jueves, 7 de marzo de 2024

Libro: La Eneida

 

 

Yo aquel que en otro tiempo modulé cantares al son de la leve avena, y dejando luego las selvas, obligué a los vecinos campos a que obedeciesen al labrador, aunque avariento, obra grata a los agricultores, ahora canto las terribles armas de Marte y el varón que, huyendo de las riberas de Troya por el rigor de los hados, pisó el primero la Italia y las costas Lavinias. Largo tiempo anduvo errante por tierra y por mar, arrastrado a impulso de los dioses, por el furor de la rencorosa Juno. Mucho padeció en la guerra antes de que lograse edificar la gran ciudad y llevar a sus dioses al Lacio, de donde vienen el linaje latino y los senadores Albanos, y las murallas de la soberbia Roma.

Primeras lineas del primer libro de La Eneida

Virgilio

 

La Eneida es la obra cumbre de la literatura latina. En esta epopeya compuesta en doce libros, los seis primeros a imitación de la Odisea y los restantes emulando la Ilíada. Virgilio narra la navegación y aventuras de Eneas y sus compañeros tras la destrucción de Troya por los griegos en busca de una nueva tierra, Italia, donde fundar una segunda patria, lo cual logran tras heroicos enfrentamientos con los latinos. Se trata de una obra épica que canta el glorioso origen heroico y divino de Roma, y que ensalza a su primer emperador: Octavio Augusto, descendiente de Venus y Eneas a través de su hijo Iulo Ascanio, ancestro de la familia Julia a la que aquel pertenece. La influencia de la Eneida ha sido inmensa, baste recordar la Divina Comedia, en la que Virgilio en persona acompaña a Dante en su recorrido por los infiernos. Una lectura imprescindible para todo lector interesado en la literatura clásica.

 

Por qué Virgilio me ayudó a ser más feliz

Conocí la Eneida de Virgilio una calurosa tarde de verano. Por coquetería no diré en qué año fue. Entonces para mí la Eneida no era un libro, sino una serie de televisión (aunque parezca mentira, la televisión emitía series basadas en obras de Virgilio o Ariosto, ya sé que es difícil de creer) producida por la RAI. La historia de aquellos troyanos que habían dejado atrás su patria devastada y que se encaminaban a fundar una nueva vida me atrapó desde el principio, sin saber que aquellos personajes acabarían acompañándome hasta hoy. El caso es que Virgilio y su mundo han continuado acompañándome a lo largo de los años. Tiempo más tarde leí la Eneida en español, y aún recuerdo cuando encargué a la librería de la Universidad Autónoma de Madrid la edición latina de las obras completas de Virgilio publicadas en Oxford. Hoy no me parece casual que acudiera a recoger el libro poco antes de entrar a hacer los exámenes de la entonces llamada “Selectividad”. Aquel libro se convirtió de alguna forma misteriosa en mi talismán, casi una suerte de salvoconducto que me ha permitido, como a Eneas, trazar una increíble travesía a lo largo de los años. Me refiero a esa increíble travesía que la vida de cada uno de nosotros. También he aprendido que durante ese fascinante viaje debemos ser conscientes tanto de lo que ganamos como de lo que perdemos. La Eneida nos cuenta, en efecto, cómo llegaron los troyanos hasta el Lacio para fundar un nuevo imperio, pero también nos deja entrever todo aquello que perdieron por el camino. Por ello, al cabo de los años, nos damos cuenta de que esta obra cuenta también la historia de nuestros azares y errores.

No me atrevo a definir qué es un clásico (adivinaréis en estas palabras el recuerdo de Italo Calvino), pero sí voy a aventurar cinco razones por las que soy capaz de “sentir” por qué un autor es un clásico:

- Lo actual frente a lo perdurable

Mi padre, con su cariño y preocupación naturales, deseaba que me dedicara a una profesión que hoy ya no existe, pero que hace varias décadas estaba de moda: ser “radiotécnico”. En otro tiempo los televisores y las radios se reparaban, y algunas veces aparecían en nuestras casas unos señores con un maletín que venían a arreglar los receptores. Sin embargo, yo quería ser escritor, algo que luego se fue concretando en mi interés por la literatura clásica. Ya entonces (hasta Ovidio lo cuenta) estaba vigente el manido tópico de “eso no tiene futuro”. Paradójicamente, todavía hoy hay escritores o lo que al final terminé siendo, profesor de latín, pero aquella profesión de radiotécnico se esfumó con la obsolescencia de los electrodomésticos. La modernidad a veces puede resultar engañosa. En cualquier caso, un clásico nunca muere o se desvanece.

Si la Eneida puede definirse por algún adjetivo, yo diría que es el de “perdurable”. La historia de Eneas surcando los mares, de Dido abandonada, o del caudillo Turno, que se enfrenta a su trágico final, durará para siempre. Nosotros vamos pasando de largo, pero ellos no.  

- La lectura se vuelve biografía

En efecto, recuerdo cómo Robert Louis Stevenson evoca en una de sus novelas, La resaca, a  un náufrago perdido que relee la Eneida para recordar cómo fue su vida. En aquellos pasajes no ve Cartago o el Lacio, sino lugares de su propia infancia pasada, cuando aprendía aquellos versos sin saber que luego le servirían como memoria vital. Esa dimensión del recuerdo es la que convierte un libro en algo nuestro, pues se vuelve parte de nuestra biografía. En mi caso, he escrito tres libros y varios ensayos acerca de Virgilio. Cada uno de ellos esconde un momento característico de mis propios avatares. La Eneida es para mí como una caja de esencias. Los diferentes aromas me van sugiriendo vidas pasadas. Por las diferentes razones que voy aquí esbozando, no podemos considerar que leer sea tan sólo abrir un libro y recorrerlo de principio a fin. Habrá personas que lean la Eneida y pasen por ella sin pena ni gloria. En otros casos se producirá la magia, la experiencia inolvidable. 

- Lo que puedo aprender de la lectura de los otros

Asimismo, una de las características de un clásico es que ya hay otras personas que también lo han leído, de manera que tales lecturas nos pueden enseñar también muchas cosas. Italo Calvino dice que los clásicos llevan la “huella” de las lecturas que han precedido a la nuestra. Pienso, no por casualidad, en las particulares lecturas que de la primera bucólica hicieron escritores como Borges y Antonio Machado. A veces estas lecturas nos permiten centrar la atención en un aspecto imprevisto, como la magia del adjetivo lentus. Otras nos ayudan a comprender cómo un verso transciende su contexto originario para llegar a ser una enseñanza vital.

- Qué es una “geografía sentimental”

La lectura nos permite visitar lugares que no conocemos, o que aún no conocemos, pues a veces se da la circunstancia mágica de que podemos recorrer al cabo del tiempo tales lugares físicamente. Recuerdo mi viaje por Nápoles y sus alrededores, donde tuve ocasión de visitar la conocida como tumba de Virgilio, o mi paseo por Cartago. Un “viaje sentimental” es aquel donde importa más lo que sentimos que lo que realmente vemos. La obra de Virgilio, por ejemplo, traza un precioso triángulo sobre la península itálica: Mantua, Bríndisi y Nápoles. Esta idea de viajar por la literatura confiere a los lugares un nuevo sentido, pues nos hace conscientes de su significado profundo. Siempre se lo resumo así a mis alumnos: “viajar leyendo y leer viajando”. ¿Quién da más?

- Transcender nuestra propia vida

En definitiva, esta forma de leer a un clásico como algo perdurable, como parte de nuestra biografía, conscientes de la huella que su lectura ha dejado, y convirtiendo la lectura en viaje, nos permite vivir “más”, incluso me atrevería a decir que “mejor”. Nuestras desgracias acaso nada son si las comparamos con la caída de Troya, pero el dolor se identifica cuando sabemos que “todas las cosas merecen lágrimas”, y comprobamos que la vida renace cuando “reconocemos los vestigios de una antigua llama”. Esto es lo que nos convierte en parte de algo transcendente y no en meros seres efímeros. 

Como veis, leer un clásico no es tan sólo “leerlo”, como si de un novela se tratara. Lo normal es que no ocurra y que el clásico pase de largo; sin embargo, si se da el fenómeno contrario y el clásico se queda en vuestra vida habrá comenzado una suerte de alquimia que hará posible que se vuelva perdurable, parte de vuestra biografía, patrimonio de otros lectores, geografía sentimental y, en definitiva, conciencia de lo vivido. 

Fuente: https://clasicos.hypotheses.org/8020

Por: Francisco García Jurado es Catedrático de filología latina en la Universidad Complutense de Madrid. Dirige el Grupo UCM de investigación "Historiografía de la literatura grecolatina en España", ha sido investigador principal del "Diccionario Hispánico de la Tradición Clásica" y actualmente lo es del proyecto "El viaje de las ideas literarias. Historiografía comparada de la literatura clásica".

 

VIRGILIO

Publio Virgilio Marón​ (Virgilio, 70 a. C.-Brundisium, 19 a. C.), más conocido por su nomen Virgilio, fue un poeta romano, autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. En la obra de Dante Alighieri la Divina comedia aparece como su guía a través del Infierno y del Purgatorio. Formado en las escuelas de Mantua, Cremona, Milán, Roma y Nápoles, se mantuvo siempre en contacto con los círculos culturales más notables. Estudió filosofía, matemáticas y retórica, y se interesó por la astrología, medicina, zoología y botánica. De una primera etapa influido por el epicureísmo, evolucionó hacia un platonismo místico, por lo que su producción se considera una de las más perfectas síntesis de las corrientes espirituales de Roma. Fue el creador de una grandiosa obra en la que se muestra como un fiel reflejo del hombre de su época, con sus ilusiones y sus sufrimientos, a través de una forma de gran perfección estilística.

 

MÁS INFORMACIÓN

 

Autor(es): Virgilio

Editorial: Dodi

Páginas: 295

Tamaño: 15 x 20,6 cm.

Año: 2020