domingo, 14 de abril de 2013

Cita CXXXVI: El gemelo perverso de la Tierra


"Nuestro gemelo perverso reúne un 5 por ciento menos del tamaño y la densidad de le tierra. Alberga el mismo tesoro de dióxido de carbono que la Tierra, pero el nuestro se encuentra disuelto en los océanos y atrapado en las rocas, mientras que en Venus forma una cubierta atmosférica densa y sofocante. Ambos planetas cuentas con actividad geológica. La mayor diferencia estriba en el agua: el sancochado Venus sólo tiene el 0,01 por ciento del agua terrestre. Cuatro mil millones de años atrás, cuando el Sol era más tenue, Venus sólo recibió un 40 por ciento más de luz solar que la Tierra actual. ¿Es esto suficiente para causar diferencias tan dispares como el Hades y el Valhalla?

Los científicos creen que sí. Tal vez haya reparado alguna vez en los datos de temperatura que aparecen en los reactores transcontinentales: a 8 kilómetros de altitud imperan unos gélidos -30 °C en el exterior. Por encima de la Tierra, el descenso de temperatura es tan veloz que el agua se congela y queda atrapada en la zona donde se producen los fenómenos meteorológicos. Esto sólo elevaría la temperatura en la superficie unos 10 °C, pero incrementaría la cantidad de vapor de agua en la troposfera en un factor de cinco. Sin embargo, el vapor de agua es un gas de efecto invernadero, de modo que atrapa más radiación, la cual eleva la temperatura, que inyecta más vapor a la atmósfera, que a su vez eleva… y así sucesivamente. Se trata de un bucle de retroacción positiva.

Las moléculas de agua más calientes pueden migrar a alturas mayores en la atmósfera, donde la radiación ultravioleta las descompone en hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno flota hasta llegar al espacio, mientras que el oxígeno queda unido a la corteza. Este proceso galopante evaporaría los océanos en unos pocos de cientos de millones de años, y eso es lo que creemos que le sucedió a Venus.

Pero la cosa es peor aún. A medida que la superficie se calentó y los océanos se evaporaron, las rocas liberaron carbono a la atmósfera para dar lugar a dióxido de carbono, otro gas de efecto invernadero. Sin agua para disolverlo, el dióxido de carbono fue en aumento, atrapó más radiación y elevó todavía más la temperatura. Este segundo proceso galopante constituye el efecto invernadero clásico. Resultado: 480 °C."


Página 335-307. Una historia del Cosmos. La búsqueda de vida en el Universo desde el inicio de los tiempos. Chris Impey. Planeta. Barcelona, España - 2010.  




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