miércoles, 11 de marzo de 2015

CCXXXI: El cantero y el asno de Mariano Melgar


"Nos dicen ciertas gentes
que es incapaz el indio;
yo voy a contestarles
con este cuentecito.

Bajaba una mañana
un cantero rollizo,
repartiendo y lanzando
latigazos y gritos

sobre su infeliz tropa
de cargados borricos.
 "¡Qué demonio de brutos!
¡Qué pachorra!... me indigno!

Los caballos son otros,
tienen viveza y brío;
pero a ésos no los mueve
ni el rigor más activo".

Así clamaba el hombre;
mas volviendo el hocico
el más martagón de ellos
en buena paz le dijo:

"¡Tras cuernos palos! ¡Vaya!
Nos tienes mal comidos,
siempre bajo la carga,
¿y exiges así el brío?

¿y con azote y palo
pretendes conducirnos?
¿y aun nos culpas de lerdos
estando en ti el motivo?

Con comida y sin carga,
como se ve el rocino,
aprendiéramos luego
sus corvetas y brincos;

pero mientras subsista
nuestro infeliz destino,
¡bestia el que se alentara!
 Lluevan azotes, lindo;

sorna y cachaza, vamos,
para esto hemos nacido".
Un indio, si pudiera,
¿no dijera lo mismo?"

Mariano Lorenzo Melgar Valdivieso (Arequipa, 1790 - Lima, 1815) Poeta peruano. Considerado como uno de los fundadores de la literatura peruana contemporánea, es autor de poemas amorosos de imitación indígena (yaravíes), precedente del nativismo romántico.

De gran precocidad intelectual, cursó filosofía y teología y recibió las órdenes religiosas menores en 1810; pero abandonó la carrera eclesiástica al enamorarse de una dama, María Santos Corrales, la que aparece en sus poemas con el nombre de Silvia. Enseñó latín, retórica, filosofía, física y matemáticas. En 1812 viajó a Lima para estudiar derecho en los claustros de San Carlos, coincidiendo su estancia en la capital con las manifestaciones en favor de la Independencia.

Melgar retornó a Arequipa en 1814; entretanto, su amada Silvia cedió a la oposición de sus padres y rechazó al poeta; el dolor afectó gravemente su salud. Probablemente a ello se debió la excelente traducción de los Remedia amoris de Ovidio, que dejó inédita, y desde luego, la composición Carta a Silvia.Melgar se incorporó poco después a la rebelión emancipadora de Mateo Pumacahua, a quien sirvió como auditor de guerra; tras la batalla de Umachiri fue apresado y sometido a consejo de guerra; el 12 de marzo de 1815 fue fusilado. Póstumamente, en 1878, se editó el volumen Poesías de don Mariano Melgar.

A pesar de su formación neoclásica, la obra de Melgar presenta rasgos prerrománticos: sentimentalismo, amor por la naturaleza, culto a la libertad y fervor patriótico. También resulta prerromántico su interés por las inquietudes del pueblo y su asimilación de una forma mestiza de canción muy extendida en los Andes, el yaraví, en que el idioma es el español pero la música y la temática resultan andinas. Los yaravíes de Melgar significaron el triunfo de esa veta popular entre las capas urbanas y cultas, especialmente en Arequipa, donde un yaraví melgariano es considerado como una especie de himno de la "patria chica".

Los yaravíes son composiciones en metros cortos cuyo tema más común es el lamento amoroso; se cantan con acompañamiento de guitarra o de "quena" (flauta de caña de los indios peruanos). Desde el punto de vista estrictamente literario, los "yaravíes" de Melgar son algo ingenuos, y su versificación es a menudo defectuosa, pero alcanzan un singular dramatismo con la música y con los acentos doloridos de los cantores. Constituyen además una manifestación sumamente interesante del mestizaje cultural en América.

En la forma del yaraví hay, desde luego, huellas de la poesía española de la época (particularmente de Meléndez Valdés). Pero, en el espíritu y en el nombre mismo, el yaraví proviene de los harauis de los incas, canciones líricas de amor o de asuntos campestres, tristes o alegres, y acompañadas por la flauta. Documentados por los cronistas, en los siglos XVI y XVII se los menciona como cantos indígenas y populares, sin precisar bien su carácter. Pero en el siglo XVIII, con la iniciación de la conciencia nacional y los anuncios del Romanticismo, alcanzan nuevo impulso, sobre todo en el sur del Perú, y ya con el carácter específico de poesía triste, de lamentación y soledad.

Compuestos originalmente en lengua quechua, se escribieron luego en español; rural en sus comienzos, el yaraví pasó a la ciudad, y la "quena" se unió o se reemplazó con la guitarra. El centro de esa transformación criolla fue Arequipa, y Melgar el poeta más excelente y de más fuerza dramática. En la edición póstuma de las Poesías de don Mariano Melgar (1878) aparecen sólo diez yaravíes, pero se le atribuyen muchos más, porque su nombre se ha convertido en un símbolo del género. Su poder de atracción es aún tan grande que sus yaravíes siguen cantándose y llorándose noche tras noche en Arequipa.

Aparte de los yaravíes, en las inclinaciones líricas de Mariano Melgar se aprecian diversas facetas: la de poeta erótico, influido principalmente por las anacreónticas que había leído; la de autor de odas, entre las que son dignas de especial mención las dedicadas a la libertad y al mar, con algunas elegías, y la de fabulista, aspecto éste muy singular en las letras peruanas. Cinco son solamente las fábulas que escribió (el cantero y el asno, las abejas, las cotorras en un maizal, los gallos y los pavos y el asno cornudo). Su formación clásica adquirida en sus tiempos del seminario, que no dejó de influirle a lo largo de su breve carrera lírica, lo llevó a traducir composiciones de Ovidio y Virgilio. En su traducción de Remedia amoris de Ovidio modificó ingeniosamente su título por el de Arte de olvidar.



 
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