domingo, 6 de agosto de 2023

Cita DCCLXVII: África, ese continente que enamoró a Kapuscinski y hoy vuelve al horror

Si Ryszard Kapuściński viviera, vería con frustración y bronca lo que está ocurriendo en su amada África. Se acaba de marcar una franja, un cinturón golpista de este a oeste en todo el continente. Una línea de seis países que atraviesa 5.000 kilómetros, de costa a costa, y que se ha convertido en el corredor de gobierno militar más largo de la Tierra. Esta semana, la toma del poder por los militares en Níger (cuarto productor de uranio mundial) ha supuesto la última ficha de dominó en una franja a lo largo del continente africano, desde Guinea en el oeste hasta Sudán en el este, ahora controlada por juntas militares que han llegado al poder mediante golpes de Estado.

En el año 2005, tuvimos una conversación telefónica para hablar de su libro El mundo de hoy. Fue entonces que expresó con alegría el haber vivido tiempos muy interesantes. Decía: “Vivir en esta época fue, creo, lo más fascinante que me podría haber ocurrido. Porque lo he vivido siendo el cronista de un fenómeno del siglo XX que fue algo único en la historia mundial: el fenómeno de descolonización. Fue un período en el que tres cuartos de la sociedad humana global consiguió independencia, empezó a vivir en condiciones por lo menos legalmente libres. Y eso nunca ocurrió en escala global antes y nunca va a ocurrir en el futuro. Nosotros siempre hablamos del siglo XX como el siglo de los totalitarismos, pero lo positivo que dejó ese período es que se produjo el despertar de la conciencia de la voluntad de ser libre, de ser ciudadano de su propio país y no de colonia, no de dependencia sino de independencia. Eso fue el fenómeno más destacable, en esa escala, de la historia humana”.

Hoy el continente africano retrocedió en su historia común al volver a una situación irregular en términos democráticos. No solo eso, hace pocos días se celebró en San Petersburgo una cumbre de países africanos con Vladimir Putin en la cabecera de la mesa.

También se vieron banderas rusas flameando e izadas por los partidarios del golpe en Niamey, capital de Níger. Un hecho que recordó escenas similares tras un golpe en el país limítrofe de Burkina Faso en, 2022. Según los analistas, las banderas no significan que el Kremlin haya apoyado el golpe. Pero simbolizan el modo en que Rusia se ha posicionado como abanderada del sentimiento antioccidental, y especialmente antifrancés, en varios países africanos.

Fue muy notorio cómo el presidente ruso, Vladimir Putin, trató de explotar este abandono occidental del continente participando de la cumbre africana celebrada en Rusia, donde propuso liberar a los países africanos del “colonialismo y el neocolonialismo”. Es irónico. Los mercenarios de su país, los integrantes del sangriento grupo Wagner, que estuvo a punto de entrar en Moscú para dar un golpe, ahora está ya “trabajando” en África y cobrando con oro y diamantes africanos. Como es su costumbre han cometido atrocidades contra la población civil. Para el resucitado jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, estos golpes de Estado son una oportunidad de negocios. Este ejército privado ya opera abiertamente en Malí y Sudán, en el cinturón golpista, así como en República Centroafricana y Libia. Durante la cumbre de San Petersburgo, Prigozhin elogió el golpe de Estado en Níger y propuso enviar a sus propios combatientes armados para ayudar.

El último dirigente nigerino en caer fue Mohamed Bazoum, aliado de Estados Unidos elegido democráticamente, que desapareció el miércoles cuando la guardia civil lo retuvo en el palacio presidencial de Niamey. La retirada estadounidense de la región podría abrir una puerta para el ingreso de Rusia necesitado de nuevos socios y territorios para extender su hegemonía.

“Este continente es demasiado grande. para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria”, escribía Kapuściński en Ébano. Este es un libro hermoso, uno de los mejores tomos de crónica escritos en el siglo pasado en el que se combinan la mejor técnica periodística con el análisis más completo de alguien que conoció el territorio y se comunicó con sus habitantes. Allí escribió: “Los hombres del lugar, los africanos, perciben el tiempo de manera bien diferente. Para ellos el tiempo es una categoría mucho más holgada, abierta, elástica y subjetiva. Es el hombre el que influye sobre la horma del tiempo, sobre su ritmo y su transcurso (por supuesto, solo aquel que obra con el visto bueno de los antepasados y los dioses)”.

“Hemos decidido intervenir”, declaró el viernes en un discurso televisado el general Abdourahmane Tchiani, nuevo autoproclamado gobernante de Níger. “El golpe de Estado resonó de inmediato más allá de Níger, un país extenso y empobrecido en uno de los vecindarios más duros del mundo. Los líderes africanos dieron la voz de alarma por el último golpe a la democracia en un continente en el que se están perdiendo décadas de avances logrados con gran esfuerzo”, así lo analizó Declan Walsh en el The New York Times. “África ha sufrido un grave revés”, declaró el viernes el presidente de Kenia, William Ruto.

Para Estados Unidos y sus aliados, el golpe ha planteado interrogantes sobre la lucha contra los militantes islamistas en el Sahel, la región árida y devastada donde grupos vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico están ganando terreno a un ritmo alarmante, avanzando desde el desierto hasta el mar. Gran parte del Sahel coincide con el recién formado cinturón costero de África.

En aquella conversación con el gran cronista polaco también hablamos del fin de los imperios y la dictadura, como si esa época hubiera terminado tiempo atrás. Parecían hechos de otro siglo, sin embargo lo peor de esos tiempos ha vuelto a África. Kapuściński creía estar viviendo el fin de los grandes imperios. “Ese mundo nuestro de principios del siglo XX, empezó con varios imperios: el soviético, el turco, el austro-húngaro. Ahora vivimos el fin de esa época. Otro fenómeno global muy importante es prácticamente la terminación de la forma política de la dictadura, en especial la militar. El mundo de mitad del siglo XX estuvo lleno de dictaduras militares. Por todas partes había dictaduras militares o civiles, formas feroces y muy opresivas. Esa forma de dictadura ya está por terminarse. Pero hay otras dictaduras que no son como las tradicionales. Simultáneamente, vivimos nuevos fenómenos que nunca habían sido tan visibles. Por ejemplo, el comercio mundial de drogas; el fenómeno de privatización de diferentes tipos de armas; de grupos armados diferentes. Tenemos una globalización de nuevos fenómenos políticos, criminales, que surgieron en los últimos diez, veinte o treinta años y que todavía estamos viviendo con ellos, que nuestros antepasados nunca tuvieron. No sabemos en qué clase de mundo vamos a vivir dentro de diez o veinte años. Ojalá que sea un mundo mejor... Pero es solamente un acto de fe”.

Entonces, el entusiasmo le mostró un mundo mejor en algunos campos, algo que duró muy poco tiempo. Sin embargo, el gran cronista advertía sobre los crímenes globales que aparecían en el horizonte, como el del grupo Wagner, un ejército privado capaz de cometer los peores crímenes imaginables en el nuevo mundo que entró en una fase de aceleración y cambio perpetuo. Ese matiz, sí Kapuściński lo había advertido.

 

Fuente: https://www.clarin.com/revista-enie

Por: Hector Pavon

 

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