viernes, 14 de febrero de 2025

Cita DCCCXXV: La crisis de los aranceles por Carlos Contreras Carranza

Las guerras de son harina conocida en la historia económica del mundo y parece que el mandatario del copete anaranjado acaba de iniciar un nuevo capítulo en su afán de reposicionar a en el liderazgo del planeta, al menos en lo que a economía se refiere.

Los aranceles son los impuestos con que se grava a los productos traídos del extranjero. De hecho, es una de las fórmulas más antiguas para que los gobernantes puedan agenciarse de rentas. En el Perú, echaron raíces desde la época española, bajo el nombre aparentemente árabe de ‘almojarifazgo’. Como el comerciante que trae los productos, de ordinario traslada el impuesto al consumidor, el efecto del arancel es la elevación de los precios y, con ello, una caída de las ventas. El encarecimiento de los productos extranjeros puede ser, entonces, aprovechado por fabricantes nacionales para darle más salida a su industria, con lo que crecen los empleos dentro del país y, al reemplazar los bienes importados por los nacionales, la economía se vuelve más autosuficiente. En la historia de las revoluciones industriales, los aranceles han sido uno de los pilares de la política y una de las piezas claves de lo que en el siglo XIX se llamaba el “sistema americano” de desarrollo.

El sistema británico proponía, en cambio, la eliminación de las barreras al comercio, de modo que los consumidores accedan a los precios más bajos y a los productos de mejor calidad. Cuando en los mediados del siglo XIX los aranceles en el país del tío Sam andaban por el 50% sobre el valor de los productos, en Inglaterra eran apenas de una media del 5,8%. En el sistema británico, cada país iría descubriendo de a pocos su “ventaja comparativa”: unos serían buenos para producir cobre; otros, para fabricar relojes. Desde aquel entonces, podemos decir que ha sido la política británica la que se ha impuesto, y así el mundo fue testigo del derrumbe de las murallas arancelarias que bloqueaban artificialmente el tráfico de bienes.

Sin embargo, dicha cruzada para liberar el comercio de trabas ha topado con episodios de guerras arancelarias, que no pocas veces han terminado desatando guerras cruentas de misiles y cañonazos. Uno de los primeros ocurrió a raíz de la depresión de 1873, que trajo una reducción de los precios de los productos agrícolas, que por entonces componían la mayor parte del comercio mundial.

No es muy claro si la disminución de los precios fue resultado de la depresión, de la incorporación de nuevos territorios a la agricultura comercial o de los avances en la tecnología del transporte, el hecho es que los agricultores europeos clamaron a sus gobiernos por protección. Francia impuso un arancel para el trigo, que provenía sobre todo de Estados Unidos. Alemania e Italia levantaron también sus murallas arancelarias y los demás países europeos los imitaron. La búsqueda de colonias en el Asia y el África para proveerse de alimentos baratos, así como dar con nuevos mercados donde colocar sus manufacturas, como América Latina, fueron consecuencias de esta guerra arancelaria.

La tensión entre las naciones europeas creció y desembocó en la Gran Guerra de 1914, más tarde conocida como la Primera Guerra Mundial. Más adelante, en el marco de la Gran Depresión de 1929-1935, estalló una nueva guerra de aranceles, que esta vez tuvo a Estados Unidos como protagonista. En 1930, cuando se había convertido en el mercado más importante del planeta, impuso unos aranceles elevados, pero que tenían el antecedente del arancel británico de 1921, emitido para la protección de la industria. En 1935, el valor del comercio mundial se había reducido a solamente un tercio del de 1929. Poco tiempo después comenzó la guerra más mortífera de la que se tiene memoria.

Esperemos que esta crisis de los aranceles no escale y pronto la calma vuelva al mundo.

Fuente: https://elcomercio.pe

Por: Carlos Contreras Carranza es Historiador y profesor de la PUCP

 

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