jueves, 23 de agosto de 2012

Poeta 148: Carlos Illescas


CARLOS ILLESCAS

Poeta, ensayista  y guionista guatemalteco nacido en Valle de Asunción en 1918. Gracias a la educación cultural recibida durante su niñez, se inclinó desde muy joven hacia el oficio literario, fundando, junto a Augusto Monterroso, la Revista Acento, desde donde defendió la renovación política y literaria de su país. Perteneció a la generación de poetas de los años 40, caracterizada por difundir  los grandes autores europeos y suramericanos. En 1954, su rebeldía frente al gobierno totalitario de su país, lo obligó a exiliarse en México donde vivió el resto de su vida, produciendo allí la mayor parte de su obra.

Fue jefe del Departamento de producción de Radio UNAM,  director de colecciones poéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México  y docente del Centro universitario de estudios cinematográficos de la misma universidad. Además, años más tarde, colaboró como consejero y agregado de prensa de la Embajada de Guatemala en México. Parte de su extensa obra está contenida en las siguientes publicaciones: "Cuadernos. Friso de otoño" 1958;"Ejercicios" 1959; "Los cuadernos de Marsias" 1973; "Manual de simios y otros poemas" 1977; "El mar es una llaga"1979; "Fragmentos reunidos" en 1981; "Requiem del obsceno" 1982; "Usted es la culpable" 1983; "Llama de mí" 1984 y "Palabra en tierra" 1997. Entre los galardones recibidos se destacan: Premio Xavier Villaurrutia 1983  y Orden Miguel Ángel Asturias 1997. Falleció en la ciudad de México en 1998.

Fuente: A media voz

EL ESPEJO

En la heredad del fruto la dulzura
es nombre con que ríe su corteza
y en luz callada el fuego se improvisa.

Una voz se levanta del regazo del mundo
hasta la tácita quietud,
como si habiendo muerto caminara
de pronto bajo el árbol de la sangre.
Visible caracol baja la espuma.

Abre la herida la doncella
del desvarío, ausente el rostro bello;
su seno triunfa
pero la sombra de la luz que miente,
calla. Vuelve su soledad la dura
infinitud de sombra y ramas
que un nítido asfodelo es la axila gloriosa.

Vano equilibrio el de sus hombros.
Descubro en ella el fruto
gozoso, su palabra y el impuro
deseo de morir bajo otro cielo;
a media voz de alcoba.
Frente al espejo.

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