sábado, 9 de mayo de 2015

Cita CCXXXVI: ¿Qué es el ladino?


"Judeoespañol, judezmo, ladino, español, sefardí, haketía. Los judíos que fueron expulsados de los distintos reinos de la Península Ibérica hablaban, según su región de origen, distintas variedades de diversas lenguas lenguas iberorrománicas (castellano, catalán, portugués). Salvo algunos rasgos específicos (como el uso de hebraísmos para denominar ciertas realidades), la lengua de los judíos expulsados NO difería sustancialmente de la hablada por los cristianos de las mismas zonas geográficas.

En las comunidades formadas en el exilio por los expulsos de la primera generación se hablaban, por tanto, distintas variedades lingüísticas, sin que existiera una norma común; no obstante, es indudable que los hablantes se entendían entre sí, utilizando cada uno su variedad lingüística propia.

En la segunda y tercera generación de los descendientes de los expulsados debió de producirse una koiné, es decir, una lengua estándar que era producto de esa mezcla de distintas variedades lingüísticas iberorrománicas; la base de esa koiné era el castellano de finales de la Edad Media, en su variedad meridional.

De ahí nació lo que llamamos judeoespañol o lengua sefardí (con sus distintas variedades), que desde el siglo XVI se desarrolló y evolucionó de forma independiente con respecto al español peninsular y americano.

En general, el hecho de que los judíos descendientes de los expulsados de la Península Ibérica continuasen durante siglos hablando una lengua de origen hispánico, o no, dependió de las circunstancias sociopolíticas y culturales de los distintos lugares de asentamiento.

Los llamados sefardíes occidentales (los asentados en países europeos, como los Países Bajos, Italia o el sur de Francia) en el siglo XVIII habían adoptado ya la lengua usada por el resto de la población en sus países de asentamiento. En cambio, en el imperio otomano y en el Norte de África, el régimen político de de mil·let vigente en los estados islámicos, en el cual cada minoría mantenía su propia organización e instituciones (incluidas las instituciones educativas), favoreció que las distintas minorías conservasen también el uso de su propia lengua, sin que existiese una política de unificación lingüística hasta bien avanzado el siglo XIX o principios del XX (según las zonas).

En judeoespañol nunca hubo una norma unificadora, lo cual propició que siempre existiesen distintas variedades del la lengua con igual prestigio. Además, era una lengua que se hablaba en territorios discontinuos, de manera que algunas comunidades de hablantes estaban gegráficamente muy lejos de otras, lo cual favoreció también que se desarrollasen distintas variedades.

La base lingüística del judeoespañol es el castellano de finales de la Edad Media. Como el judeoespañol evolucionó de forma independiente con respecto al español peninsular,  la lengua sefardí ha conservado algunos fonemas que existían en castellano medieval y que en el español actual se han perdido o han evolucionado hacia otros sonidos. La conservación de esos fonemas medievales ha propiciado la impresión de que el judeoespañol es una lengua "antigua" o "arcaica".

Sin embargo, el judeoespañol no es un español medieval fosilizado. Aunque conserva algunos rasgos arcaicos del castellano medieval, tanto en la fonética como en la morfosintaxis y el léxico, es una lengua viva que ha tenido su propia evolución interna y ha recibido también influencias externas. El judeoespañol está considerado por la UNESCO como endangered language o lengua en serio peligro de extinción."


Fuente: Sefardiweb
 



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