SI ...
¿Qué mejor manera de saber cuál es el impacto ambiental de nuestra comida que cultivarla unos mismo? El cultivo de alimentos es una experiencia enriquecedora y nos permite comprender los procesos de producción de la comida.
- Si cultivas tu comida, reduces al mínimo el gasto enérgetico del transporte. Seguramente, sólo seréis necesarios tú, una cesta y un paseo desde el huerto.
- Sabes exactamente los abonos y productos químicos que ha sutilizado. Y puedes emplear compost y pesticidas orgánicos, o incluso no utilizar ningún pesticida.
- Si usas el agua y el abono para sustentar un huerto, en vez de tener césped o flores, le darás mejor uso a estos recursos. Según un estudio realizado en Estados Unidos, entre el 30% y 60% del agua de las ciudades se utiliza para regar el césped.
- Y quizás lo más importante, si cultivas tu propia comida, entenderás mucho mejor lo que significa que otro dediquen su vida a los cultivos, lo que a su vez te permitirá elegir mejor si decides comprar los alimentos que producen ellos.
PERO ...
Como ocurre con la producción de cualquier cosa, el cultivo individual de alimentos tiene importantes deficiencias. Del mismo modo que tú eres más productivo en tu trabajo porque tienes la formación necesaria, los agricultores producen más comida.
- Los productores especializados pueden producir más comida en menos terreno y dejar más espacio libre.
- Cultivar una cantidad importante de alimentos de manera sostenible en áreas urbanas muy pobladas es difícil; si cada vez más gente recurre a esta práctica puede aumentar la presión para vivir en casas individuales en las afueras, con el consiguiente problema para el transporte. El deseo de tener un jardín o un huerto era una de las razones que mencionaban los residentes de Levittown para mudarse allí, la primera y más importante zona residencial de Nueva York tras la segunda guerra mundial.
- Los especialista en cultivos ecológicos emplean complejos métodos naturales de control de plagas y abonos a base de compost, y es menos probable que recurran a los fetilizantes químicos que se venden en las tiendas (los que usan los aficionadis).
Páginas 22 y 23. El Guerrero Ecológico. Cómo proteger el planeta con sabiduría. Dominic Muren. Traducción de Pau Vidal Pons. Editorial Oceano Ambar. Barcelona, España - 2009.