sábado, 11 de julio de 2015

Tomasio (11/07/2015): ¿Cuál es tú ilusión secreta?


La Princesa que creía en el Ratón Pérez.  Hace pocos días a una amiga le sacaron la muela del juicio, los que saben y han padecido una extracción similar, saben que es muy dolorosa y más cuando el efecto de la anestesia cede. Posteriormente, se deben tomar los respectivos calmantes y antinflamatorios de rigor. Algunas veces y dependiendo de la naturaleza de la operación, se deben de tomar calmantes fuertes por mas días.

Como se están perdiendo muchas de las tradicionales costumbres, deseo aclarar quién es el Ratón Pérez, según dice Wikipedia “El Ratoncito Pérez es un personaje de leyenda muy popular entre los niños españoles e hispanoamericanos. Al igual que el hada de los dientes de los países germanos, cuando a un niño se le cae un diente lo coloca debajo de la almohada mientras duerme y, según la tradición, este personaje se lo cambia por un pequeño regalo o por monedas”.

Conforme crecemos dejamos de cambiar dientes y por ende, el Ratón Pérez deja de llevárselos y dejarnos algo a cambio. Ya no creemos en ese cuento y nos enteramos de que su existencia era fomentada por la madre o el padre. La ilusión del niño cambia por la realidad y avanzamos en nuestra vida, en dónde la felicidad protegida del ambiente familiar, se modifica y ya no dependemos de lo que hagan otros para ser felices.

“No esperes nada de nadie y así no te decepcionaras” esta oración se le atribuye a W. Shakespeare. Cuando pequeños dependemos de otros, porque no sabemos mucho sobre la vida, ni tampoco tenemos que ganárnosla. Al avanzar en los años, nuestro entendimiento sobre nuestro entorno se vuelve realista. Las decepciones nos dolieron más a edad temprana, la experiencia que ganamos a lo largo de nuestro trayecto nos “blinda” para futuras decepciones, ya no esperamos de otros para seguir adelante. Creemos cuando sucede y se concreta. Nada se compara con la ilusión, pureza, actuar y manera de pensar de los niños, son únicos. El hacernos de responsabilidades nos vuelve a la realidad, por ende tenemos que ser realistas, afrontar la vida maduramente y no solo por lo que se espera de nosotros, sino porque tenemos ese afán de superación, hacer un cambio, contribuir a la sociedad, dejar un legado y trascender en la historia o recuerdo de sus seres queridos.

Nuestras creencias serán sólidas y nadie podrá cambiarlas por cómo las asumimos y aceptamos, las hacemos nuestras, en la fe, por nuestra familia, los amigos, por la vida. La vida y contexto en donde nos desenvolvemos, no son perfectos, por ello llevemos siempre con nosotros una dosis de ilusión, que nos ayudará a sobrellevar la realidad de la misma.

No debemos de perder nuestra inocencia por la vida y creer en la personas. Hacer perdurar las historias y tradiciones familiares, que estas se convierten en la de los pueblos, ciudades y países. De las realidades de la vida misma es donde obtenemos las enseñanzas que perduran y por ello el doble significado de “La Princesa que creía en el Ratón Pérez”.

La alegría de vivir la generamos nosotros para nosotros mismos, por lo que hemos creado a nuestro alrededor, contagiemos a los demás con nuestro entusiasmo. La influencia de la ilusión que nosotros permitamos aceptar, reforzará nuestro lado humano. Por más experiencias de vida que tengamos, siempre tendremos, por qué o quién ilusionarnos. Sacar la mejor nota, comprar esa casa, conquistar el amor de la persona que quieres (las chicas también pueden conquistar el amor de alguien, no solo son los hombres que tienen que actuar), arrancar ese negocio que fue tú tesis de graduación en la universidad, hacer crecer a multinacional tu empresa, ser padre, ser abuelo, ¿Qué más crees que pueda crear ilusión?, ¡ah!, ya lo sé, el soldado que regresa sano y salvo de la guerra para reencontrarse con sus seres queridos.

Antonio Tomasio. Autor de los libros Uno (Yo) y Mi hijo, mi maestro. Escríbe a atomasio@antoniotomasio.com con tus preguntas o sugerencias o visita la página www.antoniotomasio.com