domingo, 19 de abril de 2020

Cita CDLXXXIII: ¡Lumière! Comienza la aventura

La fecha elegida para la presentación del cinematógrafo fue el 28 de diciembre de 1895 y previamente los Lumiére distribuyeron algunas invitaciones entre varias personas cuya asistencia les interesaba particularmente, como M. Thomas, director del Museo Grevin, George Meliés, director del teatro Robert Houdin, M. Lallemand, director del Folies Bergére, y algunos cronistas científicos.

Sin embargo, tan solo algunas de las personas invitadas asistieron a aquella proyección histórica y el aspecto de la sala antes de comenzar la sesión no era muy alentador. Algunos transeúntes ociosos, que tenían media hora que perder, decidieron bajar los peldaños que conducían hasta el Salon Indien. Pero la mayor parte de los que tuvieron ocasión de leer el cartel anunciador, se encogieron de hombros y, enfundados en sus abrigos, se perdieron entre la muchedumbre. La recaudación fue muy modesta. Ascendió a 35 francos, cifra que apenas cubría el importe del alquiler del salón.

Aseguran las crónicas de flotaba en la sala, antes de comenzar la proyección, un ambiente de frio escepticismo. Este escepticismo duró todo el tiempo que las luces permanecieron encendidas, pues al apagarse, un tenue haz cónico de luz brotó del fondo de la sala y al estrellarse contra la superficie blanca de la pantalla obró el prodigio. Los espectadores quedaron petrificados, ‘boquiabiertos, estupefactos y sorprendidos más allá de los que puede expresarse’, como escribe George Meliés, testigo de aquella maravilla. Y Henri de Parville recuerda: ‘Una de mis vecinas estaba tan hechizada que se levantó de un salto y no volvió a sentarse hasta que el coche, desviándose, desapareció’.

Desde aquel momento la batalla estuvo ganada. Los espectadores se hallaban auténticamente anonadados ante aquel espectáculo jamás visto. ‘Los que se decidieron a entrar salían un tanto estupefactos -narra Volpini- y muchos volvían llevando consigo a todas las personas conocidas que habían encontrado en el bulevar’.

Y, sin embargo, las diez brevísimas películas de diecisiete metros que componían los primeros programas presentados por los Lumiére mostraban imágenes absolutamente vulgares e inocentes. Películas que, barajando unas pocas variantes, ofrecían temas bien prosaicos: La salida de los obreros de la fábrica Lumiere, Riña de niños, Los fosos de las Tullerías, La llegada del tren, El regimiento, El herrero, Partida de naipes, Destrucción de las malas hierbas, La demolición de un muro, El mar, etc.

Páginas 25 y 26. Historia del cine. Roman Gubern. Anagrama. Barcelona, España - 2014.

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