jueves, 28 de mayo de 2020

Cita CDXCV: La historia que cuentan los restos de tres africanos en una tumba de México




Los cráneos y los dientes modificados de tres personas provenientes de África y
enterradas hace cientos de años en una fosa común en Ciudad de México.

 

Los restos muestran signos de un abuso físico sufrido durante la esclavitud.
Por ejemplo, los huesos manchados de verde indican que la persona
recibió un disparo con perdigones de cobre.


Los tres cráneos eran diferentes a cientos de otros que estaban en una fosa común del siglo XVI que fue descubierta en el Hospital Real de San José de los Naturales en Ciudad de México. Sus dientes frontales presentaban elementos decorativos, tal vez debido a alguna costumbre ritual, lo que los diferenciaba de los de “los naturales”, como se les decía a los indígenas que conformaban la mayoría de los restos encontrados en ese lugar de entierro colonial. Los arqueólogos concluyeron que los tres individuos probablemente eran esclavos africanos, pero necesitaban más pruebas para estar seguros.

Ahora los investigadores han extraído información genética de los dientes de los individuos, con lo que confirmaron que eran africanos, quizás de los primeros en ser sacados a la fuerza de su tierra natal y trasladados al continente americano.

“Estudiamos sus esqueletos completos. Queríamos saber qué padecían, no solo las enfermedades, sino también el abuso físico para poder contar sus historias”, dijo Rodrigo Barquera, estudiante de posgrado en el Instituto Max-Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Alemania. “Tiene implicaciones en toda la historia del periodo colonial de México”. Los hallazgos, publicados en Current Biology, ofrecen un vistazo a la vida de estas personas antes de sus viajes forzados y muestran algunas de las enfermedades infecciosas que la trata transatlántica de esclavos pudo haber traído al Nuevo Mundo.

En 1518, el rey Carlos I de España autorizó el transporte directo de esclavos desde África hasta América. En 1542, promulgó Las Leyes Nuevas que prohibían que los colonos del virreinato de la Nueva España utilizaran a los pueblos indígenas como esclavos. La ley liberó a miles de trabajadores indígenas, pero aumentó la demanda de esclavos africanos, criollos, mulatos y otras personas de ascendencia africana para que trabajaran como sirvientes, cocineros, mineros y agricultores. Entre 1518 y 1650, unos 120.000 africanos esclavizados llegaron al territorio que actualmente es México. Los colonizadores españoles ya habían exigido el control de estos grupos porque creían que resistían a las enfermedades traídas de Europa —como la viruela, el sarampión y la fiebre tifoidea— que, junto con la brutal conquista europea, casi habían eliminado a la población indígena.

El Hospital Real de San José de los Naturales fue creado alrededor de 1530 para atender exclusivamente a pacientes indígenas, muchos de los cuales morían debido a los brotes de viruela. Los tres africanos también fueron tratados allí. Cuando murieron, fueron enterrados junto a los indígenas. Tal vez todos fueron víctimas de una epidemia, dijo Barquera.

Los restos de los tres individuos fueron recuperados en 1992 durante la construcción de una nueva línea del metro en la ciudad. Los arqueólogos notaron que sus dientes tenían limaduras decorativas que también se presentaban en esclavos africanos en Portugal, y la práctica continúa hasta el día de hoy en algunos grupos étnicos subsaharianos. Eso hizo que los investigadores sugirieran que esas tres personas eran africanas.

“No sabemos exactamente si eran negros esclavos o negros libres”, dijo Lourdes Márquez Morfín, arqueóloga de la Escuela Nacional de Antropología e Historia en Ciudad de México. Pero el trauma que muestran sus esqueletos indica que eran esclavos. “Uno tenía estos disparos”, dijo Barquera refiriéndose a cinco piezas de perdigones en la cavidad torácica de un hombre. “Se podía ver que el hueso estaba manchado con un pigmento verdoso de cobre porque las balas permanecieron en el cuerpo de este individuo hasta que murió”.

Algunos de los hombres mostraban signos de deficiencias nutricionales, fracturas de cráneo y piernas y deformidades en los hombros, lo que indica que realizaron trabajos agotadores y sufrieron fuertes abusos físicos. Todos murieron entre los 25 y los 35 años.

Barquera y su equipo extrajeron un molar de cada uno de los tres cráneos para sintetizar y analizar su ADN. Las firmas genéticas obtenidas de los molares mostraron que los tres hombres provenían de África occidental o meridional. También encontraron isótopos en los dientes que indicaban que todos nacieron y crecieron fuera de México.

“Se planteó la hipótesis de que tal vez eran descendientes de africanos y nativos americanos o africanos y europeos, pero ese no es el caso”, dijo Barquera.

El equipo también secuenció el genoma de los patógenos recuperados de los restos óseos. Uno de los hombres estaba afectado por el virus que causa la hepatitis B y otro tenía una bacteria que causa pian, una infección de la piel similar a la sífilis.

Los hallazgos son de los primeros ejemplos conocidos de esos patógenos en restos humanos en el continente americano, así como la primera evidencia directa de que los patógenos de África pudieron haber sido traídos a América durante el principio del periodo colonial, dijo Johannes Krause del Max-Planck y el coautor del estudio de Barquera. Krause agregó que es posible que los hombres hayan contraído las enfermedades durante los hacinados viajes transoceánicos.

“Siempre estamos tan enfocados en la introducción de enfermedades por parte de los europeos y los españoles”, dijo Krause, “que creo que subestimamos cuánto contribuyó la trata de esclavos y la fuerte migración de África a América a la propagación de enfermedades infecciosas en el Nuevo Mundo”.

El artículo “hace un muy buen trabajo de reunir datos arqueológicos, osteológicos, moleculares e isotópicos que nos dan un vistazo a la vida de los primeros africanos coloniales, probablemente esclavos”, dijo Anne Stone, genetista antropológica de la Universidad Estatal de Arizona, quien no participó en la investigación.

Hannes Schroeder, arqueólogo de la Universidad de Copenhague, dijo que las múltiples evidencias del estudio “pintan una imagen muy detallada de la vida de estas personas, sus orígenes y experiencias en el continente americano, que nos recuerda una vez más la crueldad de la trata trasatlántica de esclavos y el impacto biológico que tuvo en los individuos y las poblaciones del Nuevo Mundo”.