domingo, 3 de mayo de 2020

Cita CDLXXXVIII: La investigación como arma frente a la pandemia del COVID-19





Con cierta frecuencia se vuelve a analizar la importancia de la inversión en investigación. Para entender este debate debemos definir rápidamente qué es investigación. Se entiende como tal al desarrollo de un conjunto de actividades con la finalidad de generar conocimiento. La investigación se basa en el ya conocido método científico, que no es más que un instrumento de validación universal utilizado en las ciencias (naturales y sociales) e ingeniería (ciencia aplicada). Pero este método no es ningún descubrimiento actual, sino que es algo racional del ser humano desde que es humano. La actitud científica la viene aplicando el hombre desde sus inicios para conocer el mundo que lo rodea y poder sobrevivir, observando e infiriendo conclusiones a dichas observaciones.

A partir del s. XVI con el auge del saber por saber, de analizar y reflexionar, sin tener como objetivo hallar rendimiento alguno más que la satisfacción del conocimiento, es cuando esta actitud científica se consolida como el método utilizado actualmente, controlando e imponiendo rigor en cada una de sus fases y produciendo el desarrollo de lo que denominamos ciencia e investigación básica. Esa ciencia e investigación básica son la base de la investigación aplicada, porque toda la tecnología que nos rodea es producto de la ciencia. 

Sin ciencia no hay tecnología y si no recordemos los muchos ejemplos que nos muestra la historia: ni Newton pensaba en el desarrollo de la carrera espacial cuando planteaba la ley de la gravitación universal, ni Faraday desarrolló sus leyes de inducción para ser usadas en los motores de los autos, ni Curie pensaba en crear una nueva fuente energía cuando descubría el plutonio y la radiactividad, ni si quiera Fleming fue consciente de la importancia de los antibióticos al descubrir la penicilina sino hasta su uso en la II Guerra Mundial, ni Einstein pensó que su teoría de la relatividad serviría de aplicación en satélites y GPS. 

Estos y muchos ejemplos más no hacen más que reforzar que ciencia y tecnología van de la mano y que con ellas se mejoran las sociedades porque producen bienestar poblacional. Y, de esta manera, pasamos del binomio ciencia y tecnología al trinomio ciencia, tecnología y sociedad. 

Todos los avances conseguidos con las dos primeras nos indican que, en términos generales, el mundo está mejor preparado que hace un siglo. Pero a pesar de que muchas veces vayamos por delante, como por ejemplo controlando epidemias como el sarampión, rubéola, cólera, etc., otras veces aún vamos por detrás como con el cáncer, dengue o la pandemia producto del Covid 19; y esto nos indica que debemos seguir impulsando la investigación. Esta pandemia revelará nuestras debilidades como país y sociedad, pero a cambio nos enseñará lo que debemos trabajar y mejorar.

En las últimas semanas hemos visto como grupos peruanos de investigación ponen a disposición de la sociedad todos sus conocimientos como armas frente a la pandemia. Van desarrollando, contra reloj, respiradores, equipos de protección personal, algoritmos de seguimiento de casos positivos, etc. 

Y esto nos recuerda lo importante que es que las universidades peruanas (públicas y privadas) retomen el concepto dual de Universidad por definición: institución no solo de enseñanza superior sino también de investigación. Nos recuerda que es desde las universidades desde donde se genera conocimiento y es desde donde se debe promocionar, fomentar y potenciar la investigación, la formación de investigadores y la cooperación con grupos de investigación internacionales. 

Y a la vez, todo esto nos muestra que es el Estado peruano quien debe apoyar a estas instituciones y otras empresas privadas, gastando e invirtiendo en Ciencia y Tecnología. Gastando más en ciencia porque la ciencia genera conocimiento sin obtener necesariamente un rendimiento inmediato. Invirtiendo más en tecnología porque la tecnología aprovecha los conocimientos para desarrollar productos que sí producen rendimiento y bienestar poblacional inmediato.

El conocimiento científico genera sociedades más exigentes, sociedades capaces de desarrollar la tecnología necesaria para solucionar los problemas. Ciencia, Tecnología y Sociedad (I+D+i) son las armas más potentes que tenemos para salir de esta situación. En resumen, más científicos (ciencia) e ingenieros (tecnología), y mejores políticos (sociedad).

Por: Nicola Tarque, doctor en ingeniería y docente PUCP

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