En su íntima esencia, el teatro es una forma de la vida misma, aún entre los animales superiores, los que sin embargo saben jugar y ofrecer su juego en espectáculo a los otros, tanto más entonces entre los hombres a quienes les es necesario representar su propia vida por una instintiva necesidad de verse en acción y de juzgarse, a fin de conocerse mejor a sí mismos en relación con los otros; esto es, frente al sentido inmanente de un todo, del que es oportuno saberse y sentirse partes no desligadas, sino elementos componentes. Según esa necesidad, el teatro nace en todo pueblo naturalmente.
Nace cuando el pueblo canta, en la alegría o en el llanto, en las fiestas religiosas y entonces uno se levanta exaltado o afligido para conmemorar a un Dios o a un héroe y los otros le hacen coro. Luego, dos o tres o más se elevan sobre la muchedumbre para personificar en una auténtica y precisa representación intercalada por las mesuradas pausas del coro los casos alegres o funestos del Dios o del héroe.
Antes era inconcebible que se pudiera prescindir del teatro. Llegaba cada año el día y más veces cada año en los que el teatro era el acontecimiento solemne, no tanto de ese día, sino de una expresión ansiada y necesaria de la vida en común, un ensayo que esta vida se ofrecía a sí misma, y la palabra del poeta se insertaba mucho más visiblemente entre los máximos valores ideales de esas sociedades humanas.
Hoy el verdadero teatro no ha perdido nada de su valor y no podría perderlo porque es intrínseco a su misma naturaleza y, por eso mismo, no podrá perderlo nunca. Lo que antes el pueblo –concurriendo en masa a los espectáculos solemnes de las festividades religiosas– hacía del teatro, un acto de vida asociada de altísimo valor espiritual, hoy el teatro mismo de por sí, por su virtud, cuando es verdadero teatro, lo hace de su público, como quiera que esté compuesto, por escaso que sea.
Quiero decir que cuando se represente frente a una sala medio vacía, frente a pocos y aislados espectadores, un verdadero trabajo de arte, entonces esa noche, esos pocos espectadores se han convertido ni más ni menos que en “el pueblo”, gracias a esa virtud mágica que la poesía adquiere cuando sus personajes cobran vida en escena. Y peor para quien no estaba: ha faltado a un acto de vida espiritual que se ha cumplido con toda realidad en el ámbito de la sociedad de la que él forma parte, y haberlo ignorado no será cosa de la que pueda enorgullecerse.
Dando voz a sentimientos y pensamientos, muy evidentes en el vivo juego de las pasiones representadas y que, por la naturaleza misma de esta forma de arte, deben ser puestos en términos mucho más claros y firmes, el teatro somete casi a un auténtico juicio público las acciones humanas como verdaderamente son, en la realidad escueta y eterna que la fantasía de los poetas crea para ejemplo y reproche de la vida natural cotidiana y confusa: libre y humano juicio que atrae eficazmente las conciencias de los mismos jueces a una vida moral siempre más elevada y exigente.
Fuente: https://elcomercio.pe
Por: Luigi Pirandello. Glosado y editado. Texto originalmente publicado el 8 de agosto de 1954
LUIGI PIRANDELLO
(Agrigento, Italia, 1867 - Roma, 1936) Escritor italiano. Hijo de un rico comerciante, estudió en las universidades de Palermo, Roma y Bonn. Tras graduarse en ésta última en 1891, regresó a Italia. En 1894, una vez hubo concluido su primera novela, L'esclusa, contrajo matrimonio y publicó su primer libro de relatos, Amores sin amor.
En 1897 fue contratado como profesor de literatura italiana, y en 1904 apareció su novela El difunto Matías Pascal, que recogía muchos elementos biográficos del autor y constituyó un enorme éxito. A la publicación del ensayo L'umorismo siguieron el drama Pensaci, Giacomino!, el volumen de relatos La trampa, y la novela Si gira...
Con la representación, en 1917, de la pieza teatral Así es si así os parece, se decantó claramente por el género dramático, en el cual creó escuela por su peculiar construcción de la pieza teatral, sus recursos escénicos y la complejidad de sus personajes. A partir de 1920 publicó varias comedias, entre ellas La señora Morli, que abordaba el tema de la doble personalidad, y Seis personajes en busca de autor, que fue un fracaso clamoroso. Con Enrique IV, puesta en escena en 1922, recuperó el favor del público.
Tras abandonar la enseñanza para dedicarse por entero a la creación literaria, y reconocido ya en todo el mundo, en 1925 asumió la dirección del Teatro d'Arte de Roma y cuatro años después fue nombrado miembro de la Academia de la Lengua de Italia. A esta época pertenecen los dramas Esta noche se improvisa, Lázaro, Como tú me quieres y No se sabe cómo.
La obra dramática de Pirandello extrema los elementos en plena disolución de un realismo en crisis y la ficción teatral en varios planos para romper el espacio escénico tradicional; tal orientación lo vincula a las figuras clave (Alfred Jarry, Bertolt Brecht, Antonin Artaud) de las que arranca el teatro del siglo XX. En 1934 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura.
Fuente: https://www.biografiasyvidas.com
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