contra muchas comunidades al interior del país. Al momento de leer “Los Rendidos” de José Carlos Aguëro, él menciona que muchos senderistas ya comprendían que Sendero estaba mal, pero no podían dejarlo. ¿Por qué? En la novela, Clara mantiene sus ideales, pero con el paso del tiempo, sobreviviendo esta guerra y todas las pérdidas que comprende, alcanza a entender que tiene mucho más valor la vida en un contexto de paz y enlaza su protesta en otros medios, como el arte.

Para quienes han vivido en carne propia el periodo de la violencia, incluso si solo lo han vivido en Lima y no han sufrido lo que pudieron vivir las poblaciones en zonas como Ayacucho, hablar de Sendero Luminoso solo tiene sentido si el objetivo es deshumanizarlos o criminalizarlos. Entonces, ¿es justo para los peruanos la existencia de este tipo de narrativas como Danza entre cenizas? La violencia, o cualquier acto terrorista, no se puede tolerar sin importar de qué agrupación proceda. Lo cierto es que los fines no justifican los medios. Sin embargo, en un afán de ampliar el entendimiento de este proceso, ¿no cabría escucharlos y comprender qué pasó por sus cabezas para llevarlos a cometer este tipo de acciones? El Perú es un país fragmentado. ¿A qué se debe eso? Hemos pasado por una etapa bastante sensible y parece que no hemos aprendido a escucharnos. En las últimas protestas que atravesó el país, en este gobierno deslegitimado de Dina Boluarte, miles de campesinos viajaron a Lima para hacerse escuchar después de haber encontrado represión y muerte en sus lugares de origen. ¿Fueron escuchados? El país parece existir para todos, menos para gente que se ve como ellos o quiere que las cosas tomen un rumbo distinto.

Fuente: https://libreropendiente.wordpress.com

 

FABIOLA PINEL

(Lima, 1973) es artista, coreógrafa y bailarina. Radica en Francia desde hace más de veinte años. Egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) en Educación Física, con especialidad en Danza. Con título de profesora de ballet en Perú y Francia, título de psicomotricista del Ministerio de Salud en Francia, y con máster en Discapacidad, Movimiento y Adaptación de la Universidad de París XI. Actualmente trabaja en diversas estructuras como profesora de ballet y psicomotricista. Participa en varias asociaciones latinoamericanas y proyectos culturales en Francia. Se inicia en la literatura con la novela Danza entre cenizas, sobre la violencia política en Lima de 1988 a 1992.

 

MÁS INFORMACIÓN

 

Autor(es): Fabiola Pinel

Editorial: Apogeo

Páginas: 270

Tamaño: 14,8 x 21 cm.

Año: 2024