jueves, 21 de septiembre de 2023

Podcast La ContraHistoria: La invención de los mapas

 

 

Hoy los mapas son omnipresentes. Los tenemos tan a mano en cualquier sitio que no les damos importancia, es más, acostumbramos a mirar un mapa de forma rutinaria cuando queremos desplazarnos de un punto a otro ya sea caminando, en automóvil o en Metro. Es fácil y accesible porque la tecnología contemporánea ha permitido que dispongamos de una infinidad de mapas especializados para casi cualquier cosa. Todo está cartografiado y gracias a los satélites sabemos el punto exacto del planeta en el que nos encontramos con una precisión de apenas un metro. Tal abundancia de mapas, es decir, de representaciones de la Tierra en una superficie plana, hubiera maravillado a nuestros ancestros, especialmente a los lejanos cuya ignorancia sobre el tamaño de nuestro planeta y también sobre lo que contenía era absoluta.

Mapas de lo más cercano existen desde tiempos remotos. Los arqueólogos los han encontrado en lugares como Mesopotamia y la cuenca del Mediterráneo, pero una cosa es cartografiar un valle o un paraje concreto y otra bien distinta es hacerlo con todo el mundo conocido. Para eso hizo falta que una serie de geógrafos griegos inventasen primero esa disciplina y alumbrasen luego otra que tampoco existía, la cartografía, es decir, el arte de trazar mapas donde se plasmase en un espacio bidimensional lo que los geógrafos iban describiendo gracias a sus viajes o a las noticias que les llegaban de distintas partes del mundo.

El primer geógrafo fue Homero, el autor de la Ilíada y la Odisea, dos relatos plagados de descripciones con las que se podía elaborar un mapa muy detallado. Homero creía saber cómo era el mundo. Según él era circular, en el centro estaban las tierras emergidas y a su alrededor un océano enorme. Esa idea de una gran isla rodeada por abismos marinos se mantuvo durante siglos hasta que otros griegos, esta vez radicados en Alejandría, se propusieron medir el mundo y determinar si era plano o esférico. Concluyeron que la forma de nuestro planeta era esférica y se atrevieron incluso a medirla con una sorprendente precisión valiéndose de las matemáticas. De esto último se encargó Eratóstenes de Cirene, director de la biblioteca de Alejandría que midió personalmente la circunferencia terrestre utilizando dos estacas, una colocada junto a la biblioteca y otra en Asuán, en el sur de Egipto.

Los nuevos descubrimientos y el surgimiento de grandes imperios como los helenísticos o el romano que fomentaron el comercio poniendo en contacto a gentes de todo el mundo conocido, posibilitaron que esos primeros mapas fueran enriqueciéndose. Así es como apareció el primer atlas en el sentido moderno del término. Su autor, Ptolomeo, un griego nacido en Egipto, elaboró un compendio muy completo en ocho volúmenes dotado de índice de topónimos, coordenadas de latitud y longitud para localizar cualquier punto dentro del mapa, indicaciones con leyendas y la convención de situar el norte en la parte superior dejando el este a la derecha y el oeste a la izquierda. Esa convención ha llegado hasta nuestros días.

El atlas de Ptolomeo fue la obra geográfica y cartográfica más elaborada durante más de mil años. Fue su mapa el que inspiró a Cristóbal Colón y a los navegantes del siglo XV a internarse en lo desconocido en busca de nuevas fronteras que no tardarían en encontrar acomodo en esos pequeños milagros de dos dimensiones llamados mapas. 

Fuente: La ContraHistoria  

 

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