sábado, 22 de febrero de 2014

Poeta 225: Félix Grande


FÉLIX GRANDE

Hijo de republicanos —su madre trabajó en un hospital durante la guerra civil mientras su padre combatía en el frente —, nació en Mérida, Badajoz, pero vivió su infancia y juventud —desde los dos hasta los 20 años— en Tomelloso (Ciudad Real), donde su abuelo era cabrero. Era guitarrista flamenco cuando, según contó él mismo, decidió cambiar ese instrumento por la literatura, que en su pluma posee mucha relación con la música. En Tomelloso fue jornalero y descubrió el amor.

En 1957 se muda a Madrid, donde "sigue empleado en menesteres alejados del ejercicio profesional de la literatura hasta que en 1961 comenzó a trabajar como redactor en Cuadernos Hispanoamericanos", revista de la que llegará a ser director (1983-1996; a la caída del Gobierno socialista fue destituido y pleiteó para ser restituido a su cargo, lo que consiguió). Dirigió asimismo la revista de arte Galería (1989) y la colección El Puente Literario de la editorial Edhasa (1969-1971). Comenzó su carrera literaria con la poesía y obtuvo su primer premio, el Adonáis en 1963, por Las piedras, "libro de talante existencial en el que explora el tema de la soledad". Dos años después, en 1965, ganaría su primer galardón de narrativa, el Premio Eugenio d'Ors por su novela corta Las calles. Desde entonces no cesó de escribir y de recibir distinciones de todo tipo.

Su obra evolucionó desde la inspiración machadiana y el compromiso social del poemario Las piedras hasta una reflexión sobre el lenguaje y el erotismo. Logró el premio Nacional de Poesía en 1978 por Las rubáiyatas de Horacio Martín, en que se inventa un heterónimo inspirado en el Abel Martín de Machado y en el Ricardo Reis horaciano de Fernando Pessoa.

Como narrador, destacan sus obras Por ejemplo, doscientos (1968), Parábolas (1975), Lugar siniestro este mundo, caballeros (1980), Fábula (1991), Decepción (1994), El marido de Alicia (1995), Sobre el amor y la separación (1996) y La balada del abuelo palancas (2003). Aficionado a la música, letrista y guitarrista él mismo, como flamencólogo escribió García Lorca y el flamenco (1992), Agenda flamenca (1987), Memoria del flamenco (1995), que obtuvo el premio nacional de Flamencología, y Paco de Lucía y Camarón de la Isla (2000). Es miembro de número de la Cátedra de Flamencología y estudios folclóricos.

Félix Grande señalaba que los poetas que le marcaron fueron Antonio Machado, Luis Rosales —de quien fue discípulo y amigo y del que había prologado y seleccionado los poemas de la antología Porque la muerte no interrumpe nada—, y César Vallejo, entre otros. Después de Las rubáiyatas de Horacio Martín no había vuelto a escribir poesía, pero ese silencio de más de 30 años terminó en 2010, cuando incorporó su nuevo poema La cabellera de la Shoá en la antología Biografía y a fines del año siguiente salió Libro de familia.

Estaba casado con la poeta Francisca Aguirre (como él Premio Nacional de Poesía) con la que tuvo una hija, la también poeta, Guadalupe Grande. Falleció el 30 de enero de 2014 en Madrid de un cáncer de páncreas. Sus restos mortales reposan en el cementerio de Tomelloso.

PARA ENVEJECER JUNTOS

Para envejecer juntos nos cogemos las manos,
yo miro tu sonrisa, tú miras mi tristeza;
irán saliendo arrugas en mi alma y tu cabeza
y canas sobre nuestros espíritus humanos;

idéntica vigilia caerá en nuestras historias:
ver al tiempo ir cerrando una a una las ventanas,
me sonreirás lo mismo que todas las mañanas
y será como un ramo de flores mortuorias;

tú eres ese recuerdo que he de tener un día,
yo soy esa nostalgia que poblará tu frente
cuando ya sea un anciano, amada, anciana mía;

pienso en ese futuro tranquilo y arrugado
como en dos viejos libros qua ya no lee la gente,
con tanto como habrán, en silencio, aguardado.

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