- ¿Dónde crees que vas? Pagarás muy cara tu osadía -dijo el espectro, y aquellas palabras brotaron de su garganta como si lo hicieran desde el sepulcro más profundo.
Okatsu había quedado completamente paralizada. Instintivamente, se había llevado una mano a la espalda, a la cabeza de su pequeño, mientras con la otra sostenía a duras penas el fanal. Los dientes habían comenzado a castañearle. La criatura que se alzaba delante de ella tenía la apariencia de una joven ricamente vestida. Su cabeza estaba ligeramente inclinada hacia delante, de modo que la larga cabellera negra le caía sobre el rostro, ocultándolo. Un pálido halo de luz mortecina envolvía su figura.
- No nos hagas daño… te lo ruego… ¡Déjanos marchar! -acertó a decir a duras penas la joven viuda.
Al escuchar su suplica, el espectro alzó muy lentamente la cabeza. Si Okatsu albergaba todavía alguna duda de si se encontraba frente a la yurei que, según la historia de Tora, habitaba en la cascada del bosque de los Mujina, esta se disolvió por completo cuando su espantoso rostro quedó al descubierto bajo la luz de la luna. Resultaba imposible describir el horror que causaba aquella faz informe, cuyos rasgos parecían haber sido arrancados de cuajo.
La yurei soltó una carcajada escalofriante, en la que no había rastro de gozo.
- ¿Por qué habría de hacer tal cosa? -respondió, avanzando despacio hacia la madre y su hijo.
Página 33. La yurei Otake. Mitos y leyendas de Japón. Mitos y leyendas de Japón. RBA. 2024
MÁS INFORMACIÓN
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CADENA DE CITAS
- Antes - Cita DCCLXXX: Tiempos convulsos. La primera samurái
- Después - Cita DCCLXXXII: ¿Tienen sentido aún los Premios Nobel?