Dentro de su agitada e irreverente trayectoria, el célebre poeta arequipeño Alberto Hidalgo (1897-1967) escribió varios libros dedicados a exaltar la imagen del Perú. Despedimos las Fiestas Patrias invitándoles a leer uno de sus poemarios más coloridos y festivos: Carta al Perú (1953).
Alberto Hidalgo (Arequipa, 1897 – Buenos Aires, 1967) debe ser el poeta peruano que más enemistades y rencores ha provocado a lo largo de su vida. Ser cultor acérrimo del vanguardismo y, sobre todo, de sí mismo, determinó que su trayectoria siempre estuviera marcada por la polémica y los enfrentamientos con otros escritores peruanos y extranjeros. Afortunadamente, ésta irreverencia estuvo acompañada por un constante impulso creativo que lo llevó a escribir varios poemarios, cuentos, obras de teatro y libelos que dirigía en contra de sus detractores.
Siempre irreverente y confrontacional, la obra poética de Alberto Hidalgo inicia muy tempranamente con la publicación de Arenga Lírica al Emperador de Alemania (1916), un poemario insólito que en pleno contexto de la 1ra Guerra Mundial se enfrentó a la opinión mayoritaria de los peruanos que preferían estar a favor de Francia y de la paz. Así inició una amplia producción lírica con varias etapas y altibajos donde podemos destacar los ya clásicos Química del espíritu (1923), Simplismo (1925) y Descripción del cielo (1928) junto a otros títulos importantes como Actitud de los años (1933) y Dimensión del hombre (1938). Prácticamente todos estos libros son compuestos en Buenos Aires, ciudad donde Alberto Hidalgo radicó desde 1919 hasta el día de su muerte a los 70 años. La efervescencia del ultraísmo en ésta ciudad van a influenciar fuertemente su concepción de la poesía hasta el punto de inspirarle la creación de su propio “ismo”: el simplismo.
Sin embargo, el codearse con una gran cantidad de escritores internacionales en una de las ciudad más cosmopolitas de la región y asumir el individualismo de una forma radical en su vida y en su obra, no impidió que Alberto Hidalgo se viera afectado por la nostalgia. A partir de los años 50, su obra poética va a dedicarse en gran parte a exaltar la tierra que lo vio nacer. Carta al Perú (1953), Patria completa (1960), Historia peruana verdadera (1961) y Árbol genealógico (1963) son libros donde la imaginación del poeta se desborda en favor de enaltecer la imagen del Perú. Estos libros pueden comprobar que Alberto Hidalgo ejercía todos sus recursos y toda su pasión no solo cuando atacaba a sus enemigos sino también cuando buscaba celebrar y enaltecer a personajes y temas afines a él.
Tal como el título lo indica, Carta al Perú (Librería “El Ateneo”, 1953) está escrito a manera de un mensaje dirigido a la idea de nuestro país que conservaba Alberto Hidalgo en su agitado imaginario. Contiene 24 poemas que abundan en imágenes y descripciones sobre el Perú y que utilizan como principal recurso la metáfora. Desde vegetales hasta ciudades, países y animales, cada elemento es glorificado por igual gracias a una voz que nunca parece perder la energía y la velocidad: “Cóndor superavión de nacimiento/ Postrera aspiración del primer reino/ Último estado del animal en trance de convertirse en astro” (p. 55). Por supuesto, no podían faltar un exaltado poema dedicado a Lima (XX): “En Lima es donde el gusto de las horas/ Se lo advierte en la forma de sacarles cuociente a los sentidos/ En que los ojos lo primero que hacen sin duda es entregarse/ En que entran las mujeres en la cama como en una piscina/ Y en que los hombres van al sastre como si fueran a encargar su estatua” (p. 62). Sin embargo, es en el poema dedicado a Arequipa (XXI) en que su tan exacerbado yo se funda con la propia materia de la Ciudad Blanca: “Ciudad de la que soy como una calle/ Y a veces como un viento a cuyo paso se cierran las ventanas/ Una corriente de escándalo en la que se suicidan los pulmones/ El jirón del ocaso que se queda colgado de las cúpulas/ Lo volado del ave su senda repentina su trayecto” (p. 64).
Así como en sus mejores libros Alberto Hidalgo enaltece el yo y el individualismo como garantías de lo original y lo renovador, en Carta el Perú nuestro país parece tomar el lugar de su propia persona para ser blanco de todo un arsenal colorido de metáforas. En este sentido es buen libro para iniciarse en la obra de Alberto Hidalgo, así como también un singular texto celebratorio sobre nuestro país que uno puede leer dejando por un momento al lado los remordimientos y las frustraciones de nuestra historia. En Alberto Hidalgo todo es extremo: sus enemigos son reducidos a escombros y sus preferidos ensalzados como entes divinos. El Perú, afortunadamente, se encuentra entre este segundo grupo.
Fuente: https://www.casadelaliteratura.gob.pe
Por: Antonio Chumbile
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