La
solterona junto con otras tres obras formó parte originalmente de un
volumen titulado Old New York, compuesto por cuatro “nouvelles”
independientes que repasaban cuatro décadas de la vida de la alta
burguesía neoyorkina de finales del siglo XIX. Un
error de juventud lleva a Charlotte Lovell a solicitar el auxilio de su
prima Delia Ralston, desencadenando un acto de renuncia que sellará de
forma definitiva su vínculo y marcará un antes y un después en sus
relaciones personales. Las perspectivas divergentes de ambas mujeres
sobre la existencia y el entorno social que las rodea, hacen aflorar una
serie de emociones complejas y a veces contradictorias, como los celos,
los remordimientos y el rencor, pero también los sentimientos de
ternura y cariño.
En el viejo Nueva York de 1850 despuntaban unas cuantas familias cuyas vidas transcurrían en plácida opulencia. Los Ralston eran una de ellas. Los enérgicos británicos y los rubicundos y robustos holandeses se habían mezclado entre ellos dando lugar a una sociedad próspera, cauta y, pese a ello, boyante. Hacer las cosas a lo grande había sido la máxima de aquel mundo tan previsor, erigido sobre la fortuna de banqueros, comerciantes de Indias, constructores y navieros.
Aquellas gentes parsimoniosas y bien nutridas, a quienes los europeos tildaban de irritables y dispépticas solo porque los caprichos del clima les habían exonerado de carnes superfluas y afilado los nervios, vivían en una apacible molicie cuya superficie jamás se veía alterada por los sórdidos dramas que eventualmente se escenificaban entre las clases inferiores. Por aquellos días, las almas sensibles eran como teclados mudos sobre los cuales tocaba el destino una melodía inaudible.
Los Ralston y sus ramificaciones ocupaban una de las áreas más extensas dentro de aquella sociedad compacta de barrios sólidamente construidos. Los Ralston pertenecían a la clase media de origen inglés. No habían llegado a las colonias para morir por un credo, sino para vivir de una cuenta bancaria. El resultado había superado sus expectativas y su religión se había teñido de éxito. El espíritu de compromiso que había encumbrado a los Ralston encajaba a la perfección con una Iglesia de Inglaterra edulcorada que, bajo la conciliadora designación de Iglesia Episcopal de los Estados Unidos de América, suprimía las alusiones impúdicas de las ceremonias nupciales, omitía los pasajes conminatorios del Credo atanasiano y entendía más decoroso rezar el padrenuestro dirigiéndose al Padre mediante el arcaizante pronombre «vos». Extensivo a todo el clan era el rechazo sistemático a las religiones incipientes y a la gente sin referencias. Institucionales hasta la médula, constituían el elemento conservador que sustenta a las sociedades emergentes como la flora marina sustenta la orilla del mar.
Primeros párrafos de La solterona.
EDITH WHARTON
(Edith Newbold Jones; Nueva York, 1862 - Saint-Brice, Seine-et-Marne, 1937) Escritora estadounidense. Es una de las más notables novelistas estadounidenses. Perteneciente a una antigua familia de Nueva York, en 1907 se instaló en París. Por servicios rendidos a Francia durante la Primera Guerra Mundial le fue concedida la orden de la Legión de Honor. Fue la primera mujer doctorada en Letras por la Universidad de Yale, y en 1930 fue nombrada miembro de la Academia Americana de Artes y Letras. Amiga de Henry James, se relacionó asimismo con otras figuras de la intelectualidad de la época, como F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y Jean Cocteau. Se dio a conocer con un relato histórico, El valle de la decisión, aparecido en 1902. Desde entonces publicó casi un libro por año hasta su muerte. Obtuvo fama con La casa de la dicha (1905), obra con la que inició el período más fértil de su actividad literaria: El fruto del árbol (1907), Madame de Treymes (1907), Ethan Frome (1911), El arrecife (1912), Verano (1917). Su mejor novela, La edad de la inocencia (1920), constituye un retrato de los prejuicios sociales imperantes en Nueva York. Son notables también las novelas La recompensa de la madre (1925) y Llegan los dioses (1932), y los cuentos recogidos en Cuentos de hombres y de fantasmas (1910) y Xingu y otras narraciones (1916).
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: La hija del capitán. Pequeños tesoros de la literatura
- Libro: La sonata a Kreutzer. Pequeños tesoros de la literatura
- Libro: Los Cenci. Pequeños tesoros de la literatura
Autor(es): Edith Wharton
Editorial: RBA
Páginas:
Tamaño: 13 x 20 cm.