miércoles, 4 de abril de 2012

Poema 131: César Atahualpa Rodríguez


CÉSAR ATAHUALPA RODRÍGUEZ

Hijo de César Rodríguez y Mercedes Olcay, egresó del Colegio Nacional de la Independencia Americana (1906), se trasladó a Lima e inició estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero hubo de volver a su ciudad natal debido a dificultades económicas. Durante algunos años trabajó como amanuense en una escribanía; y luego entró al servicio de la Biblioteca Municipal, cuya dirección ejerció durante más de cuatro décadas (1916-1959).

En su natal Arequipa integró el Grupo Aquelarre, con aspiraciones netamente modernistas, conformada por una generación variopinta, pero con una misma inquietud de cambio: Percy Gibson, Federico Agüero Bueno, Miguel Ángel Urquieta, Belisario Calle, Renato Morales de Rivera, entre otros. Este grupo arequipeño tuvo cercanía con el grupo Colónida que fundara Abraham Valdelomar, quien los visitó en 1910 y 1919. Editó La Anunciación (1916), en colaboración con Alberto Hidalgo; y participó en la publicación de El Aquelarre (1917), que difundió la voz de los escritores de su generación.

Por su “lacia cabellera y su faz de nigromante andino”, Percy Gibson lo bautizó como César "Atahualpa". En su cargo de bibliotecario desplegó una tenaz labor de acopio y difusión cultural, alternándola con la satisfacción de su ansia de saber; y la Universidad Nacional de Arequipa le confió la cátedra de Historia de la Literatura (1930). Cultivó la poesía, la narración y el ensayo, broquelando un estilo caracterizado por la profundidad y el casticismo. Falleció el 12 de marzo de 1972. 


COMO NACE EL POEMA

Siento mi sangre con sabor a vino
Estoy de codos sobre una amplia mesa
Tengo el mundo en las manos. Mi cabeza
echa brotes de música... Germino

Tomo la pluma que parece al trino
de ave que pica un grano de belleza
Salta un verso flexible; con destreza
pongo en clave de Sol lo que imagino

Letra a letra se forma la figura
de este que nace nueva criatura
venida al mundo con calor humano

Cuando termino de escribir, contento
cojo el poema y al tocarlo siento
que me gorjea un pájaro en la mano