DÍA D
En 1944, con 19 años, Charles Norman Shay se vio obligado a abandonar su tribu Penobscot en Estados Unidos, para desembarcar en las playas de Normandía como médico militar. Hoy vive en Normandía. Es el último veterano del Día D de la región.
“Vamos Utah, entra a la casa”. Marie-Pascale Legrand llama a su perro mientras cierra la puerta, se ve a un amerindio dibujado en su camiseta negra. Entre el ruido de una chirriante escalera de madera, nos muestra la casa: “Aquí tienes fotos de su familia, de su madre, de sus abuelos…”. Fotos en blanco y negro a lo largo de una pared, en el primer piso de esta casa normanda: la tribu Penobscot. Charles Norman Shay creció en una reserva de Maine, en el oeste de Estados Unidos. Era hijo de un abogado que hizo campaña por el derecho al voto.
“Mi madre
siempre quiso ayudar a los amerindios, y no estaba muy contenta cuando
sus cuatro hijos se fueron a luchar a la guerra”, explica el hombre que
está a punto de cumplir cien años. Recostado en su sofá de cuero, en
zapatillas y rodeado de recuerdos de la guerra, prosigue: “En aquella
época, en Estados Unidos no teníamos derecho al voto, pero podíamos
morir por ellos, porque cuando venían a buscarnos para luchar en Europa,
no podíamos negarnos o íbamos a la cárcel”.
“Charles, te vas a Europa”
Así fue como Charles Shay acabó en el ejército estadounidense. Tras el servicio militar, le asignaron el puesto de enfermero militar, miembro del Segundo Batallón de Infantería: “Empecé en un quirófano, pensaba que mi vida de soldado iba a ser tranquila. 'De acuerdo, Charles, te vas a Europa' me dijeron poco después”.
En 1944 embarcó en el Queen Elizabeth, el buque que transportaba a las tropas, en una época en la que varias divisiones estadounidenses llegaban a Inglaterra cada mes para preparar el ‘Día D’. Cruzar el Atlántico y entrenarse en suelo británico. “Entonces, ya sabes lo que pasó, fuimos seleccionados para ser los primeros en desembarcar en la playa de Omaha. Inicialmente, estaba previsto para el día 5, pero el tiempo no era bueno. Bueno, no era mucho mejor el día 6, pero tuvimos que ir, porque los alemanes estaban empezando a darse cuenta de que veníamos”.
En la madrugada del 6 de junio de 1944, Charles Norman Shay fue uno de los primeros soldados en pisar el agua del Canal de la Mancha, y luego la arena de Normandía. Como era enfermero, no llevaba armas. Esquivó las balas alemanas. “No pensaba en protegerme. O moría o vivía, ese era el destino”. Salvó a muchos soldados, pero perdió amigos: “Edward Morozewicz también era enfermero. Yo estaba curando a un soldado cuando vi a Edward a mi lado, con un disparo en el estómago. Intenté ayudarlo, pero la herida del estómago era demasiado grave y yo no tenía el equipo necesario. Murió mientras intentaba salvarle. Era muy buen amigo”.
Prisionero de guerra
Charles Norman Shay pisó la playa francesa de Omaha alrededor de las 6 de la mañana. Abandonó la playa a las 4 de la tarde. “Me reuní con los otros enfermeros de mi división en la ciudad de Colleville. Dormí un poco porque estaba muy cansado. Luego trabajamos en nuestro hospital improvisado allí”.
Charles Norman Shay cuenta la historia brevemente. Una foto enmarcada en una mesita frente a él le muestra en la ciudad Aix-en-Provence, sur de Francia, en octubre de 1944. Una sonrisa en su rostro y una cruz roja de enfermero alrededor de su brazo izquierdo. En la pared, una carta en un marco amarillento, en la que le informaba a su madre de que había sido capturado en Alemania en marzo de 1945. “Esto es lo que recibió mi madre. Unas semanas más tarde, estaba delante de ella, llamé a la puerta, me vio y pensé que se iba a desmayar”.
Si Charles puede contar la historia de su vida señalando una parte de la habitación, es porque su biblioteca es como un museo: “He traído todo lo que he podido. Todo lo que hay aquí es mío. Todas las medallas, todos los objetos”. Muchas fotos suyas también, con amigos y familiares de soldados que murieron en la guerra. Docenas de libros sobre el Día D, sobre la guerra. La botella de licor que tanto le gusta, en un recipiente de metal en el centro de la mesita. Un gran tocado de plumas de los amerindios sobre un soporte de madera. Como un vínculo entre sus dos vidas. Una en una reserva de Maine con los Penobscots. La otra en una casa de piedra en Francia. Dos vidas que podrían no haberse encontrado nunca. Pero entonces llegó la guerra. Los Aliados. El Día D.
Un recuerdo tardío
Fue 60 años después de las bombas cuando Charles Norman Shay regresó a Normandía. Luego llegó la costumbre de participar en las grandes ceremonias oficiales. Entonces conoció a Marie-Pascale Legrand. Una amistad naciente y una propuesta. La propuesta de no marcharse jamás. Marie-Pascale Legrand le ofreció al veterano vivir en el segundo piso de su casa. Él aceptó. En 2017, se instaló cerca de Caen, ciudad destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Juntos, trabajan para mantener viva la memoria de los amerindios en Normandía. “Le pedí a uno de sus sobrinos, Tim, que viniera a hacer el monumento. Hizo una tortuga, porque es uno de sus símbolos. Luego un busto de Charles. Es un monumento a todos los amerindios”.
Más de 40.000 amerindios desembarcaron en junio de 1944. Antes del dúo Charles/Marie-Pascale, no existía ninguna ceremonia dedicada a ellos. Ahora, la memoria de los amerindios es reconocida en Normandía. Cada año, Charles quema tabaco, un ritual tradicional, para rendirles homenaje.
Y aunque le obligaron a alistarse en el ejército a pesar de no poder votar, aunque permaneció veinte años en el ejército porque después de la guerra no encontraba trabajo por sus orígenes amerindios, 80 años después, quejarse no forma parte de su vocabulario. “Éramos un grupo de hombres, hacíamos lo que teníamos que hacer, todos juntos. No había individualidad, fuéramos amerindios o no, luchábamos, eso es todo, no quiero insistir en eso”.
Dos vidas unidas por la guerra
Hoy, la tortuga, símbolo de los amerindios que liberaron Europa, se encuentra en Omaha, mientras que su sobrino escultor ha colocado una reproducción en Maine, en el antiguo campo de Charles. Según el GPS, las dos tortugas están frente a frente. Una vez más, las dos vidas de Charles quedan unidas para siempre. “Me estoy cansando de contar esta historia. Todo pertenece al pasado. Lo más importante ahora es que dentro de unas semanas soplaré mi centésima vela y seguiré vivo [risas]”.
Al salir, el perrito Utah, ladra y el gato Molly se esconde. Uno lleva el nombre de una de las playas del Día D. El otro, un nombre nativo americano. Incluso en el jardín, cuando el perro y el gato juegan, las dos vidas de Charles Norman Shay se unen. Él, el héroe del Día D reclutado a la fuerza, soldado decidido, enfermero entregado y guardián de la memoria de los amerindios. Él, el modesto veterano que pronto cumplirá cien años. El veterano amerindio. El veterano normando.
Fuente: https://www.rfi.fr/
Por: Un reportaje de Valentin Hugues, enviado especial de RFI a Normandia, norte de Francia.
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