Cualquier aficionado a la historia ha oído hablar en muchas ocasiones
del “lebensraum”, un concepto popularizado por la propaganda del Tercer
Reich que reclamaba la expansión de Alemania hacia el este para dar
cabida a su creciente población. Hitler estaba, de hecho, obsesionado
con ese tema y una buena parte de los esfuerzos de guerra se
justificaron sobre esa base, la de conquistar territorios en el oriente
europeo para luego repoblarlas con colonos alemanes que podrían así
cultivar sus tierras y seguir reproduciéndose.
Pero que Hitler emplease de forma tan intensa el concepto no significa
que fuese él quien lo acuñó. La idea de que Alemania era un país pequeño
carente de superficie para sostener a su población estaba muy extendida
entre los intelectuales del segundo imperio a finales del siglo XIX.
Fue la Alemania imperial del káiser Guillermo II la que se planteó en
serio expandir hacia el este las fronteras del Reich durante la Primera
Guerra Mundial. Se haría a costa del imperio ruso, que ocupaba grandes
áreas de Polonia, Ucrania y lo que posteriormente serían las repúblicas
bálticas. El frente del este se concibió de esta forma y, al terminar la
guerra, los alemanes habían conseguido grandes avances gracias a que
los bolcheviques pidieron una paz anticipada y estuvieron dispuestos a
entregar todo lo que les pidieron.
Pero unos meses después los alemanes se vieron obligados a solicitar un
armisticio en con las potencias occidentales del que saldría la paz de
Versalles. Todas las ganancias en el este se evaporaron y, en su lugar,
se formaron nuevos Estados que servirían de colchón entre la nueva
república alemana y la Rusia bolchevique. La derrota encendió al
nacionalismo alemán, que no tardó en recuperar la idea del espacio vital
para incluirla en sus programas de máximos. Ese fue el caso del partido
nacionalsocialista, que convirtió el “lebensraum” en un principio
irrenunciable que habría de materializarse con una nueva guerra.
Los nazis llegaron al poder unos años más tarde y la guerra no tardó en
estallar. Lo hizo en el este, en Polonia, que fue borrada del mapa en
unas pocas semanas. Fue en ese momento cuando las autoridades alemanas
elaboraron un programa secreto y muy ambicioso que incluía la conquista y
la colonización de los nuevos territorios que se encontraban al este de
la antigua Prusia. El programa se llamaba “Generalplan Ost” (Plan
General del Este) y consistía en vaciar Europa del este de pueblos
eslavos, a quienes se consideraba racialmente inferiores y que serían
sometidos a privaciones y servidumbre. Los supervivientes serían
deportados al otro lado de los Urales. En todo ese territorio no podía
quedar un solo habitante que no fuese ario. Los judíos, que eran muy
numerosos en Polonia y la Rusia europea, fueron masacrados, el resto de
la población padeció lo indecible durante la ocupación nazi.
Pero Alemania volvió a perder la guerra. El Plan General del Este, que
se encontraba en plena aplicación en la Polonia ocupada, quedó
inconcluso. Tras la retirada del ejército alemán quedaron al descubierto
las atrocidades que los nazis habían perpetrado en nombre del espacio
vital. Los colonos alemanes que ya se habían establecido en el este
fueron expulsados y Alemania como Estado desapareció durante cuatro
años. Renacería a partir de 1949, pero dividida y encogida. El Plan
General del Este había funcionado a la inversa dejando Alemania reducida
a sólo una fracción del territorio que ocupaba a principios de siglo.
Fuente: La ContraHistoria
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