Las aventuras del buen soldado Švejk, la gran novela antibélica de Jaroslav Hašek publicada en entregas entre 1921 y 1923 es el libro más traducido de la literatura checa. En esta entrevista la escritora Monika Zgustová, que llevó esta obra al español, nos explica por qué se trata de una de las más importantes de la literatura checa.
Jaroslav Hašek nació en 1883 y, según los registros históricos de sus épocas escolares, era un niño más serio que alegre, bastante tímido y silencioso. La muerte prematura de su padre, un profesor de secundaria que tomaba demasiado, fue una de las causas que lo hizo abandonar la escuela.
Los biógrafos de Hašek aseguran que vivió en muchos sitios diferentes de Praga. Nació en una casa de la calle Školská al 1325, que hoy tiene una placa conmemorativa. Poco después sus padres se mudaron a la calle Ječná y, al año siguiente, a la zona de Karlovo náměstí. Luego vivieron en la esquina de la calle Sokolská y Na Bojišti, después en Štěpánská y, recién a finales del siglo 19, se establecieron en Vinohrady.
Según algunos críticos ese constante deambular le dio al futuro escritor mucha inspiración y, sobre todo, un gran conocimiento de mundo. En sintonía con esa idea Monika Zgustová, traductora al español de “Las aventuras del buen soldado Švejk”, asegura que esa novela que es, sin lugar a dudas, su obra maestra funciona también como un gran collage.
“Es que, claro, es como una especie de collage, hay toda clase de estilos, él no rehúye ningún estilo, lo pone todo en su libro y como tiene mucho talento se ve realmente como un conjunto muy bien trabajado sin serlo de verdad. Le sale muy bien porque hay pasajes que son payasadas, otros que son páginas de periódicos, otros que son páginas de la historia que hablan de los paisajes después de la guerra, hay poemas ridículos, otros poemas serios, o sea que todo tiene cabida en esta novela que es como una especie de biblia de la época”.
Incluso algunos especialistas aseguran que Hašek tomó a su célebre personaje de la realidad, ya que conocía a una especie de Josef Švejk, un señor que trabajaba de conserje en la casa donde hoy se encuentra la emblemática taberna U Kalicha que aun hoy mantiene viva la memoria de la novela. Hašek solía ir a esa posada a escuchar las historias de algunos soldados que recordaban la campaña de Bosnia y empezó a frecuentar mucho a ese tal Švejk.
También se cuenta que el propio Hašek para poder ganarse la vida se dedicó a traficar perros robados de Praga, al igual que Švejk. Y otra coincidencia con su personaje es que él también se enroló en el ejército austrohúngaro, lo cual le da a la novela cierta verosimilitud a pesar de su tono absurdo.
Pero más allá de cuál fue su inspiración lo importante, por supuesto, es que Hašek logró construir un personaje en el cual los checos ven reflejadas sus virtudes pero, sobre todo, sus defectos.
“La verdad que es un libro en el que los checos se ven como en un espejo. Yo creo que es una interpretación distinta de la que hay por el mundo pero es así: los checos ven que ellos son Švejk, que ellos se comportan como Švejk, a ellos no les gusta cómo se comporta Švejk que no es ningún héroe sino que, bien al contrario, es un cobarde”.
Zgustová insiste en que esa interpretación checa no coincide con la que se le suele dar a esta novela, la más traducida en la historia de la literatura checa, en el extranjero.
Porque a Švejk se lo suele considerar un héroe a su manera. De hecho él reta al poder y, básicamente, al poder del Estado que era muy fuerte en la época de Hašek. Esa es la razón por la que, según explica Zgustová, mucha gente lo lee no solo como un libro antibélico sino también como una crítica contundente contra el fuerte control estatal.
Por otra parte, dice Zgustová, los extranjeros suelen advertir más que los checos la ambigüedad del personaje, que puede ser tanto un héroe como un cobarde que se ríe de todos y esconde, en realidad, muchas personalidades en su interior.
Zgustová resume la idea diciendo que Švejk es un poco Don Quijote y Sancho Panza al mismo tiempo. Precisamente, algunos especialistas suelen decir que Švejk es a la literatura checa lo que Don Quijote a la hispanoamericana, algo con lo que Zgustová está definitivamente de acuerdo.
“Sí, totalmente: yo creo que tanto para las dos culturas como para el mundo porque, de hecho, las dos novelas son universales y se leen en todos los países y han sido traducidas a la mayoría de los idiomas y tienen muchísimo en común. Incluso el sentido del humor que en Švejk es mucho más claro pero en el Quijote está más latente”.
A pesar de que nacieron el mismo año y en la misma ciudad, Hašek y Kafka parecen tener entre ellos más diferencias que semejanzas. Sin embargo el escritor italiano Angelo María Ripellino comienza su famoso libro “Praga mágica” poniéndolos casi en situación de igualdad: “Hasta el día de hoy, Praga vive bajo el signo de estos dos escritores que, mejor que todos los demás, expresaron su condena irrevocable y, por lo tanto, su malestar, su mal humor, su duplicidad y su desesperanzada ironía”.
Zgustová también encuentra algunos elementos en común entre estos dos grandísimos escritores aunque, casi en un sentido opuesto al de Ripellino, en lo que respecta a su gran humor.
“Y también me gustaría apuntar una cosa: que Hašek era coetáneo de Franz Kafka y muchas veces la temática es la misma. La manera de tratarla es distinta pero en Kafka también hay mucho sentido del humor, menos obvio que en Hašek que realmente hace que Švejk cometa payasadas, pero son cosas de la misma época y la mirada es muy parecida”.
Publicada en el contexto histórico de la Primera República, Las aventuras del buen soldado Švejk tuvo una inmediata aceptación por parte del público, quizás por el hecho de que la novela logra burlarse al mismo tiempo de la monarquía, la propaganda del imperio austrohúngaro, el autoritarismo de los viejos oficiales y esos absurdos argumentos que, a lo largo de todos los tiempos, suelen ponerse como excusa para justificar el inicio de distintas guerras.
“Yo, la verdad, que ya había traducido mucho Hrabal, que tiene muchísimo de Švejk y se inspiró muchísimo en Hasek y también es muy coloquial, entonces todo eso yo lo tenía como digerido y, por eso, el habla coloquial no me presentó grandes problemas. Lo que para mí era más problemático era la terminología del Imperio Autrohúngaro que, muchas veces, no sabía qué significaba pero hablé con historiadores y de alguna forma siempre las cosas encuentran su equivalente en español. O sea, la verdad que lo hice con muchas ganas, muchísimo ímpetu. Cada día me levantaba con ganas de ponerme a traducir y supongo que la buena predisposición también hace mucho”.
Cuando a Zgustová se le consulta cómo se las arregló para traducir ciertas palabras propias del universo cultural checo como knedlíky se ríe y responde que, a veces, pueden dejarse algunas palabras en checo y luego aclarar que son pastas o buñuelos, depende. Pero insiste en que en ciertas ocasiones puede ser lindo que haya alguna palabra extranjera. Reconoce que, a veces, no hay más remedio que poner alguna nota al pie aunque aclara que ella no es nada amiga de incluir esos recursos en las novelas. Y da el ejemplo de una de las traducciones de Švejk al italiano con tantas notas al pie que parece una tesis doctoral. Por último, Zgustová afirma que la característica que sigue haciendo de esta novela un libro tan fundamental dentro de la literatura checa es su gran actualidad.
“Es una novela que tiene actualidad en todas las épocas pero en la
nuestra casi diría que más: es una literatura profética la de Hašek
igual que la de Kafka, sobre todo cuando habla del control sobre el
individuo. Hoy vemos que lo ejerce el Estado pero también lo ejercen
mucho las nuevas tecnologías y, en aquella época de Hašek, esto
evidentemente no existía porque se remonta a un siglo atrás pero el
control es el mismo en el fondo. Y sería interesante podernos imaginar
de qué manera retrataría Hašek el control de la tecnología y de las
redes sociales y todo esto sobre el individuo”.
Fuente: https://espanol.radio.cz
Escuchar programa aquí: Libros checos que deberías leer. Švejk, un héroe a su manera
Por: Juan Pablo Bertazza
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