Imagen de un detalle de la Puerta del Sol de la civilización Tiwanaku.
Hasta ahora, todos los grandes estudios genómicos
importantes se han centrado en las poblaciones de Eurasia pero ahora un
equipo internacional de científicos publica, por primera vez, el mayor
retrato genético de las antiguas civilizaciones andinas precolombinas,
un trabajo que dibuja la historia de estas poblaciones desde hace 9000
años hasta la llegada de los españoles.
Los
resultados del estudio, publicados hoy jueves en la revista científica
Cell, muestran diferencias genéticas entre grupos de regiones cercanas,
mezcla de poblaciones dentro y fuera de los Andes, y una sorprendente
continuidad genética en algunas de las civilizaciones antiguas más
conocidas de la región, famosas por su agitación cultural y carácter
cosmopolita.
El estudio, dirigido por David Reich y Lars
Fehren-Schmitz, genetistas de las universidades de Harvard y California,
respectivamente, analiza el genoma de 89 individuos de entre 9000 y 500
años de edad, 64 de ellos (de entre 4500 y 500 años de antigüedad), no
se habían secuenciado nunca.
Además, el análisis
incluye genomas de civilizaciones icónicas de los Andes de las que no
había ningún tipo de información genómica como la Moche, la Nasca, la
Wari, la Tiwanaku y la Inca, lo que le convierte en el proyecto genómico
más importante sobre América Latina hecho hasta la fecha.
"Ha sido un proyecto fascinante y único", destaca Nathan Nakatsuka,
primer autor del trabajo y estudiante de doctorado en el laboratorio de
David Reich en el Instituto Blavatnik en el HMS.
Además, este trabajo equilibra los estudios globales sobre ADN antiguo
que, hasta ahora, se habían centrado en el oeste de Eurasia y habían
obviado a Sudamérica: "Este estudio nos permite comenzar a entender en
alta resolución la historia detallada de los movimientos humanos en esta
parte del mundo extraordinariamente importante", subraya.
Los Andes centrales que rodean a Perú son uno de los pocos lugares del
mundo en los que se inventó la agricultura y en donde se ha documentado
la existencia de las civilizaciones complejas más antiguas de América
del Sur pero, pese a ser un importante centro de investigación
arqueológica, no se había realizado una caracterización sistemática con
el ADN antiguo.
Ahora, gracias a este nuevo estudio,
es posible ver "cómo la estructura genética de los Andes evolucionó con
el tiempo", explica Nakatsuka.
Los análisis revelaron
que hace 9000 años, los grupos que vivían en el altiplano eran
genéticamente diferentes a los de la costa del Pacífico, una diferencia
que aún se ve hoy día y que llama la atención "dada la pequeña distancia
geográfica" entre ambos pueblos, apunta Reich.
Además, hace 5800 años, las poblaciones del norte y las del sur también
eran distintas genéticamente, unas diferencias que también en este caso
se han mantenido en el tiempo.
A partir de ahí, el
intercambio de genes tuvo lugar entre todas las regiones de los Andes y
se frenó drásticamente hace 2000 años.
"Es
emocionante haber sido capaces de determinar la estructura de la
población en los Andes y diferenciar entre los grupos de la costa, el
norte, el sur, de las tierras altas, y de la cuenca del Titicaca",
subraya Fehren-Schmitz.
El estudio también descubrió
intercambios genéticos tanto dentro de los Andes como entre las
poblaciones andinas y no andinas. Así, vieron que los pueblos antiguos
se desplazaban entre el sur del Perú y las llanuras argentinas y entre
la costa norte del Perú y el Amazonas, pasando en gran medida por encima
de las tierras altas.
Fehren-Schmitz, quien estaba
especialmente interesado en determinar si hubo movilidad de larga
distancia en el período inca, se sorprendió al detectar huellas
genéticas de una población de la costa norte no solo alrededor de Cusco,
Perú, sino también en un sacrificio de niños del sur de Argentina, una
práctica conocida gracias a la arqueología y confirmada ahora por la
genómica.
Asimismo, el estudio revela que múltiples
regiones mantuvieron la continuidad genética durante los últimos 2000
años a pesar de las claras transformaciones culturales, "lo que
contrasta con muchas otras regiones del mundo, donde los antiguos
estudios de ADN a menudo documentan un cambio genético sustancial
durante este período", dijo Reich.
"Para nuestra
sorpresa, observamos una fuerte continuidad genética durante el auge y
la caída de muchas de las grandes culturas andinas, como la Moche, la
Wari y la Nasca", explica Nakatsuka.
Solo hubo dos
excepciones, los centros urbanos de las culturas Tiwanaku e Inca que
fueron muy cosmopolitas y albergaron gente de muchos orígenes genéticos,
algo similar a grandes ciudades actuales como Nueva York, "donde
personas de muy diferentes ancestros conviven uno al lado del otro",
comenta el investigador.
En este estudio
multidisciplinar han participado investigadores de muchos países, entre
ellos Alemania, Argentina, Australia, Bolivia, Chile, Estados Unidos,
Perú y Reino Unido.
Fuente: https://www.eldiario.es
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