Simon nunca tomaba notas. Un micrófono escondido debajo de su escritorio registraba cada sesión. Por otro lado, le encantaba garabatear, dulcemente, retratos de sus pacientes.
Esta era nueva. Un reto para el dibujante aficionado que era. Cejas altas (falsas; las reales se las había depila do) que evocan acentos circunflejos, boca pequeña como un terrón de azúcar, nariz respingona, las manos largas y delgadas... Concentrémonos.
—Mientras ella me habla, noto varios detalles. Al principio ella está sujetando una pala entre las manos. Más tarde noto la carretilla a su lado. Puede ser que ella la trajera consigo, no sé...
Él no dejaba de dibujar, el cuaderno yacía reclinado hacia él, de manera que nadie pudiera llegar a ver a qué se dedicaba. Ya estaba acostumbrado a ese tipo de narraciones. La gente acudía a su consultorio para confiar en él, para describirle sus problemas, sus ansias. Y, sobre todo, para contarle sus sueños.
Simon Kraus era psiquiatra; sin duda, uno de los me jores de su generación. Sin embargo, él prefería presentarse a sí mismo como psicoanalista; incluso si la denominación se había vuelto peligrosa, prestar atención a lo que angustiaba a esas señoras resultaba bastante lucrativo.
—¿Me está escuchando, doctor?
Ella lo miraba desde sus ojos grises, los cuales, a pesar de su vivacidad, parecían desgastados, descoloridos como guijarros en el fondo de un río. Fatiga, sin duda alguna.
En agosto de 1939, en Berlín, nadie conseguía tener un sueño reparador.
Fragmento del libro Muerte en el Tercer Reich.
Las grandes damas del Tercer Reich, bellas y despreocupadas, se reúnen todas las tardes en el Hotel Adlon de Berlín para charlar y beber champán mientras Europa está al borde de la implosión en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Cuando empiecen a ser víctimas de un misterioso asesino que las sorprende a orillas del río Spree o cerca de los lagos, sometiéndolas a horribles mutilaciones, el caso recaerá en manos de un grupo singular. Simon Kraus, un psicoanalista talentoso, vividor y sinvergüenza, siempre a punto para chantajear a sus pacientes. Franz Beewen, coloso de la Gestapo, brutal y despiadado, dispuesto a iniciar una guerra contra el mundo. Y Mina von Hassel, rica heredera y psiquiatra devota que se esfuerza por salvar a los olvidados de Reich. En un Berlín incandescente que se estremece como el cráter de un volcán, estos investigadores tendrán todo en su contra seguirán los pasos del Monstruo y destaparán una verdad insospechada. A menudo el mal se esconde tras las más inesperada de las fachadas.
JEAN-CHRISTOPHE GRANGÉ
(París, 1961) es escritor,
guionista y periodista. Estudió Letras en la Universidad de la Sorbona, y
se dedicó después a la redacción publicitaria y al reporterismo.
Colaboró con publicaciones como National Geographic, el Sunday Times o Paris-Match, hasta que fundó su propia agencia de prensa, L&G. Publicó su primera novela en 1994, El vuelo de las cigüeñas, pero la que realmente le otorgaría notoriedad sería Los ríos de color púrpura, conocida sobre todo por su posterior adaptación cinematográfica. Escribió también el guión original, Vidocq, que se llevó a la gran pantalla en 2001.
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: La esposa del prisionero. Auschwitz nunca olvidar
- Libro: La desaparicion de Josef Mengele. Auschwitz nunca olvidar
- Libro: La cinta roja. Auschwitz nunca olvidar
Autor(es): Jean-Christophe Grangé
Editorial: Planeta
Páginas: 704
Tamaño: 15 x 23 cm.