MATTEO MARIA BOIARDO
(Italia, 1441-1494) Poeta italiano. Nacido en Scandiano, estudió en la universidad de Ferrara. Los duques de Ferrara fueron sus amigos y protectores. Boiardo comenzó escribiendo algunos poemas en latín que imitaban a los de Virgilio. Su obra más importante es Orlando enamorado (1483), un poema épico inconcluso sobre el héroe de la leyenda carolingia, Rolando. Este poema inspiró el Orlando furioso (1516), la obra maestra del también poeta italiano del siglo XVI Ludovico Ariosto. La contribución más notable de Boiardo es la de haber introducido en la poesía el romántico y caballeresco espíritu de las leyendas artúricas, así como la elegancia clásica. El Enamorado es asimismo notable por el rico colorido de sus personajes y por su vena cómica.
Fuente: http://www.epdlp.com
ORLANDO ENAMORADO
[Canto I]
[Angélica]
De famosos en armas caballeros
toda la gran París estaba llena
de todas lenguas, armas, trajes, fueros,
ya de cristiana ley, ya sarracena;
que naturales llama y forasteros
el hijo de Pipino a corte plena
a do seguro cada cual viniese
como traidor o apóstata no fuese.
Por eso tanta gente de turbante
no es de extrañar que a su llamado asista;
Grandonio que valiente fue y gigante,
y Ferraguto el de la torva vista,
y el pariente de Carlos, Balugante,
Serpentín, Isolero, y otra lista
interminable de españoles claros,
según después la historia ha de contaros.
La corte resonaba de instrumentos,
trompas, tambores, pífanos, campanas.
Vense con peregrinos paramentos,
palafrenes correr, correr alfanas;
oh! cuántas se descogen a los vientos
banderas ya moriscas ya cristianas.
Cuánta divisa allí! ¡Cuánta librea!
Cuánto penacho leve el aura ondea!
Llegado de la fiesta el primer día,
Carlos, con imperial grandeza y gala,
vestido de luciente pedrería
a reyes y señores hace sala.
Selecta y numerosa compañía
en opípara mesa se regala.
Fueron, según la historia que hoy explico,
los convidados ochenta mil y pico.
A la tabla redonda está sentado
Carlos con sus valientes paladines;
y de la sala el contrapuesto lado
se cubre de alcatifas y cojines
de fino terciopelo y de brocado:
do se echan a comer como mastines
los sarracenos, gente que tenía
por mesa el suelo a fuer de paganía.
De anchos salones espaciosa hilera
ocupa el gran concurso. El asturiano
rey, el de Lombardía, el de la fiera
Albión, el normando y el britano
bando fue el honor de la testera;
se ven a diestra y a siniestra mano.
Y siguen otros ordenadamente
en sitio, cada cual, correspondiente.
Seguir leyendo aquí.
[Canto I]
[Angélica]
De famosos en armas caballeros
toda la gran París estaba llena
de todas lenguas, armas, trajes, fueros,
ya de cristiana ley, ya sarracena;
que naturales llama y forasteros
el hijo de Pipino a corte plena
a do seguro cada cual viniese
como traidor o apóstata no fuese.
Por eso tanta gente de turbante
no es de extrañar que a su llamado asista;
Grandonio que valiente fue y gigante,
y Ferraguto el de la torva vista,
y el pariente de Carlos, Balugante,
Serpentín, Isolero, y otra lista
interminable de españoles claros,
según después la historia ha de contaros.
La corte resonaba de instrumentos,
trompas, tambores, pífanos, campanas.
Vense con peregrinos paramentos,
palafrenes correr, correr alfanas;
oh! cuántas se descogen a los vientos
banderas ya moriscas ya cristianas.
Cuánta divisa allí! ¡Cuánta librea!
Cuánto penacho leve el aura ondea!
Llegado de la fiesta el primer día,
Carlos, con imperial grandeza y gala,
vestido de luciente pedrería
a reyes y señores hace sala.
Selecta y numerosa compañía
en opípara mesa se regala.
Fueron, según la historia que hoy explico,
los convidados ochenta mil y pico.
A la tabla redonda está sentado
Carlos con sus valientes paladines;
y de la sala el contrapuesto lado
se cubre de alcatifas y cojines
de fino terciopelo y de brocado:
do se echan a comer como mastines
los sarracenos, gente que tenía
por mesa el suelo a fuer de paganía.
De anchos salones espaciosa hilera
ocupa el gran concurso. El asturiano
rey, el de Lombardía, el de la fiera
Albión, el normando y el britano
bando fue el honor de la testera;
se ven a diestra y a siniestra mano.
Y siguen otros ordenadamente
en sitio, cada cual, correspondiente.
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