Siete constituciones en dos siglos. La más longeva duró 47 años, la más
efímera sólo cinco que, además, no fueron siquiera seguidos sino en tres
tandas. A estas siete habría que sumarles dos cartas otorgadas y tres
proyectos constitucionales que nunca llegaron a entrar en vigor. La
historia del constitucionalismo español es la de la propia España
durante los agitados siglos XIX y XX. Los padres de la patria pensaban que bastaba con poner negro sobre
blanco sus ideales y éstos se convertirían en realidad por arte de
magia. Sucedía entonces que no era así o simplemente cambiaba el
Gobierno y lo primero que hacía era afanarse en redactar una nueva
Constitución. Sobre todas ellas aletea, eso sí, el espíritu de la
Constitución de Cádiz de 1812, una de las más avanzadas de su época y la
única que España comparte con el resto del orbe hispano, excepción
hecha de Cuba y Puerto Rico, que durante el siglo XIX participaron de
otras cuatro constituciones.
Las hubo de todo tipo: monárquicas y republicanas, moderadas y
progresistas, federales y unitarias hasta llegar a la última, la de
1978, en vigor desde hace más de cuatro décadas y que en unos pocos años
se convertirá en la más duradera de nuestra historia gracias al
esfuerzo que se hizo en su momento por consensuarla y al convencimiento
de sus autores de que cambiar la Carta Magna no basta para mejorar el
país, que es necesario algo más. Eso al final parece que hemos terminado
aprendiéndolo.
Podcast: La ContraHistoria
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