domingo, 29 de septiembre de 2024

Libro: La llamada de lo salvaje. Grandes novelas de aventura

 

 

Buck no leía los periódicos, de lo contrario habría sabido que una amenaza se cernía no sólo sobre él, sino sobre cualquier otro perro de la costa, entre Puget Sound y San Diego, con fuerte musculatura y largo y abrigado pelaje. Porque a tientas, en la oscuridad del Ártico, unos hombres habían encontrado un metal amarillo y, debido a que las compañías navieras y de transporte propagaron el hallazgo, miles de otros hombres se lanzaban hacia el norte. Estos hombres necesitaban perros, y los querían recios, con una fuerte musculatura que los hiciera resistentes al trabajo duro y un peloabundante que los protegiera del frío.

Buck vivía en una extensa propiedad del soleado valle de Santa Clara, conocida como la finca del juez Miller. La casa estaba apartada de la carretera, semioculta entre los árboles a través de los cuales se podía vislumbrar la ancha y fresca galería que la rodeaba por los cuatro costados. Se llegaba a ella por senderos de grava que serpenteaban entre amplios espacios cubiertos de césped y bajo las ramas entrelazadas de altos álamos. En la parte trasera las cosas adquirían proporciones todavía más vastas que en la delantera.

Había espaciosas caballerizas atendidas por una docena de cuidadores y mozos de cuadra, hileras de casitas con su enredadera para el personal, una larga y ordenada fila de letrinas, extensas pérgolas emparradas, verdes prados, huertos y bancales de fresas y frambuesas. Había también una bomba para -el pozo artesiano y un gran estanque de hormigón donde los chicos del juez Miller se daban un chapuzón por las mañanas y aliviaban el calor en las tardes de verano.

Sobre aquellos amplios dominios reinaba Buck. Allí había nacido y allí había vivido los cuatro años de su existencia. Es verdad que había otros perros, pero no contaban. Iban y venían, se instalaban en las espaciosas perreras o moraban discretamente en los rincones de la casa, como Toots, la perrita japonesa, o Ysabel, la pelona mexicana, curiosas criaturas que rara vez asomaban el hocico de puertas afuera o ponían las patas en el exterior. Una veintena al menos de foxterriers ladraba ominosas promesas a Toots e Ysabel, que los miraban por las ventanas, protegidas por una legión de criadas armadas de escobas y fregonas.

Pero Buck no era perro de casa ni de jauría. Suya era la totalidad de aquel ámbito. Se zambullía en la alberca o salía a cazar con los hijos del juez, escoltaba a sus hijas, Mollie y Alice, en las largas caminatas que emprendían al atardecer o por la mañana temprano, se tendía a los pies del juez delante del fuego que rugía en la chimenea en las noches de invierno, llevaba sobre el lomo a los nietos de Miller o los hacía rodar por la hierba, y vigilaba sus pasos en las osadas excursiones de los niños hasta la fuente de las caballerizas e incluso más allá, donde estaban los potreros y los bancales de bayas. Pasaba altivamente por entre los foxterriers, y a Toots e Ysabel no les hacía el menor caso, pues era el rey, un monarca que regía sobre todo ser viviente que reptase, anduviera o volase en la finca del juez Miller, humanos incluidos.

Primeros párrafos de La llamada de lo salvaje.


La llamada de la selva (título de la primera edición en español de 1939; el título original es The Call of the Wild; también traducida como El llamado de la selva, La llamada de la naturaleza, La llamada de lo salvaje, El llamado de lo salvaje o La voz de la sangre) es una novela corta del escritor estadounidense Jack London. El argumento trata de un perro llamado Buck cuyos instintos primitivos vuelven tras una serie de sucesos que le ocurren cuando lo ponen a tirar de un trineo en el Yukón durante la fiebre del oro que tuvo lugar en el siglo XIX en el Klondike durante la cual los perros de tiro se compraban a precios elevados. Publicada en 1903, "La llamada de la selva" es el libro más leído de Jack London y se le considera normalmente la obra maestra de su "período de juventud". Debido a que el protagonista es un perro, a veces se le ha clasificado como novela juvenil, adecuada para los niños, pero tiene un tono oscuro y contiene numerosas escenas de crueldad y violencia. Los yeehat, un grupo de nativos de Alaska descritos en la novela, son una creación del novelista. 

 

JACK LONDON

Probablemente nacido como John Griffith Chaney (San Francisco, 12 de enero de 1876-Glen Ellen, 22 de noviembre de 1916),​ fue un escritor estadounidense, autor de Colmillo Blanco, La llamada de lo salvaje ​ y otras novelas y cuentos. 

 

MÁS INFORMACIÓN

 

Autor(es): Jack London

Editorial: Salvat

Páginas: 

Tamaño: 17 x 24 cm.

Año: 2024