"Svendsen señala que muchos pensadores desde la Antigüedad hasta épocas más recientes vincularon una vida ociosa a la producción de ideas portentosas y a un conocimiento más profundo de la vida. Cita al poeta romano Lucano, que escribió: 'El ocio siempre crea pensamientos variados', y Montaigne, en su ensayo sobre la ociosidad está totalmente de acuerdo con ello, y añade que 'los pensamientos ociosos como caballo desbocado, lanzándose por el campo difuso de la imaginación, son mucho más feraces que el pensamiento embridado'. Svendsen, también menciona al filósofo alemán del siglo XVIII Johann Hamann, que creía que los ociosos tienen una mejor perspectiva sobre las ideas filosóficas que los estudiosos, en parte por ser menos proclives aquedarse atrapados en minucias. Yo no tengo nada que decir en contra de ello. Por lo visto Hamann se ponía un poco a la defensiva con el tema de la ociosidad: cuando un amigo lo critico por holgazanear dicen que le soltó que trabajar es fácil, pero que la verdadera ociosidad exige valor y fortaleza.
La verdadera ociosidad también exige paciencia, la cual en cierto sentido, es el antídoto para el tedio. Un viejo de pura cepa puede ser la encarnación de la paciencia por la simple razón de que no tiene ninguna prisa. Recuerdo una noche lejana en la que mientras viajaba a Filadelfia en un tren abarrotado, oí a una jovencita quejarse a su madre '¡Dios mío, ojalá ya hubiésemos llegado!' La madre de pelo blanco le repuso con viveza: 'Cielo, nunca desperdicies ni un solo minuto de tu vida'.
Incluso la falta de experiencias nuevas en la vejez puede considerarse una gran ventaja. Ya hemos vivido muchas y normalmente no nos han satisfecho. Svendsen escribe: 'El tedio existencial… debe interpretarse básicamente a partir del concepto de pobreza de experiencias. El problema es que, por lo general, intentamos superar este tedio persiguiendo vivencias siempre nuevas, siempre más intensas, en lugar de tomarnos el tiempo necesario con el fin de vivir experiencias'.
Si, precisamente lo que un anciano tiene a manos llenas es vivencias. El truco está en bajar de ritmo lo suficiente para contemplar e incluso saborear con un poco de suerte, está experiencia acumulada"
Mis viajes con Epicuro. Páginas 74-75. Daniel Klein. Urano. Barcelona, España - 2013.
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