martes, 2 de abril de 2024

Cita DCCLXXVI: Asesinatos yihadistas en teatros rusos. Una obra siniestra que tiene antecedentes

El auditorio del teatro Crocus City Hall de las afueras de Moscú en la noche del viernes 22 de marzo estaba lleno hasta sus tres cuartas partes de los 6200 asientos. Una multitud nostálgica esperaba ver a Picnic, una banda de música popular que sobrevive desde la época soviética, desde principios de la década de 1980. Parte del público todavía compraba comida o dejaba sus pesados abrigos en el guardarropa.

Faltaban unos 10 minutos para que empezara el show cuando comenzaron los disparos. “Al principio pensé: fuegos artificiales o algo así”, dijo un asistente a The Associated Press. “Miré a mi amigo y él también dijo: ‘Fuegos artificiales, probablemente’”.

No. Al menos cuatro hombres vestidos con uniformes de camuflaje caqui y con armas automáticas estaban en el edificio y disparaban para todas partes sin mirar a quién. Luego incendiaron el escenario y toda la sala.

Fue el inicio del ataque más mortífero en años en suelo ruso, dejó 133 muertos y más de 180 heridos en lo que el presidente Vladimir Putin llamó “un acto terrorista bárbaro y sangriento”. El Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad y fue confirmado por funcionarios de inteligencia estadounidenses.

El Crocus City Hall es un enorme complejo comercial y de entretenimiento en Krasnogorsk, un suburbio en el extremo noroeste de Moscú. Fue construido por el multimillonario y promotor inmobiliario nacido en Azerbaiyán Aras Agalarov, quien tenía vínculos con Donald Trump antes de que se convirtiera en presidente de Estados Unidos. Cuando Trump era copropietario del concurso de belleza Miss Universo, firmó un acuerdo con Agalarov para realizar el evento en el Crocus en 2013.

No es la primera vez que los rusos padecen una situación sangrienta dentro de un teatro. En 2002 ocurrió la crisis de los rehenes del teatro Dubrovka de Moscú (también conocida como el asedio Nord-Ost). Entre 40 y 50 terroristas chechenos armados tomaron el Teatro Dubrovka el 23 de octubre de 2002 y capturaron a 850 rehenes. Los terroristas, liderados por Movsar Baráyev, exigían la retirada de las fuerzas rusas de Chechenia y el fin de la Segunda Guerra de ese país arrasado por Rusia.

Debido a la arquitectura del teatro, en su plan de aniquilamiento de los terroristas, las fuerzas especiales recorrieron y lucharon cuerpo a cuerpo en un corredor de 30 metros hasta llegar a una sala donde estaban los rehenes. Los terroristas tenían una cantidad importante de explosivos y los colocaron en el centro del auditorio. Dos rehenes fueron asesinados en este asalto que duró dos días y medio. Trabajaron fuerzas de seguridad de Spetsnaz, los grupos Alpha y Vega del Servicio Federal de Seguridad (FSB), apoyados por una unidad SOBR del Ministerio del Interior ruso (MVD). Entonces decidieron introducir un agente químico no revelado en el sistema de ventilación del edificio, después de lo cual, comenzó la operación de rescate.

Todos los terroristas fueron eliminados, unos 130 rehenes murieron, incluyendo nueve extranjeros, debido a reacciones motivadas por el gas. Todos menos dos de los rehenes que fallecieron durante el asedio murieron por la sustancia tóxica introducida al teatro para dominar a los atacantes. El uso del gas fue ampliamente criticado como una acción exagerada de mano dura, pero los gobiernos estadounidense y británico consideraron que las acciones del gobierno ruso eran justificables. Eran otros tiempos, desde ya.

Todos los terroristas fueron eliminados, unos 130 rehenes murieron, incluyendo nueve extranjeros, debido a reacciones motivadas por el gas. Todos menos dos de los rehenes que fallecieron durante el asedio murieron por la sustancia tóxica introducida al teatro para dominar a los atacantes. El uso del gas fue ampliamente criticado como una acción exagerada de mano dura, pero los gobiernos estadounidense y británico consideraron que las acciones del gobierno ruso eran justificables. Eran otros tiempos, desde ya.

El marido de la actriz Concha Robles, un comandante de Caballería llamado Carlos Verdugo, destinado en Cuenca, había llegado a Almería, ingresó al teatro, logró colarse en el escenario y cuando la actriz entraba en escena, disparó varios tiros.

Segundos después, apareció un joven en el escenario, malherido y espantado que se arrojó al público gritando que eran “balas de verdad”. A continuación, se la vio a Concha Robles. Tambaleante, cayó muerta sobre las tablas.

Poco después, uno de los actores de la compañía Tudela-Monteagudo anunció, estremecido, que Robles había sido asesinada. El muchacho, que era un empleado de la imprenta donde se hacían los volantes de la obra, también murió. Dos de los proyectiles le habían herido en el vientre y se encontraba en estado grave. La actriz había intentado refugiarse tras él al ver las intenciones de su marido, pero este disparó igualmente. Falleció en el hospital al amanecer.

El asesino intentó matarse pero solo se hirió en la cabeza.

Y si hablamos de crímenes en un teatro, inmediatamente viajamos al 14 de abril de 1865 por la noche, en Washington D.C. enlos días en que la Guerra civil estadounidense llegaba a su fin. El presidente Abraham Lincoln era baleado en el palco de un teatro y moría al día siguiente. El hecho ocurrió cinco días después de que el comandante general del Ejército de Virginia del Norte, Robert E. Lee, rindiera sus tropas ante el general Ulysses S. Grant y al Ejército del Potomac. El atentado fue planeado y llevado a cabo por el actor y simpatizante de la causa confederada John Wilkes Booth, como parte de una conspiración destinada a reunir las tropas confederadas restantes para que siguieran luchando. Booth reclutó a varios cómplices, David Herold, Lewis Powell (también llamado Lewis Payne) y George Atzerodt, a quienes encargó el asesinato del secretario de Estado William H. Seward y del vicepresidente Andrew Johnson. Con este triple asesinato, Booth esperaba crear el caos y derrocar al gobierno de la Unión. Nada de eso ocurrió.

Y en el terreno de la representación cinematográfica, nos trasladamos a la ópera de Palermo. En el final de El Padrino III, ubicados en las escalinatas del teatro, Sofia Coppola en la piel de Mary Corleone, la hija de Michael, muere asesinada por una bala destinada a su padre. Todo es teatral. Muchos dicen que allí también moría la carrera como actriz de Sofia. Afortunadamente, nacía la de una directora.

Fuente: https://www.clarin.com

Por: Hector Pavon

 

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