Manipuladora, frívola y ambiciosa. A lo largo de la historia Cleopatra se nos ha mostrado como una reina que sedujo a los hombres más poderosos de Roma para salvaguardar su poder. Su historia, sin embargo, nos brinda un relato mucho más fascinante. Nos habla de una reina culta, valiente y estratega que usó con inteligencia todas las armas a su alcance para proteger a Egipto del avance de Roma, extender sus confines y devolverle su esplendor.
CLEOPATRA
Cleopatra VII Thea Filopátor —en griego antiguo: Κλεοπᾰ́τρᾱ Φιλοπάτωρ, romanizado: Kleopátrā Philopátōr— (69 a. C.-10 o 12 de agosto de 30 a. C.), conocida como Cleopatra, fue la última gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto, aunque nominalmente le sucedió como faraón su hijo Cesarión. También fue diplomática, comandante naval, lingüista y escritora de tratados médicos. Era descendiente de Ptolomeo I Sóter, fundador de la dinastía, un general grecomacedonio de Alejandro Magno. Tras la muerte de Cleopatra, Egipto se convirtió en provincia del Imperio romano, lo que marcó el final del período helenístico que se había iniciado con el reinado de Alejandro (336-323 a. C.). Su lengua materna era la koiné griega, aunque fue la primera soberana ptolemaica en aprender el idioma egipcio.
En 58 a. C. presumiblemente acompañó a su padre, Ptolomeo XII, durante su exilio en Roma tras una revuelta en Egipto, lo que permitió a su hermana mayor, Berenice IV, reclamar el trono; esta fue asesinada en 55 a. C. cuando su padre volvió a Egipto con asistencia militar romana. Cuando Ptolomeo murió en 51 a. C., Cleopatra y su hermano pequeño, Ptolomeo XIII, accedieron al trono como corregentes pero la ruptura entre ambos desató una guerra civil.
Tras la derrota sufrida en 48 a. C. en la batalla de Farsalia por parte de su rival Julio César durante la segunda guerra civil romana, el estadista romano Pompeyo el Grande huyó a Egipto, un estado cliente de Roma. Ptolomeo XIII ordenó el asesinato de Pompeyo mientras César ocupaba Alejandría en persecución de su enemigo. Como cónsul de la República romana, César trató de reconciliar a Ptolomeo XIII con su hermana Cleopatra, pero Potino el Eunuco, consejero jefe del monarca egipcio, creyó que los términos que proponía el cónsul beneficiaban a su hermana y por ello sus fuerzas sitiaron a César y Cleopatra en Alejandría. El asedio se levantó gracias a la llegada de aliados de César a comienzos de 47 a. C. y Ptolomeo XIII murió poco después en la batalla del Nilo. Arsínoe IV, hermana menor de Cleopatra que había liderado el asedio, se exilió en Éfeso y César, ya entonces elegido dictador, declaró a Cleopatra y a su hermano pequeño Ptolomeo XIV cogobernantes de Egipto. Sin embargo, el general romano inició una relación sentimental con la reina egipcia de la que nació Cesarión, futuro Ptolomeo XV. Cleopatra viajó a Roma en 46 y 44 a. C. como reina vasalla y se alojó en la villa de César. Cuando este fue asesinado en 44 a. C., Cleopatra intentó que su hijo fuera designado heredero, pero no pudo debido al ascenso al poder de Octavio (posteriormente conocido como Augusto y que sería el primer emperador de Roma en 27 a. C.). Entonces Cleopatra ordenó el asesinato de su hermano Ptolomeo XIV y elevó a su hijo Cesarión como corregente de Egipto.
Durante la tercera guerra civil de la República romana (43-42 a. C.), Cleopatra se alió con el Segundo Triunvirato, formado por Octavio, Marco Antonio y Lépido. Tras su encuentro en Tarso en 41 a. C., la gobernante egipcia inició una relación con Marco Antonio de la que nacieron tres hijos: Alejandro Helios, Cleopatra Selene II y Ptolomeo Filadelfo. Antonio usó su autoridad como triunviro para ejecutar a Arsínoe IV, cumpliendo el deseo de Cleopatra. Él se apoyó cada vez más en la reina egipcia tanto para obtener financiación como ayuda militar durante sus invasiones del imperio parto y del Reino de Armenia. En las Donaciones de Alejandría, los hijos de Cleopatra con Marco Antonio fueron nombrados gobernantes sobre varios territorios bajo la autoridad de Antonio. Este hecho, unido al matrimonio de Marco Antonio con Cleopatra después de su divorcio de Octavia la Menor, hermana de Octavio, desató la cuarta guerra civil de la República romana. Después de participar en una guerra de propaganda, Octavio forzó a huir a los aliados de Antonio en el senado romano y le declaró la guerra a Cleopatra en 32 a. C. La flota de guerra de Marco Antonio y Cleopatra fue derrotada por la de Octavio, bajo el mando de su general Agripa, en la batalla de Accio en 31 a. C. Las tropas romanas vencedoras invadieron Egipto en 30 a. C. y derrotaron a las de Antonio, tras lo cual se suicidó. Cuando Cleopatra supo que Octavio pretendía llevarla a Roma para exhibirla en una procesión de triunfo, también se suicidó, algo que popularmente se cree que hizo dejándose morder por una serpiente venenosa.
El legado de Cleopatra permanece en numerosas obras de arte, tanto antiguas como modernas y numerosas dramatizaciones de su vida en la literatura y otros medios. Varias obras de la historiografía romana y la poesía latina retratan a la reina de Egipto, esta última dando generalmente una visión negativa y polémica de su semblanza que pervivió en la literatura medieval y renacentista. Las artes visuales de la antigüedad representaron a Cleopatra en monedas romanas y ptolemaicas, esculturas, bustos, relieves, vasijas de cristal, camafeos y pinturas. Fue tema de muchas obras del arte renacentista y barroco, como esculturas, pinturas, poemas y obras de teatro como Antonio y Cleopatra (1608), de William Shakespeare, y óperas como Julio César en Egipto (1724), de Händel. En tiempos recientes, Cleopatra ha aparecido tanto en bellas artes como en artes aplicadas, en sátiras burlescas, en películas de Hollywood como Cleopatra (1963) interpretada por Elizabeth Taylor, o como imagen de marcas comerciales, por lo que desde el siglo XIX es un icono de la «egiptomanía».
Autor(es):
Editorial: RBA
Páginas:
Tamaño: