Una roca en el sistema de fallas de Chuculay, en Chile,
se desprendió de la escarpa que se ve en el fondo
se desprendió de la escarpa que se ve en el fondo
Existe un lugar
en el desierto de Atacama en Chile donde el tipo de arena —la llamada
“chusca”, que es muy fina— conserva los rastros de las depresiones. Lo
que parecen huellas de una criatura gigante son en realidad la prueba
exquisitamente preservada de rocas que se desplomaron de un risco
cercano antes de rebotar a su lugar final de descanso.
En
el sistema de fallas de Chuculay hay miles de estructuras gigantes de
granito, algunas del tamaño de una casa. Y gracias a que las condiciones
hiperáridas del desierto preservan el recorrido de las rocas, es “un
lugar ideal para estudiar la teoría y la física del desprendimiento de
rocas”, dijo Paul Morgan, geólogo de la Universidad Cornell.
Morgan y sus colaboradores analizaron las trayectorias de algunas de estas rocas y presentaron su investigación
la semana pasada en la conferencia de la Unión Estadounidense de
Geofísica en San Francisco. Sus hallazgos sobre cuán lejos caen las
rocas son útiles para diseñar estructuras que puedan proteger a personas
y propiedades en áreas propensas al desprendimiento de rocas.
En
julio de 2018, Morgan y sus colaboradores de Cornell y de la
Universidad Católica del Norte en Chile montaron tiendas de campaña en
medio de los gigantes de granito de Chuculay. Una escarpa —formación
geológica creada por una falla tectónica— de aproximadamente 305 metros
de alto, se erguía cerca de allí. Los investigadores tienen la hipótesis
de que las rocas del lugar probablemente cayeron de esa escarpa durante
uno de los numerosos terremotos de Chile, un territorio tectónicamente
activo.
La mayoría de los parajes del planeta están en continuo cambio, pero el
desierto de Atacama es distinto. Es treinta veces más árido que el Valle
de la Muerte, un parque nacional en California. Como no hay
precipitaciones regulares que produzcan erosión, si algo sucede, la
evidencia tiende a permanecer.
Para mapear las
rocas y la escarpa en tres dimensiones, el equipo de investigación las
escaneó con drones cuadricópteros equipados con cámaras. Incluso, para
tener su propio punto de vista, una vez escalaron la escarpa.
“Eso estuvo en el límite de lo seguro”, dijo Morgan. Los
científicos catalogaron los tamaños y las ubicaciones de cientos de
rocas de casi dos metros de diámetro. Encontraron la mayor parte de las
rocas debajo de las secciones más irregulares de la escarpa. “Mientras más áspera sea la escarpa, mayor es la probabilidad de que genere múltiples desprendimientos de roca”, explicó Morgan.
También mapearon
los rastros de cráteres de impacto que conducían de vuelta a la escarpa y
registraron las trayectorias de 32 rocas. Algunas de las rocas
rebotaron hasta 25 veces hasta detenerse, y ciertas rocas dejaron
depresiones de hasta 50 centímetros de profundidad.
Cuando los investigadores analizaron las ubicaciones de los cráteres de impactos, se sorprendieron. Esperaban que las distancias entre las depresiones sucesivas se redujeran a medida que las rocas perdían energía. “Pero algunas veces encontramos un rebote corto seguido de uno largo”, dijo Morgan.
Cuando los investigadores analizaron las ubicaciones de los cráteres de impactos, se sorprendieron. Esperaban que las distancias entre las depresiones sucesivas se redujeran a medida que las rocas perdían energía. “Pero algunas veces encontramos un rebote corto seguido de uno largo”, dijo Morgan.
Una explicación
es que las variaciones naturales en las propiedades del suelo del
desierto —su inclinación y composición, por ejemplo— influyeron en el
rebote de las rocas. Otra posibilidad es que algunas de las rocas se
hayan fragmentado y los cráteres que quedaron atrás registraron los
rebotes de diferentes pedazos.
Los
investigadores también descubrieron que muchas de las rocas no habían
caído en simple línea recta. Alrededor de un cuarto de las rocas
rebotaron hacia los lados y quedaron a más de 30 grados de la escarpa de
donde cayeron. Esto también se podría explicar por medio de las
diferencias en el suelo subyacente o las irregularidades en la forma de
la roca: no son esferas perfectas.
Estos
resultados son valiosos para el diseño de estructuras como cercas y
bermas en lugares donde los desprendimientos de roca son comunes, según Jeffrey Moore, geocientífico de la Universidad de Utah, quien no colaboró en la investigación.
“Queremos saber hasta dónde llegarán las rocas”, dijo. Morgan y sus colegas siguen analizando las rocas rebotadoras de Atacama. Quedan muchas interrogantes en la investigación, dijo Richard Allmendinger, geólogo estructural de Cornell y asesor de Morgan. “Empezamos a estudiarlas simplemente porque no las entendíamos”.
Fuente: https://www.nytimes.com
Por
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: Algún día te mostraré el desierto
- Cita CCCLXXX: Científicos chilenos protestan por el posible saqueo de una momia de Atacama
- Poeta 308: El pecado de Forough Farrokhzad
CADENA DE CITAS
- Antes - Cita CDLXI: Uruk, la primera gran urbe sumeria, cuna de la historia
- Después - Cita CDLXIII: Cartago. Una literatura desaparecida y una imagen mediatizada por Roma