El
gobierno chileno ha condenado un estudio en el que investigadores
anunciaron que una pequeña momia que anteriormente se había dicho que
podría ser de un extraterrestre en realidad era el esqueleto de una niña humana.
El análisis del esqueleto, hallado en el desierto de Atacama, es poco
ético, a decir del gobierno de Chile, que inició una investigación para
determinar si se había realizado un saqueo de tumbas para obtener el
estudio.
El Consejo de Monumentos Nacionales de Chile
afirmó en un correo electrónico enviado el 27 de marzo que había
iniciado una investigación para determinar si los restos de la niña
fueron exhumados de manera ilegal en 2003 y sacados del país a modo de
contrabando. El consejo entregó sus registros al Ministerio Público de
Chile como respuesta a protestas de investigadores chilenos, quienes
sostuvieron que la tumba fue saqueada para robar el esqueleto
momificado, lo que constituye una violación a las leyes del país.
“Se
trata de una ofensa hacia la niña, su familia y el patrimonio de
Chile”, comentó Francisca Santana Sagredo, antropóloga biológica de la
Universidad de Antofagasta y de la Universidad de Oxford.
En
una entrevista telefónica, dos autores del estudio, Garry P. Nolan,
inmunólogo de la Universidad de Stanford, y Atul Butte, de la
Universidad de California en San Francisco, defendieron la ética de su
investigación.
“No
estuvimos involucrados ni supimos cómo se obtuvo el esqueleto en primer
lugar; tampoco supimos de qué forma se vendió o exportó a España”,
aseveró Butte. “No tuvimos motivos para sospechar que en este caso se
hubiera obtenido la muestra ilegalmente”. Butte señaló que durante
quince años hubo reportajes en la televisión chilena acerca de los
restos sin que el gobierno investigara el caso.
Los
reportajes, que datan de principios de la década de los 2000, señalan
que un hombre llamado Óscar Muñoz descubrió la momia de quince
centímetros de largo cerca de una iglesia abandonada en un pueblo
fantasma llamado La Noria. El cuerpo llamó la atención no solo por su
tamaño, sino por sus anomalías, incluyendo un cráneo alargado que
termina en punta, unas cuencas oculares gigantescas y huesos que tenían
la madurez de los de un niño de 6 años.
Surgió
el rumor de que Muñoz había descubierto un extraterrestre y el cuerpo
recibió el apodo de Ata, en honor al desierto de Atacama del que
supuestamente provenía.
Con
el tiempo, Ata terminó en la colección privada en Barcelona de Ramón
Navia Osorio, quien no respondió de inmediato a una solicitud por correo
electrónico en el que se le preguntaba si había obtenido los restos de
Ata de forma legal.
En
2012, los productores de un documental en el que se afirmaba que había
evidencia de ovnis tuvieron acceso al esqueleto de Ata. Cuando Nolan
supo de sus esfuerzos, se ofreció a analizar muestras de ADN si se las
enviaban.
Trabajando
con un equipo de investigadores tanto de Stanford como de la
Universidad de California, San Francisco, Nolan reconstruyó el genoma de
Ata en su totalidad. Concluyeron que lejos de tratarse de un
extraterrestre, Ata era una niña chilena probablemente mortinata y con
padecimientos óseos que antes se desconocían.
La
publicación del estudio en la revista Genome Research enfureció a
algunos investigadores en Chile, donde el saqueo y la venta de
artefactos e incluso momias ha sido un problema desde hace mucho tiempo.
“Un
estudio de características similares en el que se utilicen restos de un
feto desenterrado de un cementerio en un país desarrollado seguramente
provocaría otras reacciones”, criticó la Sociedad Chilena de
Antropología Biológica en una declaración.
La
sociedad también firmó una carta, junto con varios investigadores
chilenos, que fue enviada el 28 de marzo a Genome Research, la revista
donde se publicó el estudio de Ata.
Gabriel
León, genetista de la Universidad Andrés Bello y uno de los firmantes,
comentó que esperaba que la revista se retractara del estudio. “Sería
una señal contundente respecto a este tipo de investigaciones en
muestras humanas robadas del país”, dijo León.
Hilary
Sussman, editora de Genome Research, explicó que la revista “está
prestando atención” al tema del estudio del ADN en restos humanos
antiguos y que “en un futuro los abordarán de nueva cuenta dentro de la
publicación”.
Butte
señaló que la investigación contribuyó a ponerles punto final a las
historias excéntricas acerca de Ata. “El estudio ha ofrecido una base
científica definitiva para terminar con las historias sin rigor
científico respecto a la naturaleza humana real del esqueleto y darle el
respeto que se merece”, dijo el investigador de de la Universidad de
California en San Francisco.
Santana
Sagredo y otros científicos chilenos señalaron que la investigación del
ADN en restos humanos antiguos en su país podría generar información
relevante.
No
obstante, afirmaron que el valor de esos descubrimientos no debería
estar por encima del tratamiento ético de los restos humanos. A Santana
Sagredo le preocupa que el estudio de Ata fomente el saqueo. “La gente
podría seguir su ejemplo”, dijo.
Fuente: https://www.nytimes.com
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