El magnicidio más famoso de la historia tuvo lugar el 22 de noviembre de
1963 en Dallas. John Fitzgerald Kennedy, trigésimo quinto presidente de
los Estados Unidos fue asesinado cuando recorría la ciudad a bordo de
una limusina descapotable en una caravana presidencial junto a su esposa
Jacqueline, el gobernador de Texas, John Connally y su esposa Nellie.
Murió a causa de dos balazos, uno en la espalda y otro en la cabeza,
disparados por Lee Harvey Oswald, un antiguo marine, que se había
apostado con un rifle en el sexto piso del almacén de libros escolares
de Texas.
El magnicidio quedó inmortalizado en película a color gracias a que
Abraham Zapruder, un vecino de Dallas que asistía al paso de la
caravana, lo grabó con un pequeño tomavistas de 8mm. Tras el tiroteo el
vehículo presidencial aligeró la marcha y se dirigió al Parkland
Memorial Hospital, ubicado a unos seis kilómetros del lugar de los
hechos. Media hora más tarde los médicos declararon la muerte del
presidente de forma oficial. El gobernador Connally también resultó
herido, pero se recuperó posteriormente. Se puso entonces en marcha el
mecanismo sucesorio. Para evitar un vacío de poder el vicepresidente
Lyndon B. Johnson juró como presidente dos horas y media después del
asesinato a bordo del Air Force One, que se encontraba estacionado en el
aeropuerto de Dallas Love Field.
Tras atentar contra el presidente, Oswald regresó a su casa y se
hizo con una pistola con la que poco después mató al policía de Dallas
J.D. Tippit que le había dado el alto al verle por la calle. Pero su
escapada duró poco. Una hora más tarde fue arrestado en un cine por la
policía de Dallas y acusado formalmente de asesinar a Kennedy y a
Tippit. Dos días después, cuando las autoridades se disponían a
trasladarle desde la comisaría hasta la cárcel del condado, Oswald murió
a manos de Jack Ruby, el dueño de un local nocturno dela ciudad que le
disparó a quemarropa y con cámaras de televisión emitiendo en directo.
Aún con vida fue trasladado al Parkland Memorial Hospital donde murió
poco después. Ruby fue juzgado y condenado por el asesinato de Oswald,
recurrió la condena y murió en 1967 cuando esperaba una resolución
judicial.
La investigación del asesinato corrió a cargo de la Comisión Warren,
llamada así porque la presidía Earl Warren, un prestigioso juez del
Tribunal Supremo. Warren concluyó que el único responsable del asesinato
de Kennedy era Lee Harvey Oswald. No apreció conspiración alguna y
declaró cerrado el caso en tanto que Oswald también había muerto. Tres
años más tarde, en 1967, el fiscal de distrito de Nueva Orleans, Jim
Garrison, lo reabrió llevando ante la Justicia al empresario Clay Shaw,
pero fue absuelto por falta de pruebas. Investigaciones posteriores como
la Comisión Rockefeller o la Comisión Church arrojaron conclusiones
similares a la de Warren.
No todos quedaron satisfechos con las conclusiones de las sucesivas
comisiones. El asesinato de Kennedy sigue siendo objeto de un amplio
debate y ha generado muchas teorías de la conspiración. De hecho, en
Estados Unidos hay más gente que cree en alguna de ellas que en la
denominada versión oficial. Pero, dejando a un lado un terreno tan
fértil para la imaginación como el de las teorías de la conspiración, el
hecho es que el asesinato de Kennedy tuvo un impacto profundo en la
historia reciente de Estados Unidos. Fue el primero de una serie de
atentados que conmocionaron al país. En 1965 fue asesinado Malcolm X y
en 1968 Martin Luther King y Robert Kennedy, hermano menor del
presidente que se había presentado como candidato en las primarias
demócratas de aquel año.
Fuente: La ContraHistoria
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