sábado, 14 de marzo de 2015

Poeta 278: Mariano Melgar


MARIANO MELGAR




Poeta, músico y prócer de la Independencia del Perú, nacido en la ciudad de Arequipa el 10 de agosto de 1790 fusilado en 1815 por las tropas realistas.

Su padre fue Juan de Dios Melgar y Zanabria, que se había casado en segundas nupcias con Andrea Valdivieso y Gallegos el 3 de diciembre de 1786, con la que llegó a tener once hijos. Fue un niño de inteligencia precoz, que hizo que su padre solicitara una capellanía vacante del pago de Huarango en el valle de Majes el 8 de noviembre de 1796, y, aunque le fue concedida por el obispo Pedro José Chaves de la Rosa Galván y Amado, duró pocos meses porque el prelado dispuso que la dueña de la finca entregara la renta al Juzgado Eclesiástico.

Siguió estudios de Filosofía en el Colegio de San Francisco y en el Seminario Conciliar de San Jerónimo -donde recibió su primera tonsura en 1798- terminó su formación sacerdotal y fue bibliotecario, lo que le permitió ampliar enormemente sus lecturas. En 1810 ascendió de alumno a profesor de Gramática, poco después fue nombrado catedrático de Latinidad y Retórica, luego de Física y Matemáticas y el 21 de septiembre recibe las ordenes menores conferidas por el prelado Luis Gonzaga de la Encina y Perla, el mismo que lo nombra catedrático de Filosofía.

Decide abandonar el Seminario para optar al título de abogado -según parece no llegó a obtenerlo- así que viaja a la capital. En 1813, publica en El Investigador su fábula El Ruiseñor y el Calesero. Un año más tarde, Melgar retorna a Arequipa, se enamora profundamente -nunca sería correspondido- de doña María Santos Corrales, y viéndose rechazado se refugia en el valle de Majes durante unos diez meses. Allí se dedica a escribir elegías, odas, sonetos y tristes y melancólicos yaravíes que cantaba a su amada Silvia (María Santos). El mes de noviembre de 1814 es denunciado por su sobrino, Miguel del Carpio Melgar, ante el Obispo Gonzaga de la Encina de leer libros prohibidos y difundir ideas liberales; los revolucionarios cuzqueños entran en Arequipa al mando del brigadier Mateo Pumacahua; él termina el extenso poema titulado Carta a Silvia y se enrola en el ejército rebelde junto con el Presbítero Mariano José de Arce, con el cargo de Auditor de Guerra. Nadie pudo disuadirlo de la decisión que había tomado para con su patria, ni sus ancianos padres, hermanos, ni su amada Silvia.

Cuando el 11 de marzo de 1815 se inician las acciones bélicas, era evidente la superioridad en número y logística de los realistas, que acabó en una hora con la resistencia de los patriotas. Entre los ciento cincuenta prisioneros que hicieron las tropas realistas, se encontraban el coronel Dianderas, el yerno de Pumacahua, el cacique de Umachiri, y el Auditor de Guerra, quien fue fusilado en el mismo campo de batalla, tras haber sido brutalmente torturado.

La mayor parte de su producción lírica corresponde a la época de vida comprendida entre su salida del Seminario -en julio de 1813- y su enrolamiento en el ejército de Pumacahua -en noviembre de 1814-. En la primera compilación de sus Poesías, realizada por su sobrino Manuel Moscoso Melgar en 1878, se incluía la Carta a Silvia; luego vino otra edición enriquecida, publicada por Aurelio Miro Quezada en 1971 con los auspicios de la Academia Peruana de la Lengua.


SOY ARGOS PARA VER PENAS

Soy Argos para ver penas,
Tántalo de las tristezas,
Hidrópico de amarguras
Y el Fénix de la paciencia.

Soy cual cisne misterioso,
que en agonías extremas,
de mi muerte canto triste
Las canciones postrimeras.

Bebo las ígneas centellas,
Cual salamandra sedienta,
del incendio de fatigas
En que me abraso cual Etna.

Así es que soy un Océano
de tristes graves dolencias,
En quien sin declinar unas
Como a su mar otras entran.

Al fin, soy de penas todo
Universal la tristeza;
que si dios no me alegrara
Por cierto que yo muriera.

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