Ahora que este libro está impreso y a punto de salir al mundo, ejerce sobre mí un enorme peso la conciencia de sus defectos, tanto de estilo como de contenido. En lo referente a este último, sólo puedo decir que no pretende ser una relación exhaustiva de todo lo que vimos e hicimos. Hay muchas cosas concernientes a nuestro viaje a Kukuanalandia en las que me hubiese gustado explayarme y a las que, de hecho, apenas aludo. Entre ellas se encuentran las curiosas leyendas que recogí sobre las armaduras que nos salvaron de la muerte en la gran batalla de Loo, y también sobre los Silenciosos o colosos de la entrada de la cueva de estalactitas. Por otra parte, si me hubiera dejado llevar por mis inclinaciones, me habría gustado ahondar en las diferencias, algunas de las cuales me resultan muy sugestivas, entre los dialectos zulú y kukuana. Asimismo, también se hubieran podido dedicar unas cuantas páginas de provecho al estudio de la flora y la fauna indígenas de Kukuanalandia.
Pero aún queda un tema muy interesante, por cierto, y al que, de hecho, sólo se alude de forma fortuita: el magnífico sistema de organización militar imperante en ese país que, en mi opinión, es muy superior al instaurado por Chaka en Zululandia, en cuanto que permite una movilización más rápida, y no precisa del empleo del pernicioso sistema de celibato obligatorio. Y, finalmente, apenas menciono las costumbres domésticas y familiares de los Kukuanas, muchas de las cuales son extraordinariamente originales, o su habilidad en el arte de fundir y soldar metales. En esto último alcanzan una considerable perfección, uno de cuyos ejemplos puede apreciarse en las "tollas" o pesados cuchillos arrojadizos; el mango está hecho de hierro batido, y el filo, de un hermoso acero soldado con gran pericia al mango de hierro. Lo cierto es que yo pensé (y lo mismo les ocurrió a sir Henry Curtis y al capitán Good), que el mejor plan era contar la historia de un modo sencillo y franco, y dejar estas cuestiones para más adelante, tratándolas de la forma que nos pareciese deseable. Entretanto, proporcionaré con mucho gusto cualquier información a mi alcance a quienquiera que se interese por estas cosas.
Y ya sólo me resta disculparme por lo burdo de mi modo de escribir. La única excusa que puedo presentar es que estoy más acostumbrado a manejar un rifle que una pluma, y que no puedo aspirar a los altos vuelos y adornos literarios que observo en las novelas (porque a veces me gusta leer una novela). Supongo que son deseables -esos vuelos y adornos-, y lamento no ser capaz de proporcionarlos, pero al mismo tiempo no puedo evitar pensar que las cosas sencillas son siempre las que más impresionan, y que los libros son más fáciles de entender cuando están escritos en un lenguaje sencillo, aunque quizá no tenga derecho a dar mi opinión sobre este tema. Dice un refrán kukuana que "una lanza afilada no necesita brillo", y basándome en el mismo argumento, me atrevo a esperar que una historia verídica, por muy extraña que sea, no necesita el adorno de las bellas palabras.
Allan Quatermain
Introducción del libro Las Minas del Rey Salomón
Las minas del rey Salomón (título original en inglés: King Solomon's Mines) es una novela del escritor victoriano de aventuras y fábulas, Henry Rider Haggard, publicada el 30 de septiembre de 1885. Relata una historia de aventuras en una región inexplorada de África, realizada por un grupo de aventureros liderados por Allan Quatermain en la busca de un hermano de uno de estos exploradores. La importancia de la obra radica en que fue la primera novela de ficción de aventuras situada en África en inglés, y es considerada como la génesis del género literario sobre mundos perdidos.
HENRY RIDER HAGGARD
(Bradenham, Norfolk, 22 de junio de 1856- Londres, 14 de mayo de 1925) fue un escritor inglés victoriano de novelas de aventuras, iniciador del subgénero «mundo perdido».
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: El último de los mohicanos. Grandes novelas de aventura
- Libro: Los tres mosqueteros. Volumen I y II. Grandes novelas de aventura
- Libro: Ivanhoe. Grandes novelas de aventura
Autor(es): Henry Rider Haggard
Editorial: Salvat
Páginas:
Tamaño: 17 x 24 cm.